Ya estoy
de regreso, después de dos semanas recorriendo parte de California. Aún tengo
que descargar parte de las fotos, no digo ya seleccionarlas y borrar un buen
puñado de ellas, así que esta entrada es sólo un primer acercamiento a un viaje
estupendo.
Hay más
fotos en mi otro blog, y según vaya poniendo orden entre tanto caos publicaré
alguna entrada más. Y es que dos semanas dan para mucho.
Nada más
aterrizar alquilamos el coche y nos fuimos al Lago Tahoe. El día siguiente,
soleado y con altas temperaturas, era domingo y el lago bullía de actividad. De
todas formas, encontramos algún rincón solitario. A pesar de la sequía que
sufren por allí el lago tenía bastante agua.
En un
viaje por Estados Unidos no pueden faltar los calóricos desayunos en una
cafetería típica.
Yosemite
es un imán para los turistas. Demasiada gente concentrada en los puntos más
interesantes, como las cascadas, un poco escasas ya de agua, el lago Espejo, El
Capitán o el Half Dome. Me parece que la gente olvida que está en un Parque
Nacional y se comportan como palurdos, pero siendo tantos contra uno quizás sea
yo quien esté equivocado.
Recorrimos
muchos senderos, los más fáciles, y aun así caminamos mucho más de lo que
acostumbramos. Este lago, sin embargo, estaba al borde de la carretera. Los
árboles son altos como en ningún otro lugar del Planeta. Pinos y sequoias
compiten en tamaño y longevidad.
Aves que
no logro identificar, simpáticas ardillas acostumbradas, por desgracia, a pedir
comida (ya hablaremos otro día de las malas prácticas de alimentarlas a pesar
de los muchos carteles que hay por todas partes) y ciervos cruzando la
carretera tan tranquilos a unos pocos metros de nosotros. Es un mule deer, llamado así por sus enormes orejas.
No fueron
los únicos en cruzar la carretera delante nuestro. Aquí tenemos al primer oso
de los cinco que vimos. Fue tal la sorpresa que no me dio tiempo ni a cambiar
el ISO.
El
paisaje es espectacular. Día tras día, siempre diferente, sin que canse nunca.
Camino de Soda Springs vimos estas
nubes vestidas de arco iris. Es la primera vez que veíamos este fenómeno.
Llegamos
justo a tiempo de ver Mariposa Grove y sus sequoias. Lo acaban de cerrar por
años para llevar a cabo una intensa restauración. Fijaos en el tamaño de la
persona que hay entre los árboles.
Los días
eran largos e intensos. Nos levantábamos temprano y raro era el día que no
veíamos anochecer desde el coche. Dos semanas parecen mucho tiempo, pero es una
minucia cuando hay tanto que ver.
Entrada
paralela aquí para los que se hayan quedado con ganas de ver más.