viernes, 28 de octubre de 2022

La amistad

Los amigos – observó Casper – son la envidia de los ángeles.

viernes, 14 de octubre de 2022

Museo del calamar gigante

Descubrí la existencia de este museo de Luarca gracias a un documental ya antiguo que vi en Youtube justo unas semanas antes de hacer un viaje a Asturias, y es que a veces los astros se alinean sin que uno intervenga.


Pero no terminan aquí las casualidades. Resulta que el museo había sido arrasado por un temporal en febrero de 2014 y solo reabrió una semana antes de mi visita. De hecho, todavía estaba pendiente de recibir algunos carteles informativos. De esta forma, el mar reclamó la que era la mayor colección de cefalópodos gigantes del mundo.




Solo algunos ejemplares se salvaron por estar cedidos a otros museos. De los 32 que había entonces, entre los que se encontraba una hembra de Architeuthis dux con 13,7 metros de largo, podemos ver ahora 6 ejemplares de calamar gigante además de otros 35 cefalópodos, una docena de peces abisales y algunos huesos de cetáceos.





Está gestionado por el ayuntamiento de Valdés, gracias a una donación de la Coordinadora para el Estudio y Protección de las Especies Marinas (CEPESMA), y abre todos los días del año con una entrada de 3 euros. 




El recinto es pequeño, pero merece mucho la pena al mostrar un impresionante repertorio en el que los cefalópodos son los protagonistas, aunque hay algunas especies más. El calamar de Humboldt (Dosidicus gigas) impresiona por su tamaño y es el ejemplar más grande que se conserva de esta especie. Lo podéis ver en una foto anterior, en vertical. Está previsto añadir sonido ambiente que recree las fosas en las que viven estos animales.





E
l Architeuthis dux puede llegar a medir unos 10 metros en el caso de los machos y hasta 14 para las hembras, mientras que el peso varía respectivamente entre 178 y 312 kg. Son los invertebrados más grandes que se conocen. La mayor hembra de la que se tiene noticia, con sus 18 metros quedó varada en una playa de Nueva Zelanda en 1887, porque es así como conseguimos verlos, varados en las playas una vez que han muerto. Hay más ejemplares, pero suelen llegar en mal estado, por lo que las mediciones no son exactas. En cuanto a su esperanza de vida se estima que es muy corta, apenas tres años para los machos y unos cinco para las hembras. En cambio, su crecimiento es sorprendentemente rápido, de un centímetro por día, y se cree que depositan millones de huevos que dejan flotando a merced de las corrientes.




Y es que es muy difícil verlos, pues habitan a gran profundidad. Es solo en el siglo XXI que hemos podido grabar y fotografiar ejemplares vivos. En realidad, los tentáculos miden entre 2,5 y 6 veces el tamaño de su manto. Sus ojos, los segundos más grandes del reino animal, miden 25 cm, solo superados por los del calamar colosal, mientras que las ventosas de sus tentáculos tienen entre 2 y 5 cm de diámetro. Es poco lo que conocemos de ellos y algunos científicos han propuesto un total de nueve especies, aunque su taxonomía sigue en discusión.




Se alimentan de peces y crustáceos y son depredados por los cachalotes. Habitan todos los mares del Globo, aunque prefieren las aguas frías y profundas. En España los podemos encontrar en Asturias, en el caladero de Carrandi, a unas siete millas de la costa, y en Canarias.


Algunos días después de escribir la entrada me encuentro con este artículo publicado en ABC. “La colección de calamares gigantes de Luarca, que ahora se exponen en el museo, se la debemos a Luis Laria, gerente del Parque de la Vida y fundador de la Coordinadora para el Estudio y la Protección de las Especies Marinas (Cepesma), que los ha donado al Ayuntamiento. Todo empezó en 1995 en una pescadería de Avilés, cuando compró un calamar que medía casi catorce metros y pesaba ciento cuarenta y siete kilos. Pagó setenta mil pesetas, a pesar de que estas criaturas no son comestibles.”

Yo confío en que con el paso de los años, más y más ejemplares puedan irse añadiendo a este estupendo y peculiar conjunto. Y si la entrada del museo semeja la de una discoteca es porque eso era antes.