sábado, 25 de enero de 2020

La importancia que damos a las excepciones

El avión que hacía la ruta Zúrich – Madrid el pasado 20 de diciembre se movió de lo lindo durante unos veinte minutos, poco antes de su aproximación al aeropuerto madrileño, debido a unas condiciones meteorológicas inesperadas.

Hubo algún grito de sorpresa, inmediatamente sofocado; varios pasajeros vomitaron y yo tuve que dejar de leer porque mi libro se movía a ritmo de samba. Nunca hasta entonces había sufrido tantas turbulencias en un vuelo comercial, porque además de los consabidos baches, el avión se inclinaba ora a la izquierda, ora a la derecha.


Por la razón que sea, no me asusta volar, ni siquiera cuando el aparato se mueve como si fuese a desmembrarse, quizás porque confío en la estadística y en los pilotos que nos llevan. Siempre he dicho que si me tiene que suceder algo grave en un avión, me gustaría que fuese con una tripulación de Iberia o una estadounidense, pues son los mejores.

Abandonada la lectura, me dediqué a tomar notas para esta entrada, desarrollando una idea que me vino a la mente al ver las caras tensas de mis compañeros de viaje.


Creo que la mayoría de los seres humanos nos preocupamos en exceso por lo excepcional, mientras que tendemos a obviar lo cotidiano. Cuando hay turbulencias enseguida pensamos en que el avión va a estrellarse sin remedio, cuando lo normal es que no suceda nada.

Hay quien cancela un viaje a un país o a una ciudad que acaba de sufrir un atentado o porque leyó en la prensa que hubo un robo, un asalto, un secuestro. En esto, la televisión se lleva la palma a la hora de asustarnos.


Cuando en 2009 fui a Perú hubo quien cuestionó mi salud mental porque se habían producido algunos casos, muy pocos, de gripe aviar. Más tarde, en 2014 se repitió la escena camino de Botsuana mientras el ébola ocupaba los telediarios.

Porque los medios de comunicación son los responsables de esas histerias colectivas provocadas por apenas un grupito de sucesos. Son expertos en poner el foco en la excepción, que es lo que les da dinero, y hacernos creer que la realidad es otra. Lo vemos continuamente con unos enfrentamientos que si bien crecen, están muy lejos de ser cotidianos.


No sé, quizás esté loco o me guste llevar la contraria. Puede que un día, en una crisis de verdad me ponga a gritar como un poseso, pero por el momento, cuando me enfrento a lo insólito, a lo improbable, me da por pensar que los números están de mi lado y me dedico a mirar por la ventanilla en mitad de las turbulencias. Y me pregunto por qué los humanos somos, en general, tan fácilmente manipulables a pesar de contar hoy día con más información que nunca.

Por cierto, el tema de esta entrada no es el miedo a volar. Lo del avión ha sido una excusa para discutir sobre lo poco evolucionados que estamos.

15 comentarios:

Amapola Azzul dijo...

En algunas cosas estamos poco evolucionados.

Besos.

Contadora de Libros. dijo...

Reza un dicho, que casi la totalidad de las cosas que nos dan miedo que sucedan, nunca llegan a suceder.
Un buen ( y sabio) amigo me dijo una vez "no te preocupes ahora, en todo caso llegado el momento ocúpate".
Ahí está el quid de la cuestión, preocuparse menos (por algo que casi seguro no sucederá) y ocuparse (si finalmente sucede, en ese momento).
Nos traes una reflexión que da para muchos matices y ejemplos.

Senior Citizen dijo...

Yo creo que lo de los aviones es como el dentista y no me parece que nadie racionalice ni lo uno ni lo otro, sino que hay quien siente miedo en un avión y lo sigue sintiendo por mucho que viaje, mientras otras personas se sienten a gusto y tranquilas la primera vez que vuelan. Y en el dentista igual. La mayoría estamos tensos nada más sentarnos en el sillón y, sin embargo, tengo un amigo que se duerme en cuanto empiezan a trastearle en la boca.

José shoto dijo...

Hola, todo lo que dices son propios de estudios sicologicos y también podría pertenecer a lo sociólogo ¿verdad?

Te acabo de descubrir gratamente, pues escribes muy bien.
Te anoto.
Un saludo.

Unknown dijo...

Joer, me encantaría coincidir contigo en un vuelo. Seguramente que tu conversación me tranquilizaría. Yo soy una de esas locas que se acojonan cuando vuelan.
Abrazos
PrincesaDonna

PrincesaDonna dijo...

Soy la del comentario anterior

Una mirada... dijo...

Cada persona tiene sus propios condicionantes que la impulsan a actuar de una manera o de otra. Lo inesperado no necesariamente asusta pero siempre asombra, precisamente porque no entra dentro de los propios parámetros.

No conozco las líneas estadounidenses pero coincido contigo en la sensación de seguridad cuando viajo con Iberia; valoro más esta compañia desde que conozco las líneas aéreas internas de Rumanía.

alfonso dijo...

·.
Buena reflexión.
Si viajo en avión no me preocupo. No vale la pena hacer de aquello en lo que no tenemos posibilidad alguna de variar los hecho.
Es cierto que los medios contribuyen en exceso a crear alarmismo. Aún así, ante hechos constatados, ébola por ejemplo, si que mis decisiones pueden tener efecto en los resultados, y por ello... no viajaría a esos destinos. Ya sé que me pierdo algo. Ya se recuperará en otro lugar.
Un abrazo

LMA · & · CR

unjubilado dijo...

De momento he tenido suerte, las turbulencias que he sufrido han sido llevaderas, pero un compañero me comentó el caso del viaje de vuelta de Tailandia, de buenas a primeras y sin ningún tipo de aviso el avión bailaba de arriba abajo, hasta tal punto que el que no llevaba puesto el cinturón dio con la cabeza en el compartimento de equipajes, al caer, logró sujetarse y no le pasó nada, hubo varios heridos de poca consideración, incluso una de las azafatas.
Yo sigo viajando en avión y la única vez que me inquieté un poco fue en Bélgica al aterrizar ya que el piloto tuvo que hacer una frustrada, por un avión en medio de la pista, eso por lo menos fue lo que nos dijo.

Tawaki dijo...

Amapola Azzul, eso parece, nuestro cerebro reptiliano aún tiene demasiado protagonismo.

Contadora de Libros, la teoría nos la sabemos, pero ¿por qué no somos capaces de aplicarla? Es un misterio.

Senior Citizen, yo soy de los que se duermen, en el avión y en el dentista, pero me llama la atención que seamos tan propensos a "panicar" cuando la razón debería imponerse. Como decía en una respuesta anterior, nuestro cerebro de reptil sigue teniendo demasiado poder.

José shoto, me alegro de que te guste cómo escribo. Procuro ser cuidadoso, pero el talento que me falta no lo puedo inventar. Gracias

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

Tawaki dijo...

PrincesaDonna, coincidí en uno yendo de Madrid a Lisboa con una señora que tuvieron que sacarla del asiento con fórceps. El avión es uno de los medios de transporte más seguros, pero lo que nos atemoriza es no tener los pies en el suelo. Hay cantidad de cursos para perder el miedo, en ellos te explican cómo y por qué vuelan los aviones, y saberlo te tranquiliza.

Una mirada, sí está claro, pero la pregunta es por qué en el siglo XXI seguimos tan aferrados al cerebro más primitivo. No es solo al volar, sino que saltan las alarmas en casi cualquier situación. Mira lo que está pasando ahora con lo del coronavirus sin ir más lejos. Han fallecido un puñado pequeñísimo de personas y se han agotado las mascarillas en España.

Alfonso, yo tampoco habría ido a los países del ébola en ese momento, no estoy tan loco, pero teniendo en cuenta las distancias que hay en África no entiendo ese pánico tan universal. Mira lo que le comento a Una Mirada justo arriba. No tiene sentido, y sin embargo somos impotentes para prevenir ciertos comportamientos que no son racionales.

Un jubilado, leí lo del avión de Tailandia y siempre recomiendo a la gente que lleve abrochado el cinturón en todo momento. Pero m reflexión no iba tanto por los aviones, sino sobre lo propensos que somos a magnificar los hechos como si no fuésemos capaces de pensar.

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

Senior Citizen dijo...

No solo se han acabado las mascarillas, sino que las tiendas de chinos están vacías. Y fíjate a donde llega la paranoia, que el otro día regalé un libro, lo envolví en papel de regalo comprado en un chino y, cuando se lo dije a la destinataria del regalo, creo que lo miró con recelo y luego se llevó el libro sin envolver.

Tawaki dijo...

Senior Citizen, es justo a lo que me refiero. Parece que involucionemos.

RosaMaría dijo...

Hermosas fotos... Llevas toda la razón ya que siempre hay alguna noticia truculenta en los medios que repiten y repiten, lo mismo que las imágenes que ellos consideran necesarias e importantes claro que advirtiendo primero "que pueden herir la sensibilidad de algunas personas" Los comentarios de los médicos son obligados con temas de salud, de bomberos en los incendios, del "Same" autoridad sanitaria en accidentes de todo tipo, de policías y psicólogos en hechos delictivos. Los medios de comunicación tienen tan poca creatividad que se reiteran hasta el hartazgo. Muy buena tu crónica, un abrazo

Tawaki dijo...

Rosa María, los medios viven de distorsionar la realidad y hacen lo que pueden para atraerse el dinero de la publicidad, pero nosotros debemos ser listos, saber leer entre líneas y retener lo esencial y verdadero. Me temo que cada vez más gente se queda con lo accesorio y, como si fuese una religión nueva, vive atemorizada por cosas que nunca pasarán. Como observador que soy, me pregunto por qué los seres humanos somos así. Un abrazo.