Un lustro no es nada I

Acabo de recibir mi nuevo permiso de residencia en Suiza, lo que quiere decir que ya llevo cinco años viviendo acá. Ni que decir tiene que se me han pasado en un suspiro, sin apenas darme cuenta. Un lustro de atardeceres en el lago, de paseos por el Zugerberg, visitas a Zúrich o Lucerna …

Había pensado en hacer una entrada sobre ello, pero eran tantas las fotos que al final he escrito dos. Y no por eso serán pocas imágenes, así que poneos cómodos, que hay para rato. Entre tantos miles ni siquiera he podido elegir las mejores, pero confío en que sí sean representativas. A cambio, tendréis menos que leer. De momento continuamos con alguna de Zug, en varias épocas del año.

En mis excursiones a los Alpes he visto el Rigi, el Pilatus, el Titlis, el Jungfrau y el Piz Gloria, todos ellos en varias ocasiones. Con más o menos nieve, generalmente con cielos despejados, porque subir es caro y no merece la pena cuando hay demasiadas nubes, el espectáculo de los Alpes, desde las mismas cumbres es grandioso.

Algo más lejos están Zermatt y el glaciar Aletsch, del que os muestro una foto en verano y otra en invierno.

En este resumen, no puedo olvidar la garganta del Aar, Basilea, ni Stein am Rhein. El pequeño Blausee, las vistas desde Stoos o los paseos junto al lago Sarnen.

Rapperswill, Ginebra y el lago Leman. Gruyeres con su museo dedicado a Giger, St Gallen y su famosa biblioteca. El puente colgante en Triftbrücke y las cascadas del Rin. La casa de Chaplin en Corsier-sur-Vevey…

Entre tantas cosas he encontrado un hueco para trabajar, la razón por la que dejé España en 2013. Aquí, en el país helvético, tengo un fantástico grupo de amigos con el que lo paso estupendamente. Me ayudan a disfrutar de la vida, a superar los muchos días de lluvia. Ahí están para suplir las faltas: esa comida diferente a la española, la ausencia de la familia y de mis otros amigos, las exposiciones y los museos que encontraba en Madrid.

El lugar perfecto no existe, pero Suiza se le acerca bastante. Al menos para los que amamos la limpieza y el orden; la tranquilidad y el silencio. Las cosas funcionan, los precios son altos, pero también los sueldos. La calidad de vida, en general, es excelente, y solo puedo estar agradecido a quienes me han acogido. Cinco años sin huelgas ni manifestaciones, sin contenedores ardiendo ni perros que ladren; sin borrachos bajo mi ventana ni orines en el portal; sin camiones de basura haciendo ruido de madrugada ni atascos de tráfico. Parece que no haya vecinos y apenas hay que limpiar porque no se ensucia.

Son tantos lugares, que mejor hacemos aquí una pausa y seguimos dentro de unos días.