Hace
ya algún tiempo que dejé a un lado la muy entretenida novela histórica. No
tengo nada contra ella; antes bien, es un género que disfruto, pero mis
intereses se encaminan ahora hacia los hechos reales y estoy descubriendo un
mundo nuevo, inmenso y fascinante que se ha visto favorecido por el notable
incremento de estas publicaciones. Parece que lejos de estar solo en esta
empresa, somos muchos los que queremos saber más.
De
este modo, estoy leyendo a trompicones una biografía de Drake que acompaño con
las andanzas vikingas por Europa y una historia sobre los bárbaros que
sucedieron al Imperio romano. También acabo de terminar el libro de María
Elvira Roca Barea, titulado Imperiofobia y leyenda negra: Roma, Rusia, Estados
Unidos y el Imperio español, de la editorial Siruela.
Me ha
encantado. Si a otros géneros hay que pedirles que nos entretengan, la
exigencia aquí, al menos en mi caso, es que hagan pensar y aprender, objetivo
cumplido con creces.
El
hecho de que el dictador Franco y su Régimen quisieran reflotar en el siglo XX
las mieles de un Imperio ya extinto, acompañado por ciertos vientos que soplan
ahora desde la extrema derecha que tampoco vienen a cuento, provocan un rechazo
en la izquierda que muy poco a poco va desapareciendo. Nuestra historia es
propiedad de todos y cada uno debería conocerla tal y como sucedió. Valgan
estas líneas para dejar claro que no acepto que unos ni otros se la apropien y
la conviertan en una bandera partidista.
Porque
el libro en cuestión ha sido alabado y criticado, a veces con insultos
personales a la autora cuando no se disponía de argumentos sólidos para rebatir
los hechos. Maria Elvira es clara y directa, muy directa y no me extraña que se
haya creado ciertos enemigos, pero tiene a su favor algo fundamental, y es que
sus opiniones están respaldadas con argumentos. El libro está lleno de
ejemplos, de citas, de documentos que se pueden consultar, y abre puertas a que
el lector investigue por su cuenta si lo desea. Se puede estar en desacuerdo,
pero defiende su postura.
Quizás
pienses que el tema de la Leyenda Negra ni te va ni te viene, pero si eres
español te concierne mucho más de lo que imaginas.
He
pasado un tercio de mi vida laboral trabajando fuera de España, observando cómo
mis compatriotas cargan con una mochila de piedras cada vez que buscan trabajo.
Los españoles no son peores; de hecho creo que trabajan igual o mejor que los
de otras nacionalidades, pero parten con desventaja y tienen que demostrar una
valía que se presupone en otros. Porque lo importante no es lo bueno que seas,
sino lo que piensan los demás, y los tópicos de la siesta, los toros y la
fiesta continua no nos ayudan.
¿Dónde
crees que invertirán sus petrodólares los grandes ricos del mundo? ¿En Londres,
en Nueva York, en Frankfurt o en Madrid? Porque eso te afecta directamente. Las
empresas españolas y España misma como país, tienen más dificultades para
acceder al dinero que paga tu pensión que otras naciones del entorno. A los
españoles nos cuesta más (la famosa prima de riesgo) ¿recuerdas? Tenemos que
luchar contra el prejuicio de que no pagamos nuestras deudas, de que no somos
fiables, de que no somos productivos cuando lo cierto es que sí somos
cumplidores. De nuevo, lo que importa es lo que piensen los demás.
La
Leyenda Negra nos penaliza, y mucho. Debería importarnos, deberíamos defender
nuestros intereses como hacen los demás. Por nuestro bien y por el de nuestros
herederos.
Así
que antes de hablar sobre la Inquisición, la expulsión de los judíos, la conquista
de América, el fracaso del Imperio, la falta de
credibilidad, etc. debemos aprender sobre ello, confrontar la verdad y los
hechos reales con lo que nos cuentan quienes tienen otros intereses, para no
decir tonterías que encima nos perjudiquen. Como comentaba antes, no se trata
de ser de izquierdas o de derechas, es algo que nos incumbe a todos porque no
se puede defender lo que no se ama, y no se puede amar lo que no se conoce.
Para terminar, algunos dicen que este es el libro de
la leyenda blanca. Parece que los españoles seamos perfectos y lo hayamos hecho
todo bien, cuando es evidente que no fue ni es así. Creo que a la autora se le
va la mano, pero es que el estudio no se titula Historia de España; tampoco La
conquista de América. Se llama Imperiofobia, y está escrito para desmontar con
argumentos la Leyenda Negra, para despertar conciencias, abrir ojos e ilustrar
a los ignorantes como yo.