martes, 27 de abril de 2010

Cantabria

Este año tuve que cambiar de planes para las vacaciones de Semana Santa por motivos de trabajo, debiendo conformarme con un destino más cercano y menos exótico, aunque no por ello menos bonito. La compañía también mereció la pena.

Después de mi viaje de diez días por la Comunidad Cántabra en 2004, me apetecía volver por allí. Es una provincia relativamente pequeña, pero son muchos los lugares interesantes que merecen una visita.




La iglesia románica de Cervatos fue nuestra primera parada. Hace seis años era casi de noche y estábamos rodeados de niebla, así que poco pudimos ver. Esta vez nos hemos desquitado. Lo mismo sucedió con las cercanas ruinas romanas de Julióbriga y con esta otra iglesia.





Un alto en el camino, en el pueblo de Bárcena de Pie de Concha para reponer fuerzas con un estupendo entrecôte. Como aquí no se andan con tonterías con el tamaño de las raciones, recomiendo ir haciendo hueco desde la víspera.


El día se estropeó y por la tarde tuvimos algo de lluvia, lo que no fue óbice para que cogiéramos la mochila y caminásemos en busca de San Román de Moroso, una iglesia mozárabe del s X que se encuentra en mitad de un denso bosque. Como podéis ver, los árboles aún estaban desnudos.


El Palacio de Hornillos, donde Amenábar rodara la película Los otros, ya lo conocéis de alguna entrada anterior. Sigue en su sitio, al igual que la original iglesia de San Jorge.





Para haber salido de Madrid esa misma mañana, la verdad es que pudimos ver bastante, pero aún nos quedaban varios días más que ya irán apareciendo por aquí o por Más extraño que la ficción.

viernes, 16 de abril de 2010

Norte y Sur

Actualizo menos de lo que me gustaría, pero es que vivir me lleva mucho tiempo y no doy abasto. Este año vino cargado de trabajo, y los fines de semana se han ido llenando casi sin darme cuenta. En estos momentos, la maleta me mira por encima del hombro y me urge a marchar de nuevo. Aunque llueva.

Norte

Estuve en Castrillo de los Polvazares, al norte de Madrid, en la provincia de León, comiendo un suculento cocido maragato. Los que sepan de qué va pueden saltarse los siguientes párrafos.


Castrillo es un pueblo peatonal precioso, compuesto por apenas un par de calles, de bellas casas de piedra que han sido restauradas en los últimos años. Ahora es más habitable que cuando lo conocí, pero ha perdido parte del encanto.


Últimamente han proliferado los restaurantes, a la sombra de Maruja y su famoso cocido. Hay incluso un par de pequeños hoteles.


El cocido maragato se come al revés y en tres vuelcos, comenzando por la carne y la chacina, continuando con los garbanzos, y terminando con la sopa de fideos. No se deben olvidar el postre ni los preceptivos chupitos.



Dice la tradición, que en tiempos de la Guerra de la Independencia, las tropas españolas comían primero la carne, no fuera a ser que apareciesen los franceses y hubiera que empuñar la bayoneta. De esta forma, lo más suculento ya estaba en el buche.


Sea o no cierta esta historia, el cocido está para chuparse los dedos. También hay otras versiones basadas en la economía arriera típica de la zona. Que cada uno se quede con la que prefiera.


Sur

Año y medio con el carnet de buceo de adorno y sin estrenar. Se dice pronto; con lo que me gusta a mí el agua siempre que no haya que beberla. Pues bien, nos hemos desquitado con una excursión al Cabo de Gata, en el sur de España, en la provincia de Almería. Lástima que tuviese que conformarme con el móvil para las fotos.


Unos amigos cometieron la imprudencia de proponerlo, y acepté de inmediato. Se supone que esa esquina de la Península es seca a más no poder, un desierto donde se han rodado muchos “spaghetti western” pero con tanta lluvia como ha caído, más bien parecía Gales.



Lo hemos pasado muy bien, con inmersiones muy fáciles dentro del parque natural, que han servido para reencontrarme con la actividad subacuática, para despertar el gusanillo y desear volver a intentarlo pronto. Os mantendré informados.