Una de las muchas razones por las que ir a Basilea es la Fundación Beyeler, un museo de arte moderno que podrá gustar más o menos, pero que siempre tiene exposiciones temporales que combinan con sus fondos propios y nunca decepciona.
Los marchantes de arte Ernst Beyeler (1921 - 2010) e Hilda Kunz (1922 - 2008), crearon la Fundación Beyeler en 1982 y encargaron a Renzo Piano el diseño de un museo para albergar su colección privada. Se expuso públicamente por primera vez en su totalidad en el Centro de Arte Reina Sofía de Madrid en 1989, y posteriormente en la Nueva Galería Nacional de Berlín en 1993, y en la Galería de Arte de Nueva Gales del Sur en Sídney, en 1997. (Wikipedia).
El edificio en sí es una obra de arte que facilita el acceso y posterior visionado de los cuadros. Una tercera parte del espacio disponible se reserva a las exposiciones temporales y la luz se cuela desde todas direcciones.
Hay que darse una vuelta por el jardín que, si bien no es muy grande, alberga obras itinerantes.

Desde octubre hasta enero, como conmemoración por su 25 aniversario, se expondrán casi 400 obras de artistas de primera línea desde 1800 hasta la actualidad, lo que me recuerda que tengo que volver a visitarla. Ver cuadros de Wassily Kandinsky (Fuga 1914), Claude Monet (El estanque de nenúfares), o Francis Bacon (Portrait of Georges Dyer Riding a Bicycle), siempre merece la pena.



Porque los impresionistas nunca defraudan, ya sea Vincent van Gogh (Campo de trigo con acianos), Paul Cézanne (La route Tournante en Haut du chemin des Lauves) o Paul Cézanne (Paysage au toit rouge), por no repetir a Monet.



Auguste Rodin (Iris messagère de dieux) Joan Miró (Composition Petit univers), Pablo Picasso (Mandoliniste) y Alberto Giacometti (Caroline, El hombre que marcha II & Grand Femme) van a completar esta entrada, no por falta de material, sino porque empieza a ser extensa incluso para mí.






Como es habitual en toda Suiza, el transporte público te deja en la misma puerta, y un tranvía te lleva desde la principal estación de tren de Basilea, ya que la fundación se encuentra en realidad en Riehen.