sábado, 21 de noviembre de 2020

Preguntas sin respuesta

Me preocupa España. Sigo las noticias desde la distancia que da vivir en Suiza pero con la cercanía de tener familia, amigos e intereses en esa piel de toro del extremo suroeste de Europa. Intereses cada vez menores, porque lo que veo no me gusta nada y me impele a romper definitivamente los vínculos con una forma de ser y de pensar que nunca compartí demasiado y que cada vez entiendo menos. Y eso me produce tristeza.


Porque no es una cuestión de ser de derechas o de izquierdas, sino de decidir qué camino queremos seguir, el de la libertad y la prosperidad o el de la dependencia y la pobreza, y yo lo tengo muy claro. Sinceramente, no me entra en la cabeza que personas educadas y sensibles puedan defender posturas que considero tan equivocadas. Lejos de pretender ofender, sí busco respuestas a determinadas preguntas.


Más de seis meses ha necesitado el Gobierno para bajar el IVA de las mascarillas, con mentiras incluidas, intentando echar la culpa a una Unión Europea que ya en abril abrió la puerta al tipo más reducido. ¿Y son estos los que dicen defender a los pobres? Entiendo que quieran cobrar impuestos, que necesiten ingresos para mantener su política de gasto irracional y desmedido a cambio de votos, pero no me explico que hayan de hacerlo perjudicando a los más débiles, mucho menos que sus votantes no hayan dicho nada y tengamos que ser los demás los que protestemos.


Hablando de mentiras, ¿les vais a pedir responsabilidades por ese comité de expertos que os encerró en vuestras casas pero que luego se demostró no existía? ¿O es que este Gobierno puede mentir impunemente?


¿Por qué permitimos que se suban el sueldo en un año como este, cuando tanta gente ha perdido su trabajo? ¿No os parece de locos? ¿Por qué no protesta nadie de la izquierda y nos dejan a los demás ese papel? Otros países han reducido el número de parlamentarios o se han bajado los sueldos, dando ejemplo.


¿Por qué los medios de comunicación afines al Gobierno han sido agraciados con ayudas desproporcionadas cuando es evidente que ese dinero se necesita en sanidad, desempleo e investigación? Nuevamente, veo pocas o ninguna crítica.


¿Por qué permitimos declaraciones en contra de la propiedad privada que lo que hacen es asustar a los inversores extranjeros y a los ahorradores nacionales cuando son ellos los que mejor nos podrían ayudar a superar el trance? La de millones que han salido de España en busca de un lugar más seguro y tranquilo, un sitio donde se paguen impuestos sin miedo a perder los ahorros.


¿Por qué no se cumplen los criterios de transparencia que tanto propugnaban nuestros actuales gobernantes cuando estaban en la oposición? ¿Cuánto y cómo se ha gastado en la gestión de esta pandemia? ¿A quién ha ido a parar el dinero? ¿Cómo es que nadie de la izquierda pide cuentas? ¿No venían a terminar con la corrupción?


¿Os acordáis de cuando exigían dimisiones fulminantes cuando alguien fuese imputado? ¿Cómo es que tenemos ahora, no solo imputados, sino condenados en el Gobierno sin que nadie diga nada? ¿Os parece bien? ¿Por qué calláis ahora lo que antes se gritaba a los cuatro vientos?


¿Cómo se puede permitir que un Gobierno legisle a base de la letra pequeña del B.O.E. obviando las sesiones en el Parlamento mientras hace uso de estados de alarma inconstitucionales? ¿Por qué les dejamos socavar impunemente la separación de poderes? ¿Es que queréis unos jueces y un Parlamento dependientes del poder Ejecutivo como sucede en las dictaduras? ¿Cómo es que llamándoos demócratas no levantáis la voz?


¿Estáis de acuerdo con que se pacte con asesinos que ni siquiera están arrepentidos. dejando de lado (una vez más) a las víctimas? ¿Y con los que declaran que su fin es romper España en pedazos? Porque a algunos les interesan mucho los muertos (de un bando) de hace ochenta años, pero los de hace un par de décadas parecen estorbar. A esos ni agua. Igual que los asesinados antes del 36.


¿Cómo es que no se persigue el fraude en ayudas, subvenciones, subsidios y amiguismos para que así haya más para quienes de verdad lo necesitan? ¿No decís nada? ¿Es que formáis parte de esa red clientelar o es que no os importan los desfavorecidos? ¿Vais a pedir explicaciones de cómo se repartirá el dinero de Europa o pensáis seguir callados mientras se regalan dinero y cargos entre amigos y familiares?


¿Por qué no se fomenta la iniciativa privada, la creación de empresas que den puestos de trabajo con sueldos decentes en un mundo cada vez más digitalizado? ¿De verdad tenemos que vivir de la caridad en vez de buscarnos el pan nosotros mismos? ¿Es ese nuestro objetivo en la vida, vivir del dinero de los demás mientras dure?


¿Por qué se piensa solo en gastar en vez de invertir? Pan para hoy, hambre para mañana. ¿Es eso lo que queréis? Porque no oigo vuestras voces.


No espero nada de quienes crean las reglas en beneficio propio; ellos van a lo suyo. Lo que me sorprende es que la ciudadanía calle y mire para otro lado, extienda la mano para pedir una limosna que todos sabemos perecedera y trague con estas ruedas de molino mientras pierde su (nuestra) libertad.


Son preguntas que van dirigidas a todos los españoles, pero especialmente a los que, con sus votos, nos han regalado este Gobierno, a los que clamaban hace unos años y callan ahora. Y repito, no deseo ofender, solo busco respuestas razonadas, algo que ya no abunda. Son pocos los que argumentan, muchos los que repiten consignas.

lunes, 9 de noviembre de 2020

Cementerio de prisioneros rumanos en Soultzmatt

Verano de 2020. Estamos, aunque aquí en Suiza no lo parezca, en mitad de la pandemia, con las vacaciones canceladas. Dejando a un lado un fin de semana en Ginebra, visitando a unos amigos, es la primera vez que vamos a salir de Zug en muchos meses. Hemos alquilado un coche y nos vamos de excursión a Alsacia, a recargar la bodega con la intención de respirar un aire diferente.





Alsacia es una vieja conocida, y nos centramos en los pueblos más pequeños, los eternos olvidados por el turismo de masas porque no salen en las guías turísticas. De esta forma, llegamos a Munster, hogar de uno de mis quesos favoritos.







A mi amigo le gusta conducir, y en lugar de tomar la autopista, regresamos por carreteras secundarias que se internan en los Vosgos. Estamos solos, y el paisaje es espectacular. Es así como, sin haberlo previsto, nos topamos con este cementerio, el mayor de todos los militares rumanos en territorio galo. Son 553 tumbas de 678 prisioneros (125 están en dos fosas comunes) que fallecieron durante la Primera Guerra Mundial.




En 1919 el pueblo de Soultzmatt donó unos terrenos a Rumanía para la creación de este cementerio, una necrópolis que daría cobijo a los fallecidos que estaban dispersos por más de treinta y cinco pueblos alsacianos. En 1922 fue inaugurado por el rey Fernando I de Rumanía y su esposa María, de quien podemos ver una estatua. Tengo que decir que, según las fuentes consultadas, las fechas bailan.



Tres placas conmemoran respectivamente a aquellos que dieron su vida lejos de su hogar, al comité encargado de reunirlos y a la propia reina. A pesar de este esfuerzo, todavía quedan más de tres mil rumanos repartidos por esta parte de Francia.




Clasificado como monumento histórico, pudimos visitarlo en soledad bajo una lluvia de esas que aparecen en las películas clásicas cuando hay que despedir a un ser querido. Con lluvia o con sol, el lugar impresiona.





Tras la entrada de Rumanía en la guerra al lado de los aliados, el país sufriría un tremendo varapalo a manos de los alemanes, que dividirían a los 18.000 prisioneros en varios grupos. Uno de ellos fue enviado a esta parte de Francia, donde las extremas condiciones de trabajo, el hambre y el clima se cebarían con ellos. 125 fallecieron congelados en una sola noche.







Este cementerio es pequeño si lo comparamos con los que pude visitar en Ypres, pero transmite la misma emoción, al tiempo que nos recuerda los errores que hemos cometido en el pasado.