miércoles, 18 de junio de 2025

Marianne von Werefkin II

Esta entrada es continuación de esta otra, en la que os contaba cómo un catálogo de un museo me llevaba a otro, y luego a otro, siguiendo las obras de esta pintora rusa como si de un juego de la Oca se tratara. Fue casual, por tanto, que tuviera previsto un viaje a Múnich en el que inmediatamente incluí la Städtische Galerie im Lenbachhaus, donde se exponen varios cuadros suyos.




Marianne von Werefkin fue una pintora expresionista que vivió fundamentalmente en Múnich y Ascona, donde fallecería, además de en su Rusia natal. Había conocido a Alexej von Jawlwnsky, con quien mantendría una tormentosa relación de casi tres décadas, en San Pertersburgo. Era 1892.




Cuatro años más tarde, se mudaron a Múnich, donde Marianne abandonaría la pintura durante una década con el doble propósito de impulsar la carrera de su pareja al tiempo que se dedicaba al estudio de la técnica pictórica, creando un laboratorio en el que ambos experimentaban con los colores.




Werefkin era cuatro años mayor, tenía más experiencia, y habiendo probado su talento como pintora realista, necesitaba romper con su pasado y crecer como pintora. Por otro lado, a inicios del XIX, se consideraba que el arte femenino carecía de la originalidad y creatividad necesarias para labrarse una carrera artística, lo que afectó a nuestra protagonista desde un punto de vista psicológico. En sus diarios, “Lettres à un inconnu” deja constancia de todas estas dudas e inseguridades.




La capital bávara ofrecía entonces una reputación excelente como centro artístico, atrayendo a multitud de jóvenes talentos, muchos de ellos rusos o de Países del Este. Lejos de permanecer con los brazos cruzados, convirtió el salón de su casa en un centro cultural en el que se intercambiaban ideas continuamente. Escritores, bailarines, actores y aristócratas se reunían allí, en el Salón Rosa, que sería el germen de otra asociación, la Neue Künstlervereiningung München (1909-1912).




Werefkin no era solo la anfitriona, sino que a menudo lideraba las conversaciones, creando un ambiente propicio para el desarrollo de Jawlensky, proveyéndole de contactos. Diez años más tarde, Marianne volvería a pintar con un estilo muy diferente que conservó hasta su muerte en Ascona, en 1938. El cambio comienza cuando se escribe a sí misma: “No soy un hombre, no soy una mujer, soy yo misma”.




Es en Múnich donde Jawlensky tendría un hijo con Helene Nesnakomoff, la doncella personal de Werefkin, de forma que, tras el estallido de la Primera Guerra Mundial, los cuatro convivirían en Ascona por un tiempo. En 1921, Jawlensky, su mujer y su hijo, regresaron a Alemania mientras que Marianne se quedaría en Suiza.


El pintor ruso todavía formaría parte de otro movimiento artístico, Die Blaue Vier, formado por el propio Jalensky, Feininger, Kandinsky y Klee, pero eso lo dejamos para otra ocasión.

martes, 3 de junio de 2025

La energía nuclear salvará el mundo

Esta entrada lleva escrita desde hace tiempo, y su publicación, también prevista, no tiene nada que ver con los recientes acontecimientos en España.

Informarse requiere un esfuerzo que no todos quieren acometer. Hay quien prefiere creer a ciegas las mentiras que nos cuentan, seguir al rebaño sin cuestionarse nada, porque esa opción es más cómoda. Allá cada uno, pero a mí no me vengan con monsergas, especialmente cuando por su culpa, mi vida se ve comprometida y el futuro de la humanidad también.





No solo no me canso de aprender, sino que disfruto argumentando mis ideas al tiempo que busco la verdad – si es que eso existe – en un mundo plagado de intereses espurios. Desconfío de los que repiten como loros las ideas simplistas, faltas de argumentos y equivocadas que otros les han inculcado; otros que no buscan el bien común, sino su propio beneficio cortoplacista. Escucho a los que reniegan de esta energía y no me convencen porque no disponen de argumentos sólidos ni científicos. Leo libros y me creo una gran parte de lo que me cuentan. Esa es la diferencia.



Cerrar las centrales nucleares hace que consumamos más combustibles fósiles, que la electricidad sea más cara, que emitamos más gases de efecto invernadero y que aumentemos nuestra dependencia energética de otros países, con el riesgo que eso conlleva. Nuestros gobernantes lo saben, pero nos cuentan otra cosa. ¿No os preguntáis cuál es el motivo? Yo sí.

Cualquier reducción del aporte de la nuclear será sustituido con un mayor consumo de combustibles fósiles, como bien hemos podido ver recientemente en Alemania; pero casi ningún político lo menciona. ¿Por qué? Los mismos que dicen luchar contra el calentamiento global, reniegan de una energía tan limpia como la nuclear. No tiene sentido, salvo que haya intereses ocultos que no nos cuentan…

La energía nuclear se encuentra entre las más seguras, limpias y sostenibles, con niveles de contaminación similares a la eólica y menores a los de todas las demás fuentes (si, también inferior a la solar), aportando la estabilidad de suministro de la que carecen las otras renovables. Así lo ha reconocido (por fin) la Unión Europea y así lo ven ya los partidos verdes de países menos corruptos que el nuestro. Dinamarca se acaba de sumar al carro nuclear, Alemania se está replanteando su postura y otros países avanzan en la misma dirección, construyendo reactores sin descanso. Nosotros, como de costumbre, a la contra, y no por cuestiones científicas, sino por falta de información y exceso de populismo.

Los reactores de última generación ya pueden usar los residuos como combustible adicional, los reactores rápidos y los del ciclo del torio parecen ser el futuro. Los SMR prometen llevar electricidad a casi cualquier sitio del Planeta, ayudando a los países más pobres y a las personas más desfavorecidas, pero nada de eso cuenta para los que dicen querer reducir las desigualdades. Curioso.

Por favor, si alguien desea comentar que la energía nuclear contamina o que es peligrosa, más le vale llenar el morral de argumentos científicos para sustentar tales afirmaciones. ¡Basta ya de eslóganes sin razonamientos! La última vez que saqué este tema, ninguno de los detractores de esta energía fue capaz de justificar su postura más allá ideas políticas simplistas. Ojalá sea diferente en esta ocasión.

Os recomiendo encarecidamente la lectura de ambos libros. Servirá para aprender y para desechar ideas erróneas y tergiversadas.

martes, 20 de mayo de 2025

Castillo de Vullierens II

Esta entrada es continuación de esta otra. Lo descubrí por Instagram y me faltó tiempo para buscar un día soleado a finales de mayo del año pasado para visitarlo; justo cuando los iris están en su mejor momento.




El castillo se encuentra muy cerca de Morges y, por lo tanto, del lago Lemán. Está considerado como un perfecto ejemplo de la arquitectura suiza de principios del siglo XVII, y se erige sobre los cimientos de un castillo-fortaleza del siglo XIII. El terreno, de 100 hectáreas, ha pertenecido a la misma familia durante 700 años. (Fuente: mywitzerland.com).






En la entrada anterior vimos fotos centradas fundamentalmente en uno de los nueve jardines que acogen alrededor de 50.000 flores entre mayo y julio de cada año. Hoy sigo con mi desorden habitual, mezclando imágenes de mis dos primeras visitas, y lo hago acercándome al interior del recinto en el Jardín de Dorianne.






Fue creado en 2006 en la terraza del palacio en honor de Dorianne Bovet, la madre del actual dueño, y su diseño geométrico acoge rosales de color rojo y amarillo.






Venir aquí un día soleado, de esos en los que todavía no aprieta el calor, es una delicia. Las flores, las esculturas, el paisaje y los bancos; todo se conjuga para transmitir belleza y sosiego.










El edificio principal está cerrado al público, y es en este jardín donde podemos acercarnos más para admirar su arquitectura.






Ya en la salida, nos espera el Jardín Secreto, un pequeño rincón lleno de paz y tranquilidad inspirado en el libro del mismo nombre el escritor Frances Hodgson Burnett.






Un arroyo discurre por el punto más bajo del jardín, no muy lejos del puente levadizo que daba acceso al castillo medieval.






Otro día volvemos con la historia del castillo, de las personas que lo embellecieron, así como con más flores y jardines.

martes, 6 de mayo de 2025

Fuggerei

En Augsburgo encontramos el que es el barrio de casas sociales más antiguo del mundo. Con sus 67 edificios y 142 viviendas, el Fuggerei es una ciudad dentro de otra. Fue fundado por Jakob Fugger en 1521 con el objetivo de alojar a católicos que se comprometieran a rezar tres veces al día a cambio de pagar un alquiler anual que en la actualidad equivaldrían a 0,88 euros.






Por aquél entonces solo había 52 edificios y para conseguir una vivienda además de la condición religiosa, había que tener más de 60 años, residir en Augsburgo y haber caído en la indigencia, reglas que han ido cambiando. Actualmente, la lista de espera es de unos cuatro años.






A lo largo de sus cinco siglos de historia, el lugar ha conocido algunas variaciones, como la construcción de una escuela en el siglo XVII, un búnker durante la Segunda Guerra Mundial, convertido ahora en museo, o, más recientemente, una tienda y una cervecería. En la actualidad es el hogar de 150 personas y recibe infinidad de turistas como nosotros; unos 200.000 al año, que disfrutan de sus calles tranquilas y de los pequeños jardines que adornan las casas.






Ocupa un espacio de 15.000 metros cuadrados muy cerca del centro de Augsburgo y está delimitado por una muralla. Las puertas se cierran a las 10 de la noche, y los que lleguen más tarde han de pagar 0,5 euros para que les dejen entrar, suma que asciende a 1 euro si ha pasado la medianoche.






Los Fúcar (Die Fugger) fueron una familia de empresarios y financieros alemanes que comerciaban con tejidos para invertir luego en minas de plata en el Tirol, especias, propiedades inmobiliarias y otros negocios de carácter internacional. Jakob Fugger (1459-1525), uno de los hombres más ricos de la historia, fue el noveno de diez hijos, y poco hacía presagiar que terminaría gobernando los negocios de la familia. Fue educado en un monasterio y nombrado canónigo, pero terminaría aprendiendo los secretos de la contabilidad en varias ciudades italianas, lo que le abrió las puertas de los negocios familiares.

Invirtió en metales nobles con grandes ganancias que le permitieron convertirse en el prestamista de Maximiliano I, financiar al Papa Julio II, participar en negocios de ultramar tras los descubrimientos de Vasco de Gama, e invertir en especias, arriesgándose a financiar expediciones alternativas a la ruta tradicional. También participó en el viaje de Fernando de Magallanes en el que la nao Victoria terminaría dando la primera vuelta al mundo, siendo banquero de Carlos V tras la muerte del emperador Maximiliano. 

Ya fallecido, y ante la ausencia de hijos, su patrimonio terminó en manos de dos sobrinos que, si bien lograron aumentarlo, terminarían por perderlo tras el hundimiento de la economía de la corona española. La familia cayó en quiebra, pasando a vivir desde principios del siglo XVII del latifundio.




Como curiosidad, en la casa nº14 hay una placa que recuerda a Franz Mozart, bisabuelo del famoso compositor, que trabajó como maestro albañil y vivió aquí desde 1681 hasta su fallecimiento cuatro años después.






Era Semana Santa, y muchos lugares estaban cerrados. No pudimos entrar a la catedral porque íbamos de paso y había una misa de tres horas que nos dinamitó los planes. Augsburgo es bonita, pero no pienso volver en una fiesta religiosa. Afortunadamente, este barrio estaba abierto y nos salvó parte de la tarde hasta que decidimos seguir camino.