Para
llegar al palacio tuve que atravesar todo el parque de Hampstead Heath (ver
entrada anterior). Es del siglo XVII, y alberga la Colección Iveagh, reunida
por un lord que pertenecía a la familia Guinness.
Estuvo
en remodelación, pero abrió sus puertas en 2013. Actualmente lo gestiona el
English Heritage y la entrada es gratuita.
En
este palacio campestre encontramos cuadros de pintores tan conocidos como
Rembrandt, Vermeer, Franz Hals o Van Dyck entre otros, aunque la mayoría
pertenece al barroco holandés y a la pintura británica de los siglos XVIII y
XIX.
Todo
el personal es muy simpático y está dispuesto a responder cualquier pregunta,
aunque me las tuve con una de las vigilantes, que insistía en que no dejara la
mochila en el suelo en ningún momento. El resto fueron más razonables y
entendieron que era lo mejor para la seguridad de las pinturas. Eso es lo único
que eché en falta, un guardarropa donde dejar bolsos, abrigos y mochilas. Yo
fui directamente desde el aeropuerto y os aseguro que es incómodo hacer las
fotos, con poca luz y con la mochila colgando de un hombro porque no te dejan
llevarla a la espalda ni depositarla en el suelo.
Cerca
de un millón de personas visitan anualmente este parque, en el que también
encontramos algunas esculturas modernas, como esta de Henry Moore.
Sin prisa, inicio el regreso, con un sol si cabe aún más bajo y débil que
el de la mañana.
Cumplido
el objetivo de ver el palacio y los jardines, de haber paseado por bosques y
estanques, me acerqué, ahora sí, por 2 Willow Road, un edificio modernista de
1939 que solo pude ver por fuera, ya que el horario de visitas no es muy amplio
que digamos. El interior quedará para otra ocasión.
Siempre animo a conocer los lugares más turísticos de Londres en una
primera visita, pero lo bueno de esta ciudad es que después de haber visto lo
más importante es cuando descubres todo lo que te falta. Y es mucho. Por eso me
gusta tanto.
Fuente: Wikipedia y elaboración propia.