jueves, 26 de abril de 2012

Lewis Hine

La Fundación Mapfre siempre nos trae exposiciones interesantes y en este caso se trata de otro fotógrafo norteamericano, Lewis Hine (1874-1940). Podemos verla en su sede de Recoletos.
Hine había estudiado Sociología y se dedicaba a la enseñanza cuando tomó una cámara fotográfica por primera vez con la intención de documentar la llega de inmigrantes a la Isla de Ellis.
Sería el comienzo de una serie de trabajos en los que se preocupó por denunciar la injusticia y el sufrimiento de los más desfavorecidos: extranjeros, niños trabajadores, obreros y víctimas de la Gran Guerra en un viaje que realizó a Europa para apoyar a la Cruz Roja Americana.
En los últimos años del siglo XIX surgieron muchas organizaciones benéficas con el objetivo de mejorar las condiciones de estas personas. La fotografía se convirtió enseguida en un buen medio para despertar conciencias.

No debió ser fácil trabajar con recién llegados que no hablaban su idioma, pero cargado con un equipo voluminoso, supo sortear las dificultades de la inexperiencia para brindarnos retratos sencillos, directos, llenos de fuerza.

Esas miradas, en línea directa con la del observador nos llegan a lo más hondo. No vemos niños trabajando, ni obreros, ni emigrantes, vemos seres humanos.
En 1932 publicó el que sería su único libro, Men at Work. Documentó la construcción del Empire State en un momento en el que los Estados Unidos necesitaban iconos que impulsaran el nuevo siglo.




También aparecen obreros trabajando en fábricas. Esta es su foto más conocida, Mecánico trabajando en una central.
Hine murió en la pobreza más absoluta, abandonado por las mismas publicaciones y organismos oficiales que le respaldaron durante tantos años. Se había quedado anticuado.
Su legado, una colección de siete mil positivos y más de cuatro mil negativos, fue aceptado por la Photo Leage, una asociación de fotógrafos izquierdistas después de que el MoMA la rechazara. Su obra fue donada al Museo Internacional de Fotografía George Eastman House, en Rochester.
La crítica lo considera un fotógrafo menor. Parece que sus imágenes, destinadas a periódicos y a otras publicaciones baratas con papel de mala calidad no son gran cosa. Discrepo, a mí me gustan y creo que están muy bien positivadas.
Las fotos las he sacado de la Red.

martes, 10 de abril de 2012

Múnich

Fue mi primer viaje fuera de España sin mis padres, cuando aún estaba en el colegio. Subimos en un autobús y durante algo más de una semana visitamos Lausanne, Ginebra y Múnich. De eso hace más de un cuarto de siglo.
Así que decidí que iba siendo época de volver y hace unos meses me saqué los billetes. Tres días de esta Semana Santa no son muchos, pero creo que los he aprovechado bien.
El centro se puede ver perfectamente a pie. Los edificios no son altos, las avenidas son muy amplias y caminar es una gozada. Isartor, el ayuntamiento viejo y el nuevo están a tiro de piedra. Los turistas se concentran alrededor de Marienplatz y de las cervecerías, el resto parece una ciudad fantasma.



Bajo la misma lluvia que estropea mis fotos encontramos un mercado al aire libre en Viktualienmarkt. Puestos de flores, de comida, algunos con productos españoles. Las frutas y verduras tienen una pinta estupenda.

La lluvia, como digo, no cesa, y hace algo de frío pero la gente joven es valiente y las sillas de las terrazas llevan calefacción incorporada.
En más de una ocasión he de acogerme a sagrado para descansar un poco de la caminata y los elementos, pero las iglesias de por aquí están medio vacías, nada que ver con las nuestras.


Las cervecerías estaban mucho mejor. El problema era encontrar un hueco en las mesas corridas de dentro. Fuera, en el patio se podía elegir a discreción. Por supuesto, probé los productos típicos de la región.




Entre birra y birra encontré algún momento para culturizarme con obras de arte. Algo de pintura, de escultura…



Porque eran muchos y muy grandes los palacios que había que visitar.




La última noche la temperatura bajó y amanecimos así.



Pero lejos de arredrarme me fui a caminar por las orillas del Ísar. Aquí tampoco hay turistas.



Aún me quedó tiempo para ver más iglesias antes de marchar hacia el aeropuerto.


Definitivamente tengo que volver cuando haga mejor tiempo.