Amelia es el título de un libro de la colección
Miranda, de la editorial Edelvives, pensada para niños que quieran aprender
sobre mujeres famosas. Algunos nombres me eran familiares, otros no. Juanita,
Frida, Marieta, Cleo, Billie, Coco, Indira y Jane.
Tuve el presentimiento de que se trataría de Amelia Earhart, la
famosa aviadora estadounidense, y acerté, pero éste era bien fácil, porque sigo
desde hace tiempo el proceso de búsqueda de sus restos en particular y su
historia en general.
Amelia se convirtió en 1928 en la primera mujer en
cruzar el Atlántico, acompañando al piloto Wilmer Stultz y al mecánico Louis
Gordon. Más adelante se atrevió a repetir la hazaña, esta vez en solitario,
desde Harbour Grace, en Terranova, a Gran Bretaña, aunque aterrizaría en
Irlanda. En esa travesía consiguió más marcas: primera mujer en hacer un vuelo en
solitario en el Atlántico, primera persona en hacerlo dos veces, la distancia
más larga volada por una mujer sin parar y récord por cruzarlo en el menor
tiempo. La Wikipedia, de donde he sacado, e incluso fusilado, la información
tiene una página espléndida que os he enlazado.
Pero lo que la hizo inmortal fue su fracasado intento
de dar la vuelta al mundo y el hecho de que desapareciese junto a Fred Noonan,
su navegante, sin dejar rastro el 2 de julio de 1937. Habían partido desde Los
Ángeles, en dirección este y después de muchas etapas, a falta de apenas un par
para completar la gesta, su avión se estrelló, seguramente por agotar el
combustible, en algún punto del Pacífico más allá de las islas Nukumanu. Nueve
barcos y sesenta y seis aviones participaron en la búsqueda, que resultó
infructuosa.
Según la mencionada Wikipedia, antes de emprender el
viaje, la propia Amelia había escrito: «Por favor debes saber que soy
consciente de los peligros, quiero hacerlo porque lo deseo. Las mujeres deben
intentar hacer cosas como lo han hecho los hombres. Cuando ellos fallaron, sus
intentos deben ser un reto para otros». De hecho, parece que esta colección
tiene como objetivo inculcar ese espíritu de superación que tanto me gusta.
En enero de 2018 se publicó un controvertido estudio científico que reexaminó restos óseos descubiertos en 1940, y asegura que
Amelia murió como náufrago en la isla de Nikumaroro (donde se encontraron los
huesos), a medio camino entre Hawái y las islas Salomón, pero no parece que sea
definitivo. Otros piensan que fue hecha prisionera por los japoneses y hay
quien afirma que regresó a los EEUU con otra identidad. Una foto que fue
publicada por los Archivos Nacionales Estadounidenses, donde se les veía aún
con vida, solo sirvió para crear más confusión. En 2009 Hilary Swank
protagonizó una película basada en la vida de esta pionera.
Más recientemente, Robert Ballard, el explorador que
descubriera el Titanic en
1985 (otra historia interesante) estuvo buscando los restos del Lockheed Model
10 Electra pilotado por Earhart y Noonan, pero tampoco tuvo éxito. Puede que el
tiempo transcurrido haya destruido el fuselaje o puede que no esté donde ellos
piensan.
Volviendo al libro, y a la colección, solo me resta
criticar una vez más el adoctrinamiento al que estamos sometidos, muchas veces
sin que nos demos cuenta. Abogo por una educación en la igualdad muy diferente
a la que promueve Edelvives, una editorial que con su falso progresismo deja
fuera de la foto a la mitad de la humanidad, así que añadiré por mi cuenta las
historias de Camille, Hedy, Rosa y Mary, pero también las de Nikola, Joan,
Alan, Santiago, Alfred, Billy e infinidad de personajes más. Historias interesantes
que no tengan en cuenta el sexo de sus protagonistas, sino quiénes fueron y qué
lograron.
Mejor que nos eduquen sin manipulaciones, porque los errores
pasados nunca justifican las aberraciones que se están produciendo en la
actualidad. O somos firmes en esto o pronto nos encontraremos peor que en el
siglo XX. Por cierto, esta entrada fue escrita unos días antes de que estallara
la polémica sobre a quién “pertenecen” los niños, pero eso da para otra digresión.