La vida en Zug es
muy tranquila, más aún si cabe durante el fin de semana por mucho que la gente
salga a la calle y llene las terrazas.
Como vivo a una
manzana del lago, aprovecho que hace buen tiempo para acercarme a leer a uno de
los muchos bancos que hay junto a la orilla.
La gente pasea sus perros, disfruta del sol y de la
brisa fresca, se acerca al chorro de agua para hacerse fotos o como el sábado
pasado, toca algo de música.
Una pareja de recién casados, que había venido en busca
de la típica instantánea terminó por ponerse a bailar.
Reconozco que era
reacio a comprarme un ebook, de hecho sigo adquiriendo libros en papel, pero el
libro electrónico es todo un invento. Llevas varios libros a la vez, puedes
saltar de uno a otro sin que abulte ni pese, y es la compañía perfecta para
esos momentos sueltos.
Sé que estas
mañanas junto al lago tienen fecha de caducidad y que dentro de poco tendré que
buscarme otro lugar de lectura, pero de momento son un aliciente más para vivir
en Zug.