viernes, 27 de febrero de 2009

El príncipe destronado

El príncipe destronado es el título de un delicioso librito de mi admirado Miguel Delibes, la historia de un niño de cuatro años que se siente desplazado por su hermano menor, pero no van por ahí mis tiros, sino que viene a cuento por el eterno debate sobre si estamos o no, solos en el Universo.

Me parece a mí que los seres humanos nos identificamos en parte con ese niño que no quiere perder protagonismo, que se cree único e irrepetible. Lo que ocurre es que los datos y los descubrimientos científicos nos van introduciendo poco a poco en el mundo adulto, convenciéndonos poco a poco de que no estamos solos.

Ahora que se ha descubierto que sólo compartimos el 90% de nuestro genoma con el chimpancé y no el 99% como se creía, respiramos más tranquilos. Seguro que más de uno se miró entonces al espejo, temeroso de encontrar rasgos demasiado afines, preguntándose cómo un 1% podía significar tanto.

La nave espacial
Kepler buscará a partir del 5 de marzo planetas parecidos a la Tierra en nuestra galaxia, la Vía Láctea. ¿Imposible? Quizás, pero considerando que existen trillones de estrellas yo creo que hay vida extraterrestre, incluso vida inteligente. Es sólo una cuestión de probabilidades, por muy aséptico que les pueda parecer el argumento a algunos.

Aquí tenéis una página que recoge todos los planetas descubiertos hasta ahora:

http://planetquest1.jpl.nasa.gov/atlas/atlas_index.cfm

De momento no hay ninguno similar al nuestro, pero aún nos queda mucho por explorar. Esta de abajo es una imagen de nuestra galaxia, una minúscula parte del Universo. El círculo alrededor del Sol, que no está en el centro, nos muestra una región de apenas 300 años luz donde se encuentran la mayoría de los planetas descubiertos hasta la fecha. Y esto es sólo la Vía Láctea. ¿Os dais cuenta de lo que nos queda por investigar?


jueves, 19 de febrero de 2009

Atrapados en el hielo III

Los 28 hombres de la expedición habían conseguido llegar sanos y salvos hasta Isla Elefante, pero las provisiones escaseaban y aún estaban lejos de la civilización y de las rutas comerciales.

No había sido fácil. Los bloques de hielo formados por la presión les obstruían continuamente el paso, y los témpanos se resquebrajaban en mitad de la noche, amenazando con tragarlos vivos. Tardaron, por ejemplo, una semana entera en recorrer trece kilómetros, y la moral, después de haber perdido el barco, era más baja que nunca.

Construyeron un nuevo campamento, llamado Paciencia porque la placa de hielo era demasiado sólida para navegar y tan frágil que no se podía caminar sobre ella. Sólo podían esperar que la deriva les acercara a tierra firme.

El optimismo es el verdadero valor moral, en palabras del propio Shackleton. El optimismo y el trabajo duro fue lo que les salvó, pero hay que decir que no todos lo compartían. Hubo momentos muy duros y peligrosos, como cuando tuvieron que navegar entre grandes témpanos, mucho mayores que sus botes, que amenazaban con aplastarlos.


Shackleton y otros cinco hombres tomaron el mayor de los botes balleneros, el James Caird, y se embarcaron hacia las Islas Orcadas del Sur en busca de ayuda, con la intención de llegar a la misma estación ballenera que les había visto partir casi dos años antes.


Fueron dieciséis días de navegación, 1300 kilómetros en uno de los peores océanos del mundo, en pleno invierno y con olas de quince metros que se abatían sobre su bote de siete metros, para encontrar un pequeño puñado de islas en mitad del Atlántico. Sin posibilidad de determinar correctamente su posición, eran conscientes de que el más mínimo error podía conducirles a la muerte.

Desembarcaron helados y maltrechos, sin haber bebido agua dulce en cuarenta y ocho horas en el otro extremo de la isla. Su única posibilidad era atravesar una cadena montañosa que no aparecía en ningún mapa. Tardaron tres días en recorrer los treinta y cinco kilómetros.

Ahora sólo restaba rescatar a los otros veintidós hombres, una labor que no sería nada fácil. El Reino Unido estaba en plena Gran Guerra y el único barco con características adecuadas era el Discovery, el barco de Scout, pero tardarían meses en poder fletarlo.

Se pidió ayuda a Uruguay, Argentina y Chile, e hicieron falta cuatro intentos y casi cinco meses para arribar a Isla Elefante. Me pregunto qué pasaría por las mentes de estos hombres, esperando un día tras otro a ser rescatados, en el fin del mundo, y cómo no desesperaron.


El Yelcho, una vez rescatados todos los hombres.

Shackleton no logró ninguno de sus objetivos, pero su vida es una lección de heroísmo. Puede que no fuera el más intrépido, ni el mejor preparado, pero supo liderar a sus hombres y salvar la vida de todos ellos. Falleció varios años más tarde, y está enterrado por deseo de su mujer en las Orcadas del Sur, cerca de las tierras que tanto amó.


No entiendo por qué no se enseñan este tipo de historias en los colegios. Yo he querido rendirle este modesto homenaje. Sé que no es fácil seguir tres entradas tan largas como éstas, pero creo que la ocasión merecía el esfuerzo y os lo agradezco de una forma especial.

jueves, 12 de febrero de 2009

Atrapados en el hielo II

En un mundo en guerra, 27 hombres, que luego resultarían ser 28 tras el descubrimiento de un polizón, quedaron aislados en un mar de hielo, pero eso sería adelantarse a los acontecimientos y mejor vamos poco a poco.

Tras varias escalas, el Endurance había llegado a las Islas Orcadas del Sur, a una estación ballenera en la que se quedarían por espacio de un mes hasta que las condiciones mejorasen. Shackleton eligió un mal año para su aventura y la plataforma de hielo se extendía más al norte de lo habitual, pero la presión financiera a la que estaba sometido le obligó a intentarlo.

El plan era atravesar el mar de Weddell con el Endurance, desembarcar en la Antártida, cruzar a pie los 2880 km y ser recogidos por otro barco, el Aurora, en el otro extremo del continente. Schakleton y sus hombres no llegaron a pisar tierra firme, y desde ese punto de vista la expedición fue un fracaso.


Leer este párrafo al final.
La línea roja en la parte alta del dibujo representa el recorrido del Endurance hasta quedar prisionero del hielo. La línea amarilla nos muestra su deriva, arrastrado por las fuertes corrientes del Mar de Weddell hasta su hundimiento. La línea verde es el azaroso viaje sobre los témpanos hasta la Isla Elefante, y la azul el recorrido que hizo Shackleton y otros cinco hombres en bote hasta la estación ballenera.


Después de sortear durante varias semanas los numerosos témpanos el Endurance queda atrapado por el hielo, sin poder moverse. Apenas les faltaba un día de navegación para llegar a tierra firme. En sus bodegas había provisiones para dos años, pero aún confiaban en poder liberarse del hielo. No sería así.


Para evitar la desmoralización en los largos meses que les esperaban, Schakleton organizó partidos de fútbol, concursos y todo tipo de fiestas y trabajos para mantener a sus hombres ocupados. Científicos y marineros se turnaban en las labores, sin distinción.


Mientras, la corriente les iba separando lentamente de su objetivo, llevándolos hacia el norte. Esta es una foto nocturna del barco, de hace casi cien años. No hay que olvidar que el sol desapareció del horizonte durante meses. Fue entonces cuando las dotes de mando de Schakleton se hicieron más evidentes. No en vano, ese era uno de sus puntos fuertes.



A pesar de estar muy bien construido, con una madera especialmente fuerte, el barco no pudo soportar más la presión del hielo y fue inclinándose hacia babor, hasta que terminó por hundirse.



Los hombres tuvieron que montar un campamento provisional mientras decidían qué hacer. Habían conseguido salvar del naufragio tres botes salvavidas, el mayor de los cuales apenas si tenía siete metros de eslora.


Arrastrándolos sobre los inestables témpanos, y navegando cuando ello era posible, se dirigieron hacia el norte, hacia Isla Elefante, su única esperanza de regresar a la civilización.

El final de la historia en unos días.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Atrapados en el hielo I

Os recomiendo la exposición patrocinada por Caixa-Catalunya en el Jardín Botánico de Madrid. Trata de la expedición de Sir Ernest Shackleton a la Antártida a principios del siglo XX, un viaje épico donde los haya, considerado por muchos como la última gran aventura en nuestro planeta Tierra.


Se exhiben muchas de las fotos que el australiano Frank Hurley tomó durante los dos años y medio que duró la expedición. Como todo buen fotógrafo, apuró sus placas al máximo y sólo le quedaban tres exposiciones cuando por fin fueron rescatados. Estas fotos son además de una imagen fiel de lo ocurrido, auténticas obras de arte, realizadas hace casi cien años, en unas condiciones terribles.



Shackleton pertenece a ese selecto grupo de personas, que poniendo a prueba su capacidad de resistencia, superaron todo tipo de adversidades, sin rendirse jamás. Los admiro, pero no puedo evitar preguntarme qué les impulsó a dejar sus hogares, a soportar tanto sufrimiento y a jugarse literalmente la vida en un continente tan inhóspito.

Si, me temo que vuelvo con algo más de frío.


No era la primera vez que este irlandés visitaba las regiones polares. Antes, en 1902, había estado con Scott, en un intento fracasado por alcanzar el polo sur, que marcó las diferencias entre dos formas de ver la vida completamente opuestas. Volvió luego, en 1909, en otra expedición organizada por él y se quedó a 160km de alcanzar la ansiada meta, pero el mal tiempo, la falta de víveres y su propia cordura le hicieron regresar, salvando la vida.


La llegada de Amundsen al Polo Sur en 1911 hizo que Shackleton cambiara su objetivo y que se propusiera cruzar a pie el único continente que quedaba por explorar. Compró un barco noruego, el Polaris, que rebautizó como Endurance, basándose en el lema familiar By "Endurance We Conquer" (Resistiendo Conquistamos) y zarpó de Londres el 8 de agosto de 1914, cuatro días después de que Alemania hubiese invadido Bélgica.


Su sentido de la responsabilidad motivó que preguntara al Almirantazgo si debía regresar y ponerse él mismo y a sus experimentados hombres al servicio de la patria. Imagino la tensión de esos momentos hasta recibir la respuesta: "Proceed" (Prosiga).

La segunda entrega en más o menos una semana.