domingo, 8 de octubre de 2017

Frankfurt II – La casa de Goethe

Continuación de la entrada anterior…
El frío, el cansancio y la imposibilidad de encontrar una de esas cervecerías que crecen como hongos en Bavaria, hacían mella en mi ánimo, pero no quise volver al hotel sin visitar la casa natal de Goethe, que por lo visto atrae a unos 100.000 visitantes al año.


Johann Caspar Goethe, cónsul imperial y padre del escritor, fue quien dio a la casa su forma actual, remodelando en 1756 dos casas que había heredado. De estilo burgués Rococó, el edificio fue completamente destruido en la Segunda Guerra Mundial; lo que hoy vemos es una reconstrucción de 1951 según la estructura original.



Se accede por el patio, llegando a la cocina y al Cuarto Azul.





Una amplia escalera barroca conduce hasta la preciosa estancia Peking, la sala de estar llamada así por la decoración chinesca del papel pintado.





El salón de música, con sus históricos instrumentos de teclado, ilustra el gran interés musical de la familia.



El segundo piso era donde tenía lugar la vida cotidiana. Encontramos también la biblioteca del padre de Goethe y la sala de pinturas. Hay habitaciones en recuerdo a la madre y a la hermana.





En la última planta hay un teatro de marionetas y una buhardilla en la que vivió Goethe tras completar sus estudios de derecho. Ahora se muestran allí algunos de sus primeros poemas junto con otros documentos. La casa pertenece a una fundación ciudadana establecida en 1859, que la adquirió cuatro años más tarde, decorándola con muebles de época. Desde entonces está abierta al público.

En 1897 se abrió un museo como complemento a la casa que acoge pinturas relacionadas con la época y la vida del escritor. Salimos por donde hemos entrado, por un minúsculo jardín y por un patio cubierto.


11 comentarios:

Ligia dijo...

Una maravilla, la sala Pekín aunque es muy original no me parece que concuerde con el resto del conjunto. Abrazos

unjubilado dijo...

Bonita casa, claro que sin ascensor me rio yo si alguien en la actualidad tiene su escritorio en la buhardilla. No me extraña que antes fueran unos tiarrones con unas piernas fuertes y potentes.

A Casa Madeira dijo...

Amei o passeio.
Adorei a postagem, tudo muito bonito por lá.
Boa continuação de semana.

Contadora de Libros. dijo...

Me parece una casa muy bonita, y como conozco un poco la historia que encierra, me resulta más bonita aún.
Cuando el padre de Goethe ve el gran potencial que tenía su hijo, lo deja todo y se dedica a enseñarle e incursionar en diferentes temas e intereses.
Goethe parece ser que tenía mucha facilidad para aprender y que le interesaban muchas cosas.
Así que esta casa fue un hogar, un templo y hasta una cuna de inteligencia.
Bonito detalle que hayan querido mantener esos primeros escrito (un tesoro).

Una mirada... dijo...

Ha de reconocerse esa pulcra reconstrucción del edificio que ha hecho de su interior un lugar precioso. Los muebles son exquisitos y, aunque el conjunto sea en realidad producto del siglo XX, se ha trabajado con tanto cuidado que se diría que la misma familia que allí residió quedaría encantada.

Tawaki dijo...

Ligia, imagino que responde al interés que se despertó en Europa por todo lo oriental. En aquel momento se trataba de algo muy nuevo, y quizás sea por eso por lo que choca tanto.

Un jubilado, al final, los ascensores nos hacen involucionar.

A casa Madeira, me alegra que te haya gustado.

Nélida G.A., las cosas se disfrutan el doble cuando se conocen. Siempre sacamos provecho de lo que aprendemos, y este es un lugar que te impulsa a investigar. Algún día, cuando tenga más tiempo y menos estrés, me pondré con las obras de este escritor. Ahora mismo temo que me resulten demasiado densas.

Una mirada, lo han hecho lo mejor que han podido, y aunque muchas cosas no sean originales sí que da la impresión de transportarte a la época. Es un lugar tranquilo, con visitantes pero sin agobios que merece la pena ser visitado.

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

nella dijo...

Me perdí. En la útlima foto ¿estamos en la buhardilla? Si es así es lo que más me gusta. Si no, también :)
Desde la imagen no es una casa que me insipira tanto, como leer a su dueño. No sé... demasiado papeles en las paredes?

Beso

silvia de angelis dijo...

E' sempre un gran piacere soffermarsi sui tuoi articoli
Buona serata e un saluto,silvia

Almatina dijo...

Vaya
las cocinas tienen ollas de cobre, una coqueta disposición, y una hermosa biblioteca que diera a otro salón
seguro habría un piano ya vendido
Bonita experiencia
no te dio por escribir, cocinar o echarte un paseo por los jardines
para curiosear?
jejeje
Saludos intrépido Tawaki

RosaMaría dijo...

Todo de una exquisita elegancia y refinamiento. Me encantó todo, los cuadros y el cuarto de música me fascinaron, lástima no poder estar allí. Gracias por este paseo. Abrazo

Tawaki dijo...

Nélida, ja,ja, la última foto es un pequeñísimo jardín. La verdad es que no sé cuánto hay de verdad en la decoración; lo que está claro es que no es la auténtica. Puede que en aquel momento no hubiese tanto papel.

Silvia de Angelis, me alegro de que te guste. espero que la traducción sea un poco fiable al menos, porque a veces falla más de la cuenta.

Almatina, cualquiera de esas cosas me atraen, pero no, no hubo tiempo para nada de eso. No había comida, hacía demasiado frío para disfrutar del jardín y los libros parecían estar muy vigilados...

Rosa María, no sé cómo de fiable es la reconstrucción, pero es una casa en la que podría vivir perfectamente. La combinación de libros y chimeneas siempre me atrajo.

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.