Otro sábado soleado de esos que no se pueden desaprovechar, sin nubes en el cielo y con una temperatura muy agradable. En
esta ocasión, a principios de abril, nos acercamos a un pueblo medieval que se
encuentra en el cantón de Friburgo, a dos horas de tren desde Zug.
La estación se encuentra fuera del casco
histórico, al otro lado de las murallas, que por otra parte, no son fáciles de
fotografiar, ya que hay propiedades privadas, árboles y edificios, pero
buscando el lugar adecuado podemos ver una buena parte de ellas y muchas de las
doce torres.
Uno de esos edificios
que hay fuera de las murallas es la iglesia católica, que estaba abierta. De
estilo neogótico, fue construida en 1885 por Adolphe Fraisse. La torre fue
añadida en 1925 y las vidrieras en 1984.
Por el camino iba practicando algunas frases en
francés (de hecho la población también es conocida como Morat) pero al final
solo me hizo falta en el restaurante, ya que la mayor parte de la gente habla
suizo-alemán.
Atravesé una de las puertas de la muralla y me
encaminé hacia la oficina de turismo por calles vacías de gente y de coches,
pero antes vi la iglesia alemana. Es de estilo barroco y fue erigida en 1710
donde antes había una capilla dedicada a María. En este caso no pude acceder al
interior.
Llegué entonces a otra
puerta, llamada de Berna, que fue completamente destruida en la batalla de
Murten. La actual data del siglo XVIII. En la parte superior vemos uno de los
mecanismos de reloj fabricado por los hermanos Ducommun en La Chaux-de-Fonds,
en 1712. La esfera de la fachada exterior solo tiene una aguja, la que señala
las horas.
También fuera de las
murallas encontramos el edificio de la escuela primaria, el primero en seguir,
dentro de Suiza, las leyes del neo-renacimiento de la escuela de Múnich. A su
espalda está el reloj solar esculpido por Daniel Burla en 1973. Reúne cinco
esferas en una sola fuente y da las horas de otros lugares y franjas horarias
del mundo.
De ahí pasamos al Campo
de los cañones, llamado así por ser el lugar elegido por Carlos el Temerario para
emplazarlos durante el asedio a la ciudad. Esta batalla, que tuvo lugar en
1476, marcó un hito en la historia de Suiza, con una victoria aplastante de las
fuerzas helvéticas sobre el ejército del duque de Borgoña. No queda mucho de
esa pradera, pero no me importaría vivir en esta casa, con vistas al lago.
Es esta una zona de viñedos, especialmente en las
laderas francesas, donde se producen unas treinta especialidades que aún tengo
que probar. Al norte se encuentra el mayor cultivo de hortalizas de Suiza, el
gran Moos, una zona creada al bajar artificialmente el nivel de las aguas de
los lagos cercanos. Esta obra se hizo en los siglos XIX y XX, conectando el
lago de Murten con el de Neuenburgo con el canal de Broye, y los lagos de
Neuenburgo y Biel con el canal Zihl.
Tras pasar junto a la iglesia francesa, en la
que tampoco pude entrar, tomé la calle del ayuntamiento, donde destacan algunas
fuentes y fachadas, así como el propio hotel de ville. El edificio es de 1416 y
fue construido tras un gran incendio que destruyó la ciudad. La torre fue
añadida dos siglos después.
Un breve vistazo a las
fachadas, algunas de las cuales veremos en la próxima entrada.
Muy cerca está el
castillo, pero hoy lo dejamos aquí, que no quiero cansaros.
Continuamos dentro de
unos días.