miércoles, 31 de agosto de 2011

Frank Hurley

Este blog acaba de cumplir cuatro años y pienso celebrarlo con una entrada que combina dos de mis aficiones, la fotografía y los viajes. Aprovecho también para agradeceros vuestro constante apoyo y vuestros comentarios.


Frank Hurley fue el fotógrafo que acompañó a Sir Ernest Shackelton en su expedición al Polo Sur en agosto de 1914, una de las últimas grandes aventuras del pasado siglo. Caroline Alexander nos lo cuenta muy bien en su libro Atrapados en el hielo, cuya portada es precisamente la primera foto que he subido.


Ya os hablé de esta expedición con motivo de la exposición que tuvo lugar en el Jardín Botánico de Madrid hace dos años, así que sólo os traigo unas pinceladas sobre este fotógrafo australiano que compró su primera cámara a los diecisiete años, participó en varias expediciones y vivió en primera persona las dos guerras mundiales.

De formación autodidacta, era conocido por asumir grandes riesgos con tal de lograr instantáneas más impactantes. Como tantos reporteros de guerra, también fue duramente criticado por componer y manipular algunas de sus fotos, un estigma del que se libran pocos.

No obstante, pienso que su pericia quedó ampliamente demostrada al fotografiar el Endurance mientras estuvo atrapado en el hielo, durante la larga noche antártica.





Regresó de los hielos antárticos para fotografiar la Primera Guerra Mundial en Ypres, un pueblo que tuve la ocasión de visitar varias veces mientras viví en Bruselas y que me impresionó por sus cementerios y memoriales interminables.

Manipuladas o no, Frank Hurley nos dejó un legado de bellas imágenes. Muchos de sus negativos han sido digitalizados y pueden consultarse en la página web de la National Library of Australia.



Me pregunto si algún día podré ir a la Antártida. Eso sí, sin jugarme la vida ni afrontar los peligros que tuvo que sortear él.

domingo, 21 de agosto de 2011

Exposiciones

He aprovechado estos dos últimos fines de semana que he pasado en Madrid para ponerme al día en cuestión de exposiciones. He visto cuatro: Antonio López en el Thyssen, Tesoros y colecciones artísticas de Polonia en el Palacio Real, Cristina García Rodero en el Círculo de Bellas Artes y Roma. Naturaleza e ideal en el Prado.

Después de tanto tiempo vagabundeando por ahí me apetecía disfrutar de Madrid, pero no sufran, que ya tengo preparada excursión para el fin de semana que viene, no sea que se me caiga la casa encima.

De todas ellas, la que menos me ha gustado ha sido la primera. Antonio López es un artista de primera línea, no lo pongo en duda, pero sus esculturas son demasiado hieráticas y los cuadros expuestos no es que no estuviesen terminados, es que apenas estaban esbozados. La imagen corresponde a uno de los pocos que está casi terminado.


Por lo visto trabaja sólo unas pocas horas de unos días determinados del año en cada cuadro. Quiere captar la luz de ese momento y eso hace que sus obras se eternicen. Ya lo sabía, pero como digo, encontré más lienzo que pintura.

Lo que sí me gustaron mucho fueron sus dibujos. Algunos son increíbles.


La exposición del Palacio Real me gustó mucho más, especialmente porque de Polonia lo desconozco todo. Se notaba que las obras habían sido cuidadosamente escogidas y estaban muy bien presentadas.

Destaco una armadura de húsar, varias monedas y medallas, el tapiz del Diluvio


pero sobre todo un par de obras occidentales, la Niña en un marco de Rembrandt (mi pintor favorito) y La dama del Armiño, de Leonardo da Vinci. La mano de la niña parece estar apoyada en el marco, mientras que el cuadro de Leonardo tiene algo especial que no logro describir.


Ayer le tocó el turno a Cristina García Rodero, una de las mejores fotógrafas españolas de la que ya os he hablado en alguna ocasión. Sus fotografías son de los años setenta y ochenta. Reflejan la vida rural gallega de entonces, sus fiestas y tradiciones, en un blanco y negro que realza las personas.

Si bien parecen fotos sencillas, Cristina tiene el don de disparar en el momento justo. Sus composiciones no son fruto del azar y no sé cómo logra desenvolverse entre tanta aglomeración de gentes. Es una lástima que no haya fotos de esas romerías en la red.


Y esta mañana me he acercado al Prado, donde no había demasiada gente, para ver Roma. Naturaleza e ideal, una exposición dedicada a los albores del paisaje. Está muy puesta, con una iluminación perfecta y abundantes explicaciones de los cuadros, los pintores y sus sucesivos avances. El Prado vuelve a superarse una vez más.





Son muchos los cuadros que me han gustado, pero me quedo con los de Claudio de Lorena.

Las fotos son demasiado pequeñas, pero es lo que he encontrado. Os animo a visitar Madrid, porque siempre hay exposiciones interesantes.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Toronto

He regresado a Canadá antes de lo previsto porque la empresa, que debe ser consciente de lo mucho que me falta por aprender, me envió a un curso de liderazgo que tuvo lugar en Toronto el pasado mes de julio.

Nos juntaron por grupos y estuvimos resolviendo casos y más casos durante tres días intensos en los que no pisamos la calle. Eso ha sido lo mejor, conocer a gente inteligente, rebosante de talento y poder enfrentarnos a nuevos retos. Porque la formación ha sido muy americana, eminentemente práctica y muy participativa.

Ésta era la vista desde la habitación de mi hotel a las seis de la mañana.



La primera noche nos habíamos acostado relativamente tarde, sobre las doce, y a las dos horas saltó la alarma antiincendios del hotel. Al principio creí que era la llamada despertador y estuve un buen rato descolgando como un zombi todos los teléfonos de la habitación, hasta que vi que aún era de noche y comprendí de qué se trataba.

Me vestí, cogí el móvil y el pasaporte; abrí la puerta de la habitación y pensé: Tawaki, estás en la planta 25, son las dos de la mañana y te va a llevar un buen rato llegar hasta la calle por las escaleras.

Decidí esperar un poco dentro de la habitación.

Un aviso por megafonía nos informó de que había saltado la alarma en el lobby y de que lo estaban investigando. Me dije que los fuegos no se investigan, sino que se apagan, así que seguí esperando.

Un poco más tarde nos dijeron que se había tratado de una falsa alarma y pudimos volver a dormir.



La misma vista pero al atardecer.

lunes, 1 de agosto de 2011

Bernini

Uno de los alicientes de volver a Roma era ver de nuevo las fabulosas esculturas que hay de Bernini en Villa Borghese. A mi parecer, son las mejores del mundo y nadie ha sabido plasmar la carne en una pieza de mármol como él.

Por desgracia, no me dejaron hacer fotos dentro de la villa, así que la mayoría son de Internet.

Villa Borghese se encuentra algo apartada del centro, en medio de un parque de dimensiones nada desdeñables y requiere de reserva previa para su visita. Si bien hay que molestarse en llamar, también podemos verla con menos aglomeraciones.

Son varias las esculturas de Bernini que podemos ver allí, todas en el centro de las salas, por lo que podemos rodearlas y admirarlas desde todos los ángulos.



Apolo y Dafne es una de mis favoritas. Fue creada a petición del cardenal Scipione Borghese cuando Bernini contaba 24 años y muestra a Dafne convirtiéndose en laurel mientras escapa de Apolo. Parece imposible que se pueda trabajar el mármol con tanta delicadeza.

Un año más tarde, el mismo cardenal encargó esta otra escultura de David en el momento de lanzar la piedra que mató a Goliat.
Pero la que me deja siempre sin habla es esta otra en la que Pluto rapta a Proserpina. Fijaos en el detalle de la segunda foto, en cómo sus dedos se hunden en esa carne hecha de mármol.



Fuera de esta villa, en la Iglesia de Santa María de la Victoria encontramos otra escultura emblemática, el Éxtasis de Santa Teresa, un encargo del cardenal Comaro para su tumba. Esta foto, como la primera de la entrada, es mía.