Llevaba meses leyendo sobre las consecuencias de la aprobación de la ley ¨sí es sí” orquestada por el Ministerio de Igualdad: una inmediata reducción en las penas impuestas a los delincuentes sexuales. Iluso de mí, pensé entonces que algo harían para evitarlo y que los peores pronósticos no se cumplirían. Por supuesto, me equivoqué.
Constato ahora que los violadores, los acosadores, los pederastas y los agresores sexuales se están viendo beneficiados por la ineptitud del Gobierno. No basta con que los hombres (solo católicos y de piel blanca, que los demás cuentan con bula para agredir sin consecuencias) nazcamos siendo culpables. No basta con que se nos estigmatice y se nos quiera liquidar, sino que ahora, esas mujeres a las que dicen querer defender, están más desprotegidas que nunca.
Los delincuentes sexuales saldrán a la calle, a hacer compañía a multitud de asesinos que lejos de arrepentirse se jactan de sus crímenes. Dentro de poco, corruptos juzgados y condenados se unirán a la fiesta junto con golpistas que anuncian que volverán a delinquir.
Eso sí, la izquierda está calladita. Ya se han encargado de advertir a los medios de comunicación que dependen de las subvenciones. Todos esos que se autoproclaman demócratas y feministas callan, por lo que se convierten en cómplices. Menuda España me estáis dejando.