He visto cuevas en varias partes del mundo, en especial en el Perigord negro francés, donde se encuentran verdaderas maravillas, así que cuando me enteré de que había unas en Baar, al lado de donde vivo, no les presté demasiada atención. Son pequeñas, me dijeron.
Pero los años pasan y unos amigos me comentaron que iban a hacer una visita, así que me apunté sin dudarlo.
Una vez compramos la entrada hay que ascender por una empinada, pero corta cuesta a través del bosque para llegar a la parte alta, porque en realidad son dos sistemas de cuevas independientes, el alto y el bajo.
Dentro, la temperatura es constante y ronda los diez grados centígrados. Conviene llevar botas y ropa impermeable, porque el agua cae por todas partes.
Puede que sean pequeñas, pero les sacan todo el partido que pueden a base de luces LED que realzan las estalactitas, las estalagmitas y los pequeños lagos de agua cristalina que se van sucediendo mientras avanzamos. Hay escaleras, así que el camino no es apto para sillas de ruedas ni carritos de bebés.
Mientras que otras grutas fueron talladas en roca sólida por cursos de agua subterráneos en un proceso que duró millones de años, las cuevas de Höllgrotten se formaron en la superficie durante un período comparativamente corto de unos 3000 años, lo que las hace relativamente "jóvenes".
El barranco de Lorze se formó por el agua glacial del valle de Ägeri en la última glaciación, hace unos 18.000 años. Esta agua filtró grandes cantidades de carbonato de calcio de la roca circundante en el curso de su viaje subterráneo antes de volver a la superficie en grandes manantiales donde ahora se encuentran las cuevas.
A lo largo de milenios, el agua lo fue depositando alrededor de la ladera de la montaña, formando en el período entre hace 8.500 y 5.500 años una gigantesca masa de toba de unos 30 m de altura, 50 m de profundidad y 200 m de largo.
Ligera, porosa y fácil de cortar, la toba del barranco de Lorze se extrajo en el siglo XIX para proyectos de construcción como el revestimiento del túnel ferroviario de Bonstetten en Knonaueramt.
El acceso a la primera gruta, que había sido descubierta en 1863, se vio obstaculizado por la presencia de lagos subterráneos. Afortunadamente, la explotación de la cantera se detuvo en 1885 para preservar las grutas y ese mismo año, Josef Leonz Schmid, cuyo padre había descubierto las cuevas, ordenó la construcción de un socavón para drenar los lagos en el río Lorze.
Höllgrotten ha estado abierta al público desde 1887, mientras que en 1892 y 1902 se descubrirían más secciones. Josef Schmid compró los terrenos vecinos para asegurarse de poder unirlas todas, preservando así todo el sistema para la posteridad. En 1917, se excavó un pozo artificial para unir las cuevas inferiores con las grutas superiores, 40 metros por encima, y ahora es posible caminar a través de todo el recorrido de principio a fin.
En la parte baja se distingue claramente el antiguo nivel del agua, lo que provoca efectos ópticos que nos engañan.
El techo está plagado de macarrones, el primer estado de lo que luego será una estalactita, una estalagmita y, finalmente, una columna.
Nosotros estuvimos en un soleado día de septiembre, pero aquellos que quieran visitarlas harán bien en consultar los horarios de apertura, pues cierran varios meses al año.
Como de costumbre, las fotos son mías, pero la información la he fusilado de la página oficial en inglés.