Ahora que se viven tiempos revueltos es el momento ideal para tomar el pulso a esta ciudad. No sé cómo será vivir allí, pero para el visitante es más que evidente que hay un divorcio entre los políticos y la gente de la calle.
Barcelona me gusta mucho y si exceptuamos un par de visitas por motivos de trabajo, hacía muchos años que me debía una visita reposada por sus avenidas. También quería acercarme por el MNAC, y la invitación de Blau fue el detonante.
Hemos hecho tantas cosas que es imposible ponerlas todas en una entrada. Llegué el viernes y enseguida nos fuimos a cenar a unos de los chiringuitos de moda, el Pez Vela a cenar un arroz que estaba estupendo.
A la mañana siguiente, después de desayunar, iniciamos un recorrido maratoniano. Con decir que el domingo, al llegar a casa no me sentía las piernas…
Amaneció así de soleado.
Nos fuimos a Motjuïc, camino del MNAC y pasamos junto a la antigua plaza de toros, convertida ahora en un centro comercial. Las vistas desde la entrada del museo son preciosas y desde la azotea de la plaza también.
En el MNAC podemos contemplar obras desde el Románico hasta Ramón Casas, sin olvidarnos del genial Gaudí. Da para mucho tiempo, pero nosotros optamos por un vistazo general. No en vano teníamos muchas cosas por delante.
El edificio es enorme y las exposiciones están muy bien puestas, con mucho espacio y bien iluminadas.
El centro está a cierta distancia, pero quién dijo miedo, allá que nos fuimos caminando a buen paso. Aquí tenemos a Blau posando para nosotros.
Esto… bueno, quizás no era esta la foto. Blau es mucho más guapa, espectacular más bien.
Barcelona tiene buenos edificios, palacios con pequeños jardines como éste
y otros más emblemáticos como la casa Milá o la Batlló. Cualquiera de ellas merece una entrada aparte.
Blau dirá que me estoy saltando cosas, pero es que esta entrada lleva camino de hacerse eterna y no es cuestión de batir ningún récord.
Una breve parada para reponer energías en el Mercado de Santa Caterina y nos acercamos hasta el Palau, la estación de Francia y la iglesia de Santa María del Mar, una de las más bonitas de la ciudad. También hubo un hueco para el Templo de Augusto.
No se lo digan a nadie, pero en este sitio ponen unas tapas extraordinarias que podemos acompañar con xampanyet. Nosotros nos hicimos fuertes en un rincón y tuvieron que ir los mossos d'esquadra a sacarnos de allí.
El domingo repetimos desayuno en el Velódromo y nos despedimos con ganas de repetir la experiencia.
Volví al centro, esquivando japoneses por el Paseo de Gracia en dirección a la Catedral. Lástima que encadenaran una misa con otra. Apenas tuve tiempo de echar un rápido vistazo al interior.
Blau, eres un encanto, muchas gracias por ser tan buena guía y por la estupenda visita. ¡Espero repetir pronto!