lunes, 19 de agosto de 2024

Rana flecha azul y rana dardo venenosa

Rana flecha azul (Dendrobates azureus)

Se trata de una variante morfológica de la que os mostré en otra ocasión anterior (Dendrobates tinctorius), que vive en el sur de Surinam, en la sabana de Sipallinwi y en el norte de Brasil, entre los 300 y 400 metros sobre el nivel del mar.




Es la segunda especie de anuro más tóxica del planeta. Su talla oscila entre los 40 y 50 mm de largo, lo que la convierte en una de las dendrobates más grandes.



Aunque es terrestre, se mantiene cerca de las fuentes de agua, siendo muy territoriales y agresivas.



La puesta consta generalmente de 4-5 huevos envueltos en una masa gelatinosa, pero pueden llegar a 13-14 que ponen una, dos y hasta tres veces al mes durante la época de reproducción.



Se alimenta habitualmente de orugas e insectos como hormigas y moscas.



Rana dardo venenosa (Phyllobates terribilis)

La también llamada rana dardo dorada, no podía faltar en esta recopilación. Considerado el animal más tóxico y venenoso del mundo, es endémica de la costa pacífica colombiana.




Su hábitat óptimo son los bosques lluviosos (5.000 mm o más) con una altitud que oscila entre los 100 y los 200 metros, una temperatura superior a los 26º y una humedad relativa entre el 80 y el 90%. Contrariamente a las otras, esta especie es nocturna y se encuentra clasificada como en peligro.



Estas ranas pueden mantener altos niveles de veneno años después de haber sido privadas de la fuente de alimento que produce la toxina. El promedio de veneno se estima en 1mg, suficiente como para matar 10.000 ratones, entre 10 y 20 humanos o 2 elefantes africanos.



Como la mayoría de las ranas venenosas, almacena su toxina en glándulas de la piel. Su veneno matará a cualquiera que se la coma excepto a la culebra Liophis epinephelus, que, sin ser inmune, sí puede resistirlo. Varias culturas indígenas, como la chocó o la emberá aplican este veneno a los dardos que usan para cazar. La batracotoxina provoca contracciones musculares y la muerte por paro respiratorio. No son ranas territoriales.



Se encuentra bajo amenaza de extinción debido a que su único hábitat, la selva húmeda, se está deforestando con rapidez. Además, su escasa tolerancia a la contaminación también juega en su contra. Se cree que obtienen el veneno de un tipo de cucaracha que sería, realmente, una de las criaturas más venenosas de la Tierra.

sábado, 3 de agosto de 2024

Patricia Highsmith

Hace tanto tiempo, que ya no recuerdo cómo supe de esta autora, nacida en enero 1921 en Fort Worth, Texas, pero sí sé que fue Carol el primer libro suyo que leí, lo que no deja de ser curioso, porque esta historia poco o nada tiene que ver con sus otras obras. Mucho más tarde, vería la película, que también me gustó.




Sus padres se habían divorciado antes de que ella naciera, y fue educada por su abuela. Mary Patricia Blackman tomaría entonces el apellido con el que sería mundialmente conocida de su padrastro.

Lectora empedernida, le interesaban el crimen, la culpa y la mentira; temas que aparecieron de forma recurrente en sus libros Comenzó a escribir muy pronto, en 1935, aunque ese primer relato no se conserva. Estudió literatura inglesa, latín y griego.






Residió en Nueva York, donde trabajó como guionista de cómics y estuvo cinco meses en México. En 1952 publicó El precio de la sal usando el seudónimo de Claire Morgan porque la historia trata de una relación lésbica mal vista en la época. Tres décadas más tarde, el relato fue reimpreso como Carol, ya con su nombre. Fue adaptado al cine en 2015, con Cate Blanchett y Rooney Mara como protagonistas. El libro ya lo leí dos veces, y pronto caerá una tercera, porque pienso releer muchas de sus obras.




Escribió varios cuentos antes de que su primera novela, Extraños en un tren, viera la luz. Sí, también fue llevada al cine, en este caso por Alfred Hitchcock en 1951.





Su vida personal fue, cuando menos, problemática. Tachada de alcohólica, misántropa, misógina y comunista entre otras lindezas, abandonó su país camino de Reino Unido, Francia y Suiza, donde fallecería en 1995. Visité su tumba, que en realidad es un nicho hace bien poco, como homenaje a quien tan buenos malos ratos me hizo pasar.






Porque muchas veces, en mitad de alguno de sus libros, en realidad de casi todos, me preguntaba por qué los leía, prometiéndome que era el último que compraba. Era una cuestión recurrente, pero luego los terminaba, los volvía a leer y seguía comprando otro, y aún otro más.




Sus personajes, que bordean la psicopatía cuando no caen de lleno en ella, son despreciables y enfermizos, pero muy interesantes; y están espléndidamente creados, pues, no en vano, el punto fuerte de sus libros es la psicología. Tom Ripley, protagonista de cinco de sus novelas se lleva la palma por mucho que a veces haya que suspender la incredulidad. La primera de ellas, El talento de Mr. Ripley también ha sido llevado a la gran pantalla en dos ocasiones, por René Clément en 1960 y por Anthony Minghella en 1999. Anagrama publicó un volumen que las reúne a todas.






Una de sus historias, creo que recogida en Pequeños cuentos misóginos, comienza con esta frase que ya nos dice cómo es el tono: Un joven le pidió a un padre la mano de su hija y la recibió en una caja; era su mano izquierda.





Así que cuidado, que no son lecturas para todos. A mí me encantan, como me gustó acercarme a Tegna a rendirle homenaje.