domingo, 31 de agosto de 2025

Castillo de Haut-Königsbourg

He visitado Alsacia en innumerables ocasiones, primero desde Bruselas, cuando unos amigos vivían en Estrasburgo y yo en la capital belga, luego desde Madrid, cuando ellos se mudaron a Zúrich y ahora desde la Suiza en la que vivo, pues la tengo a un par de horas en coche.





Es una región preciosa que nunca me canso de ver. Una de las últimas ocasiones fue cuando todavía estábamos inmersos en la pandemia, aprovechando que hay muchos pueblos pequeños, casi sin gente, por los que era seguro pasear. Lo repetiré hasta la saciedad, mientras otros países secuestraron a sus habitantes, Suiza les dio libertad, y eso lo valoraré siempre. Hay países y países…






Hicimos noche en Saint-Hippolyte, que no puede quedar más cerca de un castillo que me hacía ilusión visitar. Luego descubriría que ya había estado en él con anterioridad, pero esas son las ventajas de tener memoria de pez. Aunque Colmar queda a 25km y Estrasburgo a menos de 60km, ambas poblaciones son más grandes y muy turísticas, por que decidimos evitarlas en este viaje.






Lo encontramos en la cima del monte Stophanberch o también, Staufenberg, y se construyó en el siglo XII. Esta región ha formado parte de Alemania y Francia, así que es común encontrar los nombres en ambos idiomas. 

Según la Wikipedia, en 774, Carlomagno donó el paso donde terminaría por alzarse y los terrenos adyacentes al priorato de Lièpvre, dependiente de la basílica de Saint-Denis.







En 1192, la fortaleza ya es denominada como el “castillo del rey” o Königsburg. Entre el siglo XIII y el XV la propiedad pasa sucesivamente de los duques de Lorena a los señores de Rathsamhausen y finalmente, a los de Hohenstein.






Aunque la construcción primigenia data del siglo XII, fue remodelado en el XV y completamente restaurado en el siglo XX, no sin cierta polémica, porque hay quien afirma que algunos detalles no son originales.






Su situación, en un promontorio de más de 700 metros sobre la planicie, era ideal para controlar los movimientos de la región. Las vistas incluyen además las montañas de los Vosgos, la Selva Negra, y, en los días más claros, los Alpes. El interior está decorado con mobiliario y armas medievales.







La forma del castillo se adapta a la de la roca sobre la que se asienta, ocupando un espacio de aproximadamente 270 metros de largo por unos 40 de ancho. Hay varios habitáculos interconectados y las paredes están decoradas con paneles de madera para facilitar el aislamiento. En la segunda planta hallamos los dormitorios, adornados con frescos del siglo XX y el águila imperial prusiana.







Aunque no hay evidencia, se cree que ya en época medieval había un jardín. El actual data, sin embargo, de principios del siglo XXI, aunque cuando estuvimos nosotros el acceso debía estar cerrado, porque no vimos las 200 variedades de plantas que se mencionan en la página web.






En la Wikipedia, enlazada más arriba, se mencionan varias curiosidades sobre cómics o películas en las que aparece este castillo.




Alsacia da mucho de sí, de modo que espero ir trayendo, poco a poco, más sitios interesantes.

lunes, 18 de agosto de 2025

Egipto

Se le atribuye a John Lennon que la vida es eso que te sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes, frase que probablemente me hayáis leído porque es una constante en mi existencia.






Todas las entradas previstas para este verano han quedado en el limbo, apartadas de un manotazo por un viaje a Egipto y unos días en la playa, por lo que una vez más, mis blogs son los principales damnificados de mi ajetreo diario. Y ya lo siento.






Fui al país africano en 2008 y todavía tenía programadas un puñado de entradas con las que rematar fotos de aquel estupendo viaje, pero me estaba quedando sin material, así que se hizo necesaria una segunda visita. Mi entrada en Más extraño que la ficción 2 es el canto del cisne de ese viaje, porque a partir de ahora publicaré fotos más recientes y espero que mejores.






Egipto es interminable, no solo porque su cultura milenaria atraiga a jóvenes y mayores, sino porque año a año se descubren nuevos yacimientos y se restauran nuevas tumbas. Un viaje como éste es un festín para los sentidos y mi intención es que lo disfrutemos con la tranquilidad de quien no tiene prisa. De momento, me sigo peleando con las fotos.






Ni que decir tiene que traje la maleta cargada de libros.

miércoles, 18 de junio de 2025

Marianne von Werefkin II

Esta entrada es continuación de esta otra, en la que os contaba cómo un catálogo de un museo me llevaba a otro, y luego a otro, siguiendo las obras de esta pintora rusa como si de un juego de la Oca se tratara. Fue casual, por tanto, que tuviera previsto un viaje a Múnich en el que inmediatamente incluí la Städtische Galerie im Lenbachhaus, donde se exponen varios cuadros suyos.




Marianne von Werefkin fue una pintora expresionista que vivió fundamentalmente en Múnich y Ascona, donde fallecería, además de en su Rusia natal. Había conocido a Alexej von Jawlwnsky, con quien mantendría una tormentosa relación de casi tres décadas, en San Pertersburgo. Era 1892.




Cuatro años más tarde, se mudaron a Múnich, donde Marianne abandonaría la pintura durante una década con el doble propósito de impulsar la carrera de su pareja al tiempo que se dedicaba al estudio de la técnica pictórica, creando un laboratorio en el que ambos experimentaban con los colores.




Werefkin era cuatro años mayor, tenía más experiencia, y habiendo probado su talento como pintora realista, necesitaba romper con su pasado y crecer como pintora. Por otro lado, a inicios del XIX, se consideraba que el arte femenino carecía de la originalidad y creatividad necesarias para labrarse una carrera artística, lo que afectó a nuestra protagonista desde un punto de vista psicológico. En sus diarios, “Lettres à un inconnu” deja constancia de todas estas dudas e inseguridades.




La capital bávara ofrecía entonces una reputación excelente como centro artístico, atrayendo a multitud de jóvenes talentos, muchos de ellos rusos o de Países del Este. Lejos de permanecer con los brazos cruzados, convirtió el salón de su casa en un centro cultural en el que se intercambiaban ideas continuamente. Escritores, bailarines, actores y aristócratas se reunían allí, en el Salón Rosa, que sería el germen de otra asociación, la Neue Künstlervereiningung München (1909-1912).




Werefkin no era solo la anfitriona, sino que a menudo lideraba las conversaciones, creando un ambiente propicio para el desarrollo de Jawlensky, proveyéndole de contactos. Diez años más tarde, Marianne volvería a pintar con un estilo muy diferente que conservó hasta su muerte en Ascona, en 1938. El cambio comienza cuando se escribe a sí misma: “No soy un hombre, no soy una mujer, soy yo misma”.




Es en Múnich donde Jawlensky tendría un hijo con Helene Nesnakomoff, la doncella personal de Werefkin, de forma que, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, los cuatro convivirían en Ascona por un tiempo. En 1921, Jawlensky, su mujer y su hijo, regresaron a Alemania mientras que Marianne se quedaría en Suiza.


El pintor ruso todavía formaría parte de otro movimiento artístico, Die Blaue Vier, formado por el propio Jalensky, Feininger, Kandinsky y Klee, pero eso lo dejamos para otra ocasión.