Después de pensarlo algún tiempo por fin me hice amigo del Prado. Vivir en Madrid y perderse la oportunidad de visitarlo a menudo me parece un pecado, sobre todo cuando suelen traer exposiciones tan interesantes como la presente. Me parece también una forma estupenda de ayudar a su conservación.
El Hermitage en el Prado nos trae algunos de los tesoros de San Petersburgo. Ya la he visto dos veces y no descarto volver ahora que puedo hacerlo cada vez que quiera.
El enlace os da una idea de lo expuesto a los que no podáis acercaros por Madrid. Rembarndt, Durero, Tiziano, Renoir, Caravaggio, Canova, Fabergé, etc. La lista es interminable y todas las obras son de primera calidad.
También hay joyas antiguas que no pude ver cuando estuve en Rusia, como este peine.
O como este ramo de acianos de Fabergé. No es un vaso con agua, sino cristal de roca tallado.
Y luego está la colección permanente. Hace un par de domingos pasé un par de horas en las salas dedicadas a la pintura holandesa, un aperitivo comparado con lo que me queda por ver.