sábado, 23 de abril de 2016

Monasterio de Maulbronn

Una de las páginas que visito con asiduidad es la de 101 lugares increíbles. En ella encontré el pasado otoño unas imágenes del monasterio de Maulbronn y en menos que canta un gallo nos habíamos apuntado cinco amigos a la excursión.

A Karlsruhe llegamos el viernes por la tarde, con el tiempo justo de ver el palacio por fuera y un jardín botánico un tanto desangelado por lo avanzado de la estación. El edificio, barroco y del siglo XVIII,  es sede de un museo histórico. Tenía la bandera a media asta, ya que los atentados de París se habían producido el día anterior.


A la mañana siguiente nos acercamos a Bruchsal, bajo un cielo encapotado que no presagiaba nada bueno. Pero tuvimos la suerte de encontrar este precioso palacio, del que os hablaré otro día, ya que sin más dilación nos vamos a Maulbronn.


Se trata del complejo cisterciense de la Edad Media mejor conservado de Europa, y forma parte del patrimonio de la UNESCO desde 1993.

Está rodeado de una alta muralla, así que entramos por esta puerta fortificada.


El conjunto consta de varios edificios que van desde los establos hasta la casa del abad, pasando por una herrería, una posada o un molino. La mayoría de los edificios acogen en la actualidad restaurantes, tiendas de recuerdos o dependencias del actual ayuntamiento.



El monasterio fue fundado en 1147 y la iglesia está a caballo entre el románico y el gótico; fue consagrada en 1178.





Los fundadores del monasterio presentan la maqueta de la iglesia a la Virgen, pintado por el maestro Ulrich a principios del siglo XV.


La iglesia tiene muchos detalles que no conviene perderse.



Los claustros datan del siglo XIV, al igual que muchas fortificaciones, que no evitaron, sin embargo, que el monasterio fuese asaltado en numerosas ocasiones.





Secularizado en 1807, el monasterio desempeña un papel preeminente en la obra de Hermann Hesse, Bajo las ruedas. El autor, junto a otros personajes célebres como Kepler, había sido alumno aquí después de que los monjes hubieran sido expulsados en tiempo de la Reforma.





Muy cerca del monasterio podemos ver este pequeño lago.


Pasamos junto a la torre del doctor Fausto, donde se supone que éste consiguió fabricar oro para el abad Enterfuss, en 1516.


Al regreso, la luz del sol, que ya está cerca del horizonte, le da un toque especial a los edificios.