Sé que esperáis que os cuente cómo me fue por Egipto, pero es que hay cosas que me indignan, y no quiero que pasen sin que ejerza mi derecho al pataleo.
Algo falla en el sistema judicial y penitenciario que los españoles nos hemos dado, cuando permitimos que sucesos como el de la niña de Huelva sigan ocurriendo una vez tras otra. No sé si la culpa es de la policía, ya de por sí corta de medios y efectivos, de los jueces, de los funcionarios irresponsables, o de un código penal que favorece en demasía a los culpables. Posiblemente sea responsabilidad de todos ellos.
No nos olvidemos de los legisladores, que deberían ser los primeros en asumir los errores, y son en cambio los que más se esconden detrás de su propio ruido sin fundamento. Ruido con el que distraen nuestra atención de los asuntos realmente importantes.
Porque la presunción de inocencia es un derecho, igual que la celebración de un juicio justo con una defensa adecuada. No discuto esto, que bastantes años nos ha costado conseguirlo. Son logros que nos permiten diferenciarnos de esos países en los que no se respetan los derechos humanos.
Pero una vez que la persona es declarada culpable se debe actuar con firmeza. Ahí es donde más fallamos, ahí es donde más nos olvidamos de los derechos de las víctimas: una niña sin vida de la que gozar y unos padres destrozados en este caso. ¿Alguien piensa en ellos?
El asesino saldrá muy pronto a la calle y volverá a delinquir con total seguridad. Es algo que sabemos de antemano y que indirectamente aceptamos desde el momento en que nos declaramos impotentes para remediarlo. Dentro de unos años nos haremos los sorprendidos, volveremos a quejarnos durante unos días, se escribirán editoriales encendidos y nos preguntarnos cómo pueden suceder cosas así. Mientras tanto, seguimos igual que siempre, con nuestra rutina ruin, mirando hacia otro lado.
Acabo de volver y ya quiero marcharme otra vez. Debo muchas visitas, pero es que últimamente no doy a basto. Confío en que sepáis perdonarme.
Algo falla en el sistema judicial y penitenciario que los españoles nos hemos dado, cuando permitimos que sucesos como el de la niña de Huelva sigan ocurriendo una vez tras otra. No sé si la culpa es de la policía, ya de por sí corta de medios y efectivos, de los jueces, de los funcionarios irresponsables, o de un código penal que favorece en demasía a los culpables. Posiblemente sea responsabilidad de todos ellos.
No nos olvidemos de los legisladores, que deberían ser los primeros en asumir los errores, y son en cambio los que más se esconden detrás de su propio ruido sin fundamento. Ruido con el que distraen nuestra atención de los asuntos realmente importantes.
Porque la presunción de inocencia es un derecho, igual que la celebración de un juicio justo con una defensa adecuada. No discuto esto, que bastantes años nos ha costado conseguirlo. Son logros que nos permiten diferenciarnos de esos países en los que no se respetan los derechos humanos.
Pero una vez que la persona es declarada culpable se debe actuar con firmeza. Ahí es donde más fallamos, ahí es donde más nos olvidamos de los derechos de las víctimas: una niña sin vida de la que gozar y unos padres destrozados en este caso. ¿Alguien piensa en ellos?
El asesino saldrá muy pronto a la calle y volverá a delinquir con total seguridad. Es algo que sabemos de antemano y que indirectamente aceptamos desde el momento en que nos declaramos impotentes para remediarlo. Dentro de unos años nos haremos los sorprendidos, volveremos a quejarnos durante unos días, se escribirán editoriales encendidos y nos preguntarnos cómo pueden suceder cosas así. Mientras tanto, seguimos igual que siempre, con nuestra rutina ruin, mirando hacia otro lado.
Acabo de volver y ya quiero marcharme otra vez. Debo muchas visitas, pero es que últimamente no doy a basto. Confío en que sepáis perdonarme.