Después de varios fines de semana en los
que el tiempo lluvioso no invitaba a hacer excursiones, por fin amaneció un
sábado soleado, momento que aproveché para tachar un elemento de mi lista de
pendientes: visitar el monumento a Guillermo Tell que hay en Altdorf.
Este pueblo dista unos 45 minutos de tren desde donde
vivo, y el trayecto es bonito, ya que bordea primero el lago de Zug y luego un
trozo del lago de los Cuatro Cantones. La estación, eso sí, está algo alejada
del centro histórico, pero en esa mañana de septiembre de 2017 apetecía pasear
por la Bahnhofstrasse.
Una vez en el pueblo, me desvié para echar un vistazo
a la iglesia católica de San Martín, que como suele ser habitual en la parte alemana
de Suiza, estaba abierta y vacía. Os dejo con unas fotos del silencioso interior.
Ya de vuelta en el exterior, me acerco a la plaza
principal por una calle que tiene más tráfico que Park Avenue o la Quinta
Avenida en Manhattan. Dicen que solo hay unos ocho millones de suizos, pero no
paran quietos; los trenes van siempre a rebosar y los atascos son frecuentes.
Aquí, en esta calle, me desesperaba por sacar fotos con poca gente o sin
coches. No me explico dónde van a todas horas.
Llego entonces al famoso monumento de Guillermo Tell,
que se encuentra adosado a una casa-torre medieval llamada Türmli por los
habitantes del cantón de Uri, y cuyos cimientos datan del siglo XIII.
Este edificio tuvo varios dueños hasta que
en 1517 pasó a ser propiedad del cantón. Su construcción se realizó en
diferentes fases, pasando de las dos plantas iniciales, a las que pronto se
añadiría una tercera, a las seis que tiene actualmente. La cuarta planta fue
añadida en el siglo XVI y las dos últimas en el XVII.
Podemos acceder gratuitamente al interior, que fue reformado
en 2011, subiendo por unas escaleras mientras leemos varios paneles
informativos hasta llegar a lo más alto, desde donde tenemos estas vistas de la
población. Vemos también la maquinaria del reloj actual, que data de 1968. Todo
ello sin vigilancia, sin tener que pagar entrada y sin grafitis. Por no haber
no hay ni un papel en el suelo.
La escultura que hay en el exterior de la torre es de
Richard Kissling, un especialista en monumentos de diversas personalidades
suizas que se encuentran dispersos por todo el país. Esta fue inaugurada en
1895 y representa a Guillermo Tell junto a su hijo Walter, ya que, según la
leyenda, los famosos hechos tuvieron lugar aquí, en esta plaza.
La fuente Bessler marca el lugar donde Walter sostuvo
la manzana sobre su cabeza, junto a un tilo ya desaparecido, mientras que otra
fuente, situada a cien pasos (122 metros en línea recta según Google Maps) en
la Kichplatz, señala el punto dese el que fue lanzada la famosa flecha. La
leyenda es bien conocida y os supongo al tanto de ella, pero por si acaso, la
podéis encontrar en Wikipedia, aquí.
No es fácil determinar qué hay de cierto
en ella, puesto que no hay hechos históricos que la sustenten, pero para los
suizos marca un evento muy importante en su historia: la sublevación de los
cantones suizos de Uri, Schwyz y Unterwalden contra los Habsburgo, acto
fundacional de Suiza como confederación. Algo de ello conté en mayo de 2015, en
esta entrada dedicada a la pradera de Rütli. En cuanto a la leyenda, parece que bebe de
fuentes danesas de principios del siglo XIII, mientras que otros defienden que
proviene de la actual Inglaterra.
El monumento actual fue inaugurado el 27/28 de agosto
de 1895 (la foto está sacada de un folleto) y el fresco que hay tras la
escultura fue diseñado por Hans Sandreuter en 1895, mientras que el de la
fachada sur fue pintado por Karl Leonz Putener en 1964.
Me doy una vuelta por el resto del pueblo, pero no me
dice gran cosa. Me lo esperaba más antiguo y un poco más grande. Tampoco hay
ninguna terraza que me llame la atención, así que renuncio a la cerveza y adelanto
mi regreso después de comprar las primeras castañas asadas de la temporada.
¡Y estamos en septiembre!
13 comentarios:
Gratuito, sin vigilancia, sin un papel en el suelo... detalles que debemos apreciar cada día más. Un pueblo muy bonito, la pena es la cerveza... Abrazos
Me gusta como narras pues complementas las fotos con todo lo que te va pasando...Entonces uno sabe a qué atenerse
Me gusta esa iglesia tan pintada de blanco y no entiendo como se conserva ese fresco de la torre a la interperie.
Ligia, es una maravilla; la calidad de vida en Suiza es fantástica, y la consiguen los propios ciudadanos, con su actitud educada y respetuosa.
Alí Reyes, se hace lo que se puede por complementar las fotos, añadiendo un poco de historia por aquí y un poco de experiencias personales por allá.
Senior Citizen, no me extrañaría que lo restauren de vez en cuando. De todas formas, los suizos son expertos en conservar su patrimonio, ya sea histórico o contemporáneo. Aquí hay conciencia de que pertenece a todos y a nadie se le ocurre estropearlo. ¡Qué envidia!
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Me ha encantado el paseo, sobre la leyenda de Guillermo Tell, no recordaba la parte correspondiente al casi naufragio del barco.
Me ha llamado la atención que todo estuviera abierto y con una pulcra limpieza, ¿quizás también sin nadie que lo cuidara?
Un paseo muy bonito.
Es agradable conocer lugares donde entre realidad y leyenda, arrancó un trocito de la historia del país.
No me extraña que todo estuviera tan cuidado y limpio, tratándose de Suiza no podía ser de otra manera.
Las fotos del interior de la iglesia me gustaron mucho, es muy bonita y luminosa.
Gracias por compartir.
·.
Como siempre, un reportaje perfecto. Las fotos son perfectas (los interiores los bordas) y los textos siempre son el complemento perfecto.
De esa torre. limpia y sin vigilancia... un grado de civilidad que tendremos que alcanzar.
Un abrazo Javier.
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ñOCO Le bOLO: La Mirada Ausente · & · Cristal Rasgado
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algún club de tiradores de ballestas por allí????, juas, es una broma
Kisss y Kisss
La iglesia me parece preciosa y el pueblo también.
Imagino que la gente trajinaba de una cervecería a otra; ésa, que Ud. desestimó :)
Un jubilado, ni yo tampoco. Para mí que en la versión española se saltaron esa parte, ja,ja. Aquí los cuidadores no tienen trabajo, y es una de las cosas que más me gustan de Suiza.
Nélida G.A., tuve un día soleado en el que había luz a raudales. El que el interior sea blanco también ayuda. Suiza está llena de pequeños pueblos desconocidos que no llaman la atención, pero que tienen mucha historia.
ñOCO Le bOLO, se hace lo que se puede, y a cámara, que es buena... Ojalá copiemos las cosas buenas de este país. Creo que viviríamos mucho mejor.
Friné, tuve ocasión de probar una, no aquí sino en otro sitio, y lo mío es beber cerveza, no disparar con ballestas. ;)
Nélida, cualquier rincón del país te sorprende con maravillas como estas. Suiza rebosa historia por los cuatro costados y solo es cuestión de voluntad el irla descubriendo.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Me gustó la estatua, tiene movimiento y el niño me pareció precioso. Los frescos me llamaron la atención antes que los mencionaras, me encantaron. Veo muchos estandartes al viento significan algo? La iglesia muy bonita, todo me pareció encantador. Abrazo y gracias por el paseo
Amigo!! como siempre encontrando lugares, paisajes para mostrar y hacernos conocer, sobre todo para los que estamos un poquito lejos de ahi. Hermosa estatua!!
Beso
P/D Me diste idea para una próxima entrada en mi espacio.....ando vaga.....
Rosa María, aquí en Suiza son muy amigos de banderas y estandartes. Lo normal es que representen al cantón o a la ciudad, pero a veces no se limitan a los locales y lo extienden a otras zonas del país. El pueblo es pequeño, pero tiene mucho encanto, sobre todo por lo que representa esta leyenda para los suizos. Ellos la relacionan con la fundación del país.
Silvia E.D., me gusta conocer los sitios que hay cerca de donde vivo, y eso conlleva el poder compartirlos. Ya se te echaba de menos!!
Muchas gracias a las dos por vuestro comentario.
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