lunes, 24 de julio de 2017

Fin de semana en Zug

Hoy nos quedamos cerca de casa, en Zug, porque para este primer fin de semana de marzo daban lluvia en la mayor parte de Suiza. Otros planes quedaron pospuestos, que no olvidados, y me dediqué a ponerme al día con mis cosas: blogs, libros, películas y amigos.
El sábado aproveché la aparente subida de temperaturas para dar una vuelta. Y digo aparente porque en cuanto se ocultó el sol tras las nubes, llegó el frío. Todavía estamos en invierno y hay que abrigarse. No llevaba cámara, pero el móvil te saca de un apuro.


La orilla del lago estaba vacía de gente, al igual que las terrazas de los restaurantes. Era pronto para la puesta de sol, pero el espesor de las nubes auguraba el final del día por mucho que le quedaran unas horas. Un final tormentoso, por cierto.


Poco después el sol volvía a brillar; duró poco. Enseguida llegó la lluvia y se acabó el paseo.
El domingo amaneció así de soleado; uno de esos días en los que es pecado quedarse en casa. Fui a ver el inmenso roble que hay en una de las plazas de la ciudad, un ritual que repito a menudo, porque me sigue impresionando su tamaño por muy acostumbrado que esté a su presencia. Aún conserva varias de sus hojas, a pesar del frío.


Luego caminé por la orilla del río, en dirección a Cham. No sé cuántas veces he hecho este paseo, sacando las mismas fotos en los mismos lugares, pero es que cada día es diferente.




Cargaba con el teleobjetivo a pesar de que estoy harto de sacar cisnes y patos. He descubierto dónde anidan las garzas, pero esos árboles están demasiado lejos, incluso para mi 500 mm, y no puedo acercarme más. Me conformo, entonces, con otros paisajes más al alcance de la mano.




También aprovecho para probar un par de filtros, un ND que realza las nubes del cielo y un polarizador que satura los colores y reduce los reflejos.




De vuelta, me detengo en el Haffenrestaurant para tomar una cerveza mientras estudio mi próximo viaje y disfruto del sol.


Dan lluvia para por la tarde y hay que aprovechar mientras se pueda. La primera foto fue tomada poco antes de la una del mediodía. La segunda apenas dos horas después. Aquí el clima cambia rápidamente.




Tengo previsto cenar en un hindú, con un asturiano y una griega, para rematar el fin de semana, pero esa es ya otra historia. Viva la multiculturalidad.