martes, 28 de julio de 2015

Lago de Sarnen

La mayoría de mis amigos me habían abandonado ese domingo de principios de marzo. Algunos se habían ido a esquiar, otros andaban por Madrid, pero casi prefiero hacer las excursiones solo, yendo a mi propio ritmo, sin tener que adaptarme a nadie.

Tiré de archivo y encontré una ruta alrededor del lago de Sarnen, que está a poco más de una hora en tren desde Zug.


En realidad, después de tantos viajes de trabajo, me apetecía más el plan de sofá, mantita y películas, pero me obligué a salir para aprovechar el buen tiempo y para hacer algo de ejercicio.

Sarnen es una pequeña población, situada, como tantas otras, al borde de un lago y con vistas a las montañas.




Había mirado Google Maps antes de salir de casa, a fin de evitar una zona de acampada que me haría dar un rodeo innecesario. Ni que decir tiene que, entretenido con las fotos, terminé justo donde no quería, y tuve que dar marcha atrás.    


Las vistas del lago son bonitas, aunque las imagino mejores desde el otro lado, ya que tengo las montañas a mi izquierda. Lo que pasa es que ir por la otra orilla implicaría tener el sol enfrente.    





Sigo pues por la parte este del lago mientras el sol juega a esconderse tras las nubes.    





Se supone que se puede dar la vuelta al lago en cinco horas, pero después de dos estoy cansado de andar. Me fijo en la orilla que tengo enfrente y no parece que haya estación de tren, así que dependeré de que haya autobuses. Parece que si voy hasta allí no tendré otra alternativa que terminar el círculo.    






Compruebo los horarios de la estación de tren por la que acabo de pasar hace un rato. Hay uno dentro de media hora y Google Maps estima que tardaré veinticinco minutos en llegar. ¡Qué suerte!

Como ha cambiado la vida. Quién nos iba a decir hace unas pocas décadas que tendríamos acceso en tiempo real a tanta información.