viernes, 24 de julio de 2009

Toronto

Mi segunda visita a Canadá ha servido para confirmar las impresiones de mi anterior viaje: se trata de un gran país en el que no me importaría vivir varios años. Obviamente, no cuentan con la historia de la vieja Europa, y cualquier edificio con más de cien años es considerado una joya, pero sus paisajes son sobrecogedores, la gente es culta, educada y simpática, y sus ciudades son habitables.
Eso de poder coger el periódico en plena calle y pagarlo sin que nadie te vigile me fascina. En España robarían el dinero y le prenderían fuego al quiosco aprovechando el papel. Son detalles como éste los que te dan una idea del ambiente en el que vives y por eso estamos como estamos. ¡Qué envidia de educación!


Tan cerca de los Estados Unidos y tan diferentes, aunque la imagen que algunos pretenden vendernos de los norteamericanos no coincide mucho con lo que se puede experimentar en sus calles. A los españoles nos encanta hablar de lo que no conocemos como si fuésemos expertos; allá cada cual, pero esa es otra historia. Yo lo he pasado en grande a pesar de que fui a trabajar.

Y lo hice en una de las plantas más altas del mayor rascacielos de Canadá, con unas buenas vistas de la ciudad, de los bosques que la rodean y del lago. Una lástima que las fotos sean de móvil.




Toronto me ha sorprendido. Esperaba una ciudad más triste y más gris, pero el verano ha sacado a la gente a la calle, y los patios, que nosotros llamamos terrazas, estaban siempre llenos de gente conversando animadamente. Hay muchos restaurantes con todo tipo de comida, y la carne es excepcional, aunque no llega a la altura de la argentina. Otra cosa es soportar en invierno los treinta grados bajo cero.

He aprovechado para ver a un par de amigos que me han tratado muy bien y para probar unas cuantas cervezas, llegando a solicitar asilo en la Embajada de Irlanda una tarde. No os asustéis, que es el nombre de un pub. En el Beer Bistro tenían una carta con unas ciento treinta.
También hubo ocasión de dar una vuelta por el lago y observar el skyline de la ciudad mientras se ponía el sol.


Y para subir a la torre de comunicaciones, cómo no, con sus suelo transparente.


El fin de semana lo pasé en Niágara. Habrá fotos, pero será otro día.

sábado, 4 de julio de 2009

Viaje a Canadá


Por desgracia, el motivo no tiene nada que ver con la foto, que es de otro viaje anterior. Esta vez marcho a trabajar y no de vacaciones, pero me hace ilusión porque tendré que hacer algo creativo. Analizar problemas, aplicar mi todavía corta experiencia y buscar soluciones en equipo. Crear cosas nuevas, algo que siempre me apasiona, así que agradezco salir por unos días de la burocracia, la rutina y el calor.

Si tengo suerte me escaparé unas horas a Niágara, aunque no quiero hacerme ilusiones ni adelantar acontecimientos. Nos vemos en un par de semanas.