martes, 16 de abril de 2024

Räbechilbi en Richterswill

Richterswill es una comuna suiza enclavada en el cantón de Zúrich en la que cada noviembre se celebra un curioso desfile al que llevaba años queriendo ir. Unas veces por estar de viaje, otras por la lluvia, tan común en esta época del año, o por andar digiriendo una sustanciosa fabada, el caso es que no pude verlo hasta el año pasado.





Me consta que los amigos que me llevaron están leyendo la entrada, de modo que aprovecho para darles las gracias y para recordarles que hace demasiado tiempo desde la última fabada, plato suizo donde los haya. También les he robado alguna que otra foto para esta entrada.



El de Richterswill no es el único desfile de estas características en el país helvético, pero sí el más conocido y el que atrae más multitudes. Suele tener lugar el segundo sábado de noviembre.



Al atardecer, con las farolas apagadas para darle más prestancia, se encienden unas velas en el interior de unos nabos que han sido previamente vaciados y decorados con todo tipo de diseños. Se calcula que usan unas treinta toneladas de esta brasicácea, para que os hagáis una idea del tamaño del evento.





Con esas velas tan naturales adornan alféizares, aceras y jardines por todo el pueblo, pero no contentos con ello procesionan unas cuarenta obras realizadas para la ocasión. El desfile comienza a las seis y media de la tarde y dura aproximadamente una hora. Los adultos deben pagar una entrada “voluntaria” de ocho francos para ayudar a sufragar los gastos.






Räbechilbi significa fiesta de los nabos, y las linternas representan la calidez de las casas frente a los duros meses de invierno que se avecinan. Hasta hace pocos años, todo el mundo pensaba que esta fiesta se remontaba a 1850, cuando supuestamente empezaron a iluminar el camino que llevaba a la iglesia, pero el motivo real es que los habitantes solían decorar sus casas con los nabos sobrantes de la cosecha. Hay que aclarar que se utilizan unos nabos muy redondos, con la forma de una calabaza pequeña.



En 1920, las autoridades decidieron aprovechar esta costumbre para organizar una fiesta que ha ido ganando en popularidad hasta atraer verdaderas multitudes. Nosotros aparcamos de milagro en una de las últimas plazas que quedaban libres.





Varios puestos ofrecen comida y bebida a los asistentes, que éramos muy numerosos. Tanto es así, que, terminado el desfile y tras engullir unos pinchitos, decidimos volver a la tranquila y relajada Zug para cenar antes de que se nos pasara la hora. No estamos ya para aguantar largas colas bajo una fina pero persistente lluvia.



Todavía tengo pendiente regresar a Richterswill para hacer fotos durante el día. Está a unos veinte minutos en coche al sur de Zúrich, a orillas del lago del mismo nombre, y supongo que el ambiente habitual no tiene nada que ver con las aglomeraciones de noviembre.

martes, 2 de abril de 2024

Zeppelinfeld

Las fotos en blanco y negro no son mías y están sacadas de este par de páginas, 1 y 2 . Nos retrotraemos a la Semana Santa de 2022, cuando recién salidos de la Pandemia, visito Núremberg con un amigo.



El Campo Zepelín, como se lo conoce en español, era el terreno de pruebas para los dirigibles inventados y diseñados el conde Ferdinand von Zeppelin, del cual toma el nombre. Ocupa un área de 312 por 285 metros, más grande que doce campos de fútbol, y se encuentra en las afueras de la ciudad alemana de Núremberg, junto al lago Dutzendteich. En su momento, tenía una capacidad para 200.000 personas.






Era aquí donde medio millón de nacionalsocialistas se reunían cada año durante una semana a partir de 1933. Se organizaban masivos desfiles frente a Adolf Hitler que seguro habéis visto en alguna película.



En los años veinte del siglo pasado era un gigantesco parque en el que se practicaban deportes. En 1933 y 1934, las gradas de madera fueron sustituidas por otras de piedra, construidas por el arquitecto Albert Spear, quien tomó como modelo el Altar de Pérgamo. Asimismo, entre 1935 y 1937, se construyeron 34 torres distribuidas de forma regular, todo ellos en cemento y ladrillo, recubiertos con piedra caliza de Shelly.







152 focos antiaéreos, orientados hacia el cielo en intervalos de 12 metros simulaban una catedral de luz que funcionó entre 1934 y 1938.



El complejo sobrevivió a la Segunda Guerra mundial sin sufrir demasiados daños y el 22 de abril de 1945 el ejército estadounidense organizó un gran desfile, tras el cual se voló la esvástica que coronaba el edificio principal. Fue todo un símbolo del final del nacionalsocialismo.




Posteriormente, en 1967. La ciudad de Núremberg, demolió la columnata por motivos de seguridad. Algunos años más tarde, se rebajaría la altura de las torres laterales a la mitad.








No encontramos demasiada información en la oficina de turismo, y parece que los alemanes quieran olvidar este momento vergonzoso de su pasado, pero lo cierto es que sí hay mucha disponible para quien quiera buscarla. Al igual que comenté en la entrada dedicada a la Sala 600 y los Juicios de Núremberg, los alemanes no se esconden y son capaces de ejercer la autocrítica.

sábado, 16 de marzo de 2024

Menhires de Clendy

En abril de 2021, aprovechando un fin de semana soleado como pocos, decidí explorar alguna de las muchas zonas de Suiza que aún me quedaban por visitar. Me acerqué, en esta ocasión a la parte francesa de la Confederación, a Yverdon – les – Baines.





Clendy es el yacimiento megalítico más importante de Suiza. Lo encontramos a orillas del lago Neuchâtel y está formado por 45 piedras de muy diferentes tamaños que fueron erigidas por nuestros antepasados hace más de 6.000 años. Algunas alcanzan los 4,5 metros de alto y las 5 toneladas de peso.








Son rocas alpinas que fueron arrastradas por el glaciar del Ródano, y estuvieron cubiertas por el agua hasta que unas obras para corregir el nivel y canalizar el Jura (1869-1883) las dejó al descubierto. En 1896, el ingeniero Charles de Sinner publicó una descripción del sitio.








Alrededor del 850 a.C. se derrumbaron como consecuencia de la erosión, siendo reconstruidas en 1986. Los menhires están alineados en dos líneas de unos 50 metros, formando un arco de cuatro grupos, y algunas tienen forma humanoide.








Erigidas por los habitantes neolíticos de las poblaciones lacustres de la región, han visto el paso de los milenios y el cambio del nivel del agua, ajenas a los humanos que las construyeron.








Algunas de las más pequeñas, de unos 35 cm, son copias de hormigón, ya que las originales se encuentran en el museo de Yverdon – les – Baines.