Como
de costumbre, he ido publicando también algunas entradas sobre Camboya en mi
otro blog, Más extraño que la ficción, por lo que la numeración salta de uno a
otro, complicándoos la vida. Con el tiempo, y, sobre todo con más calma, espero
ir desgranando templos y aldeas; paisajes y pagodas de uno en uno, sin prisas.
De momento continuamos con esta tercera entrada consecutiva sobre nuestro viaje
a Camboya, tras la cual cambiaré de tercio.
Visitamos
el magnífico templo de Banteay Srey, una joya en la que no pudimos evitar las
multitudes porque es demasiado conocido, así como un río plagado de lingas, el Kbal
Spean.
Camino
a Battambang volvimos a sumergirnos en la Camboya más pobre. A pesar de ser la
tercera ciudad del país, sus alrededores estaban llenos de basura y parecían un
vertedero.
Paseamos
en bote por un río bastante contaminado, junto al que, sin embargo, los locales
construyen sus casas de madera, plásticos y chapa. El plástico está por todas
partes, esparcido – supongo – por las crecidas de las aguas durante el monzón. El
aspecto es desolador, y uno se da cuenta, como os decía en otra entrada, de que
este planeta que habitamos no tiene remedio. Bueno, la Tierra seguirá, pero no
como la conocemos.
Aquí
viven quienes no tienen acceso al agua potable canalizada, los que no disponen
de electricidad, aquellos cuya esperanza de vida apenas llega a los cincuenta
años; los niños abandonados por unos padres que no pueden mantenerlos y que
prefieren regalarlos o que se queden con sus tíos o abuelos.
Almorzamos
en The Lonely Tree, un
café restaurante solidario que emplea a jóvenes con discapacidad bajo el
paraguas de la Prefectura Apostólica de Battambang, y compramos algunas cosas
en la tienda que hay en la planta baja. Es una forma excelente de ayudar a
quienes más lo necesitan.
Monseñor Enrique
Figaredo es un
jesuita asturiano que vive en Camboya desde 1985. Es, actualmente, el Prefecto
Apostólico de la diócesis de Battambang y el Presidente de Cáritas Camboya. Lo
que comenzó como un proyecto para ayudar a quienes habían quedado mutilados por
las minas anti-persona, se ha convertido, con el paso de los años en una labor
humanitaria que beneficia a más de trescientas mil personas en un país que
cuenta con unos 16 millones de habitantes. Sus fundaciones centran esfuerzos en
mejorar el nivel de educación y en ayudar a los colectivos más marginados y
excluidos, los pobres y las personas con discapacidad.
Visitamos
después el taller de Joseba Etxchebarría, un fotógrafo humanitario
que nos sorprende con sus retratos y nos cuenta anécdotas de sus muchos viajes.
Cada foto es una historia, como la de esa señora que a sus setenta años quiso
que le hicieran una instantánea si con ello colaboraba en la educación de
algunos niños. Sin pretenderlo, se ha convertido en una estrella superventas.
Los
alrededores de Battambang también ofrecen muchos puntos de interés que no
podemos pasar por alto. No todo es miseria; al contrario, hay mucho que ver.
El
templo de Ek Phnom nos recibió con flores bajo un cielo que se iba cubriendo de
nubes.
En la
pagoda cercana asistimos al momento en el que comían los monjes. Fue una
ocasión impagable de mezclarnos con la gente del pueblo y ver cómo es el día a
día de estas comunidades. Muchos de ellos posaron con una sonrisa en los
labios.
Visitamos
las cuevas de Phnom Sampeau, tristes protagonistas de los años de la represión,
pero luego nos relajamos junto a muchos otros camboyanos en Wat Bannan. Eso sí,
después de subir por unas empinadas escaleras para visitar lo que queda del
templo. Menos mal que para entonces nuestras piernas ya estaban acostumbradas.
A
punto de completar el círculo, navegamos por la aldea flotante de Kompong Loan,
que algunos desaprensivos llaman la Venecia de Camboya. La comparación me
parece harto insultante, ya que aquí se apiñan todo tipo de personas –
fundamentalmente inmigrantes vietnamitas – en unas condiciones deplorables. No,
agencias de turismo, aparte del agua, este lugar no tiene nada que ver con
Venecia.
Pero
todavía nos quedaba por ver el horror del genocidio de los jemeres rojos.
Dedicamos el último día, ya de vuelta en Nom Pen, a visitar el S21, escenario
de torturas indescriptibles, y Cheoueng Ek, un campo de extermino cercano a la
capital. En ambos lugares, los turistas nos movíamos en absoluto silencio, como
muestra espontánea de respeto a los miles de seres humanos que fueron
asesinados allí no hace tanto tiempo.
Como
no quiero despedirme con unas imágenes tan tristes os dejo algunas de las
personas que nos fuimos encontrando. Gente amable, simpática y sonriente que
posaba encantada sin pedir nada a cambio a pesar de no compartir ningún idioma.
En pocos países he visto tanto respeto por el turista como en Camboya.
Así
pues, ha sido un viaje muy completo, con sus grandezas y sus miserias. Hay
quien prefiere mostrar solo las primeras, pero a mí me gusta dar una visión más
completa, más real. Camboya me ha impresionado, me ha hecho meditar, y no
descarto dedicarle un blog aparte si encuentro el tiempo necesario, algo que
por el momento parece imposible.
P.D.
He encontrado en Madrid una copia de seguridad de las fotos perdidas. Ya me
extrañaba no haber hecho ninguna, la verdad. Simplemente estaban en otro disco ;)
17 comentarios:
Immagini preziose e speciali d'un magico mondo, molto apprezzate
Un saluto,silvia
Si digo que esta es de las entradas tuyas que más me han gustado, va a parecer que barro para adentro porque en ella mencionas la labor de ese jesuita…
Por cierto, me resulta extraño que un jesuita se deje llamar Monseñor.
Silvia de Angelis, me alegro de que te gusten.
Senior Citizen, creo que queda patente que Camboya me ha impresionado. Soy el primero en criticar a la Iglesia cuando lo hace mal, pero echo de menos que se pregonen también sus cosas buenas. Hay que ser ecuánime. Lo de Monseñor está sacado de la propia página web de su fundación.
Muchas gracias a ls dos por vuestros comentarios.
Sí, ya había visto en el enlace que se le llama Monseñor, he buscado información sobre eso y parece ser que es un título que se sigue usando en esos países, cuando en Europa está casi desaparecido y solo lo mantiene una cierta Obra de todos conocida.
Muy interesante todo lo que comentas y como siempre, las fotos maravillosas de un precioso lugar. Abrazos
Pues sí, una entrada muy interesante y completa. Me ha sabido a poco, y es que como te decía en la anterior entrada cuando más sé de Camboya, más me gusta y más quiero saber.
Banteay Srei me parece un templo impresionante, muy hermoso.
Las lingas del río son una maravilla, cuánto detalle esculpido en las rocas del camino. He ido a buscar más sobre ellas en internet, dicen que el sentido con que fueron creadas (esculpidas) era "purificar y santificar" al ser un camino entre templos y ya que el río desemboca en el Angkor.
¿Te explicó el guía más cosas sobre esto?
Por otro lado me encanta que existan iniciativas como la de The Lovely Tree, y Monseñor Enrique Figurado.
Me alegro que disfrutaran y ayudaran al mismo tiempo. Es genial.
Y como no me gusta la gente que siempre tira piedras en el mismo tejado, prefiero no hacerlo yo tampoco y ser justa en cada momento. Me consta que Cáritas en todos lados, hace una gran labor de ayuda para muchísimas personas. Ayuda 100% sin quedarse nada en el camino.
De las fotos de Joseba Etxchebarría, que tantas veces he visto, no puedo decir sino que son buenísimas. Y que los retratos parecen hablarte del otro lado de la pantalla (o papel).
Las Cuevas....
Hubo mucho dolor allí, pero el lugar tiene mucho interés, y creo que es visita obligada.
Estremece sentir el horror del genocidio Así que me imagino lo que es visitarlo en persona; el sentimiento se intensifica, tanto de respeto como de dolor.
Gracias por hacernos tan ameno e interesante este paseo, Tawaki.
Yo tampoco quiero terminar mi comentario con algo triste, así que dejo mi sonrisa, nacida con tu idea (posibilidad) de crear un blog sobre este viaje en particular y Camboya en general. ¡Animo!
Un beso.
P.S: Bien. Me alegro muchísimo.
·.
Solo puedo seguir maravillándome, además de una sana envidia.
¿necesitas a alguien que te lleve las maletas? :)
Formidable post
Un abrazo
.·
LMA · & · CR
Como siempre me han encantado las fotos, pero en este caso, para mi, se llevan la palma la felicidad que irradian los pequeños al ser fotografiados.
Contigo completo mis viajes de lugares que no visité o me haces descubrir detalles pasados inapercebidos.
Bonito viaje aunque en ciertos momentos duro por la realidad.
Un feliz fin de semana.
Un lugar sorprendente esa Camboya por la que nos has ido paseado y donde la grandiosidad del pasado convive con el día a día de quienes tantas carencias sufren. Impagable la labor que realizan las personas que han decidido unir su suerte a la de los habitantes desfavorecidos; ese humanismo solidario es el que hace rotar este planeta nuestro.
Senior Citizen, hay quien lo llama obispo, pero tampoco es correcto. Supongo que lo que importa es que hace una labor impagable en un sitio donde hace falta de verdad.
Ligia, me llevó bastante tiempo organizar las fotos, pero ahora ya tengo un recuerdo imborrable que me gustará ver de vez en cuando.
Nélida G.A., habrá más, no te preocupes, y Banteay Srei será de las primeras. Ya está casi lista. Los lingas están relacionados con la fecundación, y aparecen en todos los templos. Precisamente los tallaban en los ríos para que el agua fecundara las cosechas y las personas. En Vietnam también vimos algunos. Como ves, te pones a investigar un poco y ya no se puede parar. Me gustaría dedicarle un blog en exclusiva, pero la falta de tiempo es de momento un obstáculo insalvable. Volví muy tocado con la pobreza, de ahí que haya comentado sobre las personas que, de una forma u otra, ayudan a los que lo necesitan. El recuerdo de la dictadura es terrible, pero nor ello hay que obviarlo.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Alfonso, viajo ligero, pero siempre hay una mochila de sobra. Espero que puedas hacer realidad esos sueños. Yo he elegido un estilo de vida sin muchos compromisos y eso me facilita el poder viajar. Parte de la motivación de mis blogs es arrancar a alguno del sofá para que descubra las maravillas que hay ahí fuera.
Un jubilado, es quizás lo que más nos sorprende a los occidentales. Ver gente en una pobreza extrema y que sin embargo sonríe. En Camboya encontré gente amable por todas partes, y los niños se hacen querer de una forma especial.
Mari-Pi-R, lo mismo digo. Se ve que nos vamos complementando, lo cual es bueno además de divertido. Cada viaje tiene un poco de todo y tenemos mucha suerte al poder apreciarlo. Camboya me gustó especialmente, como puedes ver.
Una mirada, merecen que se hable de ellos, porque los pobres de verdad, los que no reciben subvenciones, no tienen voz ni voto en esta sociedad tan moderna. Camboya me ha hecho reflexionar de una forma más profunda a como me sucedió en Vietnam o la India. Ojalá que el turismo y el comercio les permita dar un salto adelante y mejorar su calidad de vida.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Un post lleno de emociones contradictorias. Por un lado la desidia, por otro la simpatía y bondad del ser humano su aporte para paliar necesidades, el sacrificio constante, la indiferencia de las autoridades, en fin que veo mucho por aquí, también en limpieza. Las fotos preciosas, aunque es una constante en ti. Felicitaciones y gracias.Todo vale para mostrar. qué bueno que encontraras las fotos, la constancia tiene premio. Beso y buenos viajes.
Otra vez... me asombró ver nenúfares. Imagino que también habrá peces varios. Las fotos de las personas preciosas. Beso.
Rosa María, es que en la vida hay de todo, y nosotros nos hemos mezclado un poco con el día a día de esta genta, además de contar con un guía muy bueno. Había muchos nenúfares porque hay agua por todas partes y porque el clima facilita su crecimiento. También había lotos, pero nunca tuvimos la ocasión de fotografiarlos, una espinita que me traigo. Fue un viaje fantástico, muy completo. Un beso y gracias por pasar.
Hola mi hermano. Te escribo desde Maringá, en el sur de Brasil, pues soy un emigrante venezolano. Digo esto para tus seguidores que puedan preguntarse el por qué de este comentario peregrino luego de casi un año.
En primer lugar. Gracias por tu comentario a mi relato EL PAÍS SIN NOMBRE (acerca de la Camboya de los Jemeres Rojos) es algo que me entusiasma mucho, ya que estoy claro que mi misión en este mundo es la escritura de libros, de hecho, ya tengo dos publicados y algunos relatos aislados en plataformas de lectura. El caso es que tu opinión me confirma que para eso es que nací y es algo que me da aliento cuando, en mi caso, en el mundo literario eres un perfecto desconocido.
Me dices además, que puede ser que el tema no llame la atención pues ya está siendo olvidado...Y exactamente por eso es que me interesó tanto el tema...Para no olvidar y sobre todo para divulgar, pues a estas alturas de tecnología e información a mano, todavía el grueso de la población, ignora qué fue lo que pasó allí. Y por eso quise hacer una semblanza breve pero contundente del desastre camboyano. Además de eso, debo reconocer que lo hice pensando en mi Venezuela, país que , como a Camboya, también le cambiaron el nombre. Lamento decirlo pero a mediano plazo, Venezuela se encamina a una situación similar.
De nuevo gracias por dedicar tiempo a la lectura de mis relatos, que si bien son breves, la mayoría son optimistas, así que este es uno de excepción. Por cierto, si para algo vale el encierro sanitario de la crisis del coronavirus, me voy a permitir dejarte otro cuento, este si ya publicado, que tiene mucha relación con el que acabas de leer...Dios te bendiga mi hermano
https://sweek.com/es/s/AAAFAwBsCAAFBQ4OBwYHDWYCCA==/Ali_Reyes/Atila
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