En una entrada anterior, os contaba la
excursión que hicimos a Bellinzona en julio del año pasado, amenazando con
dedicar más tiempo a estos monumentos, Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO
desde el año 2000. Hoy nos centramos en los dos primeros castillos.
Al de Montebello, accedimos después de una pequeña
subida, corta pero empinada.
Desde arriba vemos la ciudad de Bellinzona, así como
las murallas que conectan los castillos, con sus puertas de acceso. Ahora están
rodeadas de viñedos que aprovechan hasta el último rayo de sol. A lo lejos,
queda la fortaleza de Castel Grande.
A lo largo de la historia, el castillo de
Montebello también ha sido conocido como el Pequeño, el de En medio, el
castillo de Schwyz (uno de los cantones fundacionales de Suiza) o el castillo
de San Martín. Asimismo, ha sido restaurado en numerosas ocasiones.
A finales del siglo XV, el antiguo
castillo de los siglos XIII y XIV fue transformado en la fortificación que
vemos hoy día, pero luego cayó en el olvido y el abandono, hasta que los
trabajos llevados a cabo a principios del XX le devolvieron el lustre.
En el edificio actual se observan tres momentos
constructivos diferentes que incluyen dos murallas que circundan el núcleo
central, mientras que las numerosas ventanas sugieren que el castillo original
fue alterado para darle otros usos menos militares.
La pequeña capilla, dedicada a san Martín, es uno de
los pocos edificios que quedan de la época en la que los tres cantones suizos
gobernaban el territorio.
Dentro del castillo podemos ver el museo
arqueológico, en el que se exponen algunos objetos procedentes de
enterramientos de la Edad del Bronce, cerámicas, una colección de armas y
algunos dibujos de artistas del Tesino mucho más recientes.
Al estar situado en una colina, el acceso es
relativamente sencillo desde todos los ángulos. Por este motivo, se excavó un
foso que protegiera a sus defensores en caso de ataque. En la parte este del
castillo, un puente levadizo sirve para salvarlo.
Desde este lado es desde mejor se aprecia
el castillo.
Después de tirar algunas fotos, lo dejamos atrás y
seguimos ascendiendo, protegidos del calor por las sombras de algunos árboles.
Vamos en busca de nuestro segundo objetivo: el castillo de Sasso Corbaro.
Este castillo, también llamado en su momento el de Unterwalden (otro de los cantones fundacionales suizos) o el de Santa Bárbara,
se encuentra aislado del resto de fortificaciones y en una posición más
elevada, como podemos comprobar en la siguiente foto.
A principios del siglo XV había ya una torre en lo
alto de esta colina, pero los trabajos para ampliarla, convirtiéndola en el
edificio que vemos hoy, no empezarían hasta 1478. En tiempos de paz, el
castillo fue usado como prisión, pero pronto cayó en desuso, motivando su
abandono y posterior decadencia.
En el interior, además de visitar
exposiciones temporales, podemos ver su espartana decoración.
Nosotros, en cambio, tras dar un paseo por su camino
de ronda, disfrutamos de una cerveza fresquita, tal y como os mostré en la otra
entrada.
El castillo, desde el que se disfrutan espléndidas
vistas, fue restaurado por Paola Piffaretti entre 1998 y 2006.
Hoy lo dejamos aquí, ya volveremos en otra ocasión
para ver Castel Grande y alguna de las iglesias de Bellinzona.