jueves, 23 de agosto de 2018

Amigos


Nos conocimos en nuestro primer día de trabajo, hace ya más de dos décadas, y, desde entonces, no hemos dejado de perseguirnos por una buena parte de Europa. Ella se quedó en Madrid y yo me fui a Londres, pero cuando cambié la capital británica por la belga, ella se casó y terminó en Estrasburgo, donde pasamos algún que otro fin de semana visitando pueblos y bodegas alsacianos.




Regresé a Madrid y ellos se fueron a Zúrich primero y a Ginebra después. Ahora volvemos a estar en Suiza, más cerca que nunca, y aprovechamos para compartir algún fin de semana. Les visité con el cambio de siglo, pero luego pasaron varios años sin que nos viésemos. El día del reencuentro, su marido me dijo: Tawaki, parece que nos hayamos visto la semana pasada. Y era cierto, esa era la sensación al retomar un contacto que siempre estuvo ahí, hibernando. Hay amistades que no entienden de kilómetros.


Siempre pasamos juntos un fin de semana a principios del verano. Otros años hemos navegado por el lago Leman o nos hemos acercado a algún mercado francés de esos que abren el apetito. En julio pasado sorteamos la lluvia prevista y disfrutamos de un día soleado con baño en la piscina. Antes, almorzamos donde siempre, en la ginebrina Place du Molard, porque hay que mantener las tradiciones.


El domingo nos decantamos por una excursión por las serpenteantes carreteras de la orilla norte del lago Leman, en busca de un restaurante con hermosas vistas sobre los soleados viñedos.




Da igual cuántas veces visite esta zona de Suiza, siempre me sorprende la limpieza y el orden. Ningún coche mal aparcado, mucho menos en segunda fila. La tranquilidad es la reina en una ribera del lago por la que la gente pasea sin alboroto. Atravesamos pueblos modélicos con el estómago bien lleno y la retina ahíta de imágenes bellas mientras conversamos.




La felicidad es eso, disfrutar de los pequeños momentos, de un buen almuerzo en un paisaje idílico bañado por el sol y de una estupenda amistad que se mantiene incólume de año en año. Lo mejor, es que para ello no hace falta venir a Suiza; vale casi cualquier lugar del mundo, allá donde tengas buenos amigos.

martes, 7 de agosto de 2018

Kenia I

Hay gente que piensa que un león es igual a otro, y que, visto uno, vistos todos.




Para bien o para mal, yo no soy así, y afronto cada safari con las mismas ganas que el primero, hasta el punto de empezar a escribir esta entrada un par de meses antes de hacer el viaje. ¡Eso es ilusión!




Si por mí fuera, haría uno al año, ya que cada parque es diferente, lo mismo que cada encuentro con estos magníficos animales es una aventura,y un día no tiene nada que ver con el siguiente. En esta ocasión, como no quería mover mucho el equipaje ni pasarme los días en un avión, limité la visita a dos zonas: Buffalo Springs Natural Reserve, en la zona de Samburu, y Masai Mara, junto a la frontera tanzana. Asumía los inconvenientes de la temporada alta, pero llegaba a cambio en el momento de la migración.



No soy deportista; tampoco cazador, pero cargo con un tele bastante pesado y con varias cámaras. A fin de cuentas, solo soy un turista fugaz, accidental y apresurado, que apenas rasca un poco la superficie, instalado en la comodidad de un lodge mientras se mueve en avioneta o todoterreno. Me pregunto si alcanzaré el status de viajero algún día.


Me gustaría echar pie a tierra y adentrarme en la sabana como hicieron,hace ya bastantes décadas, tantos exploradores famosos. Pero me ha correspondido un estilo de vida mucho más cómodo, ajeno a determinados peligros, sin que ello me impida disfrutar al máximo de estas experiencias.    





Acabo de regresar y ya lo echo de menos. Por otra parte, sospecho que no será mi última visita a Kenia, un país maravilloso repleto de lugares interesantes y personas amables y risueñas.


He tenido una suerte inmensa y he podido ver cantidad de animales con cierta comodidad, porque el grueso del turismo llegaba al marchar yo.





Como de costumbre, traigo multitud de fotos que tengo que organizar, por lo que os pido un poco de paciencia. Ya me conocéis, y sois conscientes de que no van a faltar en futuras entradas.