Una entrada muy larga, lo sé, pero me voy unos días de vacaciones y os dejo tiempo para disfrutarla con calma.
El transporte
público en Suiza es muy bueno, es puntual y te lleva a casi todas partes, lo
que no quita para que a veces haya que hacer unas cuantas conexiones como es el
caso en esta excursión, en la que tuvimos que tomar dos trenes y dos autobuses
en cada sentido.
Estamos a mediados
de octubre, es viernes y pensamos ir mañana sábado a las cascadas del Rin, pero
hemos visto este puente colgante en la Red y como es el último fin de semana
del año en el que se puede hacer uso del teleférico, inmediatamente cambiamos
de planes.
Madrugón.
Nos levantamos a las seis y media de la mañana y comenzamos nuestra tournée de
estaciones, trenes y autobuses hasta llegar al Triftbahn. El paisaje desde el
tren es precioso a esta hora del amanecer. Lagos, verdes colinas y pequeños
pueblos se suceden hasta que nos acercamos a las montañas nevadas.
El teleférico es pequeño y sólo cabemos ocho personas
de pie. Lo tienen bien organizado y nos dan una tarjeta con la hora de vuelta.
Hemos calculado dos horas de subida, dos de bajada y dos en el puente.
Al llegar vemos este embalse de juguete con el color
del agua típico de un glaciar.
Atravesamos un puente y enseguida comienza la
ascensión, que nos lleva dos horas, aunque si estáis en forma se puede hacer en
menos tiempo. Las agujetas se encargarán de recordárnosla los días siguientes.
En las fotos se puede apreciar cómo el embalse va quedando atrás.
El sol continúa bajo y la mayor parte del recorrido lo
hacemos a la sombra. ¿Dónde están los 18 grados de la predicción meteorológica?
Según esto se puede llegar al puente por los dos
caminos, pero algo me dice que el de la izquierda es mucho más fácil.
En efecto, esta parte es bastante llana y sólo tenemos
que mirar dónde ponemos los pies, porque el precipicio es respetable. Allá al
fondo corre el río que hemos atravesado antes.
El puente es espectacular. No en vano está entre los
más largos y altos del mundo dentro de su clase. Algunos datos: 170 metros de
largo, 100 de alto, 7.5 toneladas de acero, 6.500 tornillos y 340 planchas de
madera.
Mi amiga sufre de vértigo, pero fue ella la que
propuso la excursión, que conste. Eso sí, me costó un poco convencerla para que
se soltara en mitad del puente. No hay peligro de caerse, pero el cerebro te
grita que te agarres.
A un lado tenemos el glaciar Trift, al otro el cañón
por el que discurre el río. El glaciar ha retrocedido en las últimas décadas,
aunque ahora es el final del verano y tiene aún menos hielo. Mide unos 5 km de
largo y ocupa un área de 16.6 km cuadrados (Wikipedia).
Como es lógico, tardamos bastante menos en bajar, pero
hubo suerte y pudimos coger un teleférico anterior al que nos correspondía.
14 comentarios:
Una maravilla!! No sé si yo podría subir esos caminos, pero las vistas merecen la pena.
Pero qué mieeeeeedo el puente!! Yo no me soltaba ni una mano, ja, ja. Creo que mejor me iría arrastrando. Abrazos
Sin duda mereció la pena el madrugón, hay cosas en el mundo que bien merecen dejar de dormir algunas horas.
Las vistas espectaculares, no sé cómo puedes vivir sin el síndrome de Stendhal.
Un abrazo Tawaki.
Me ha encantado la excursión, en cuanto al puente, me temo que no me hubiera atrevido a cruzarlo, pero desde luego nunca hubiera soltado las manos.
Tawaaaaa, momentos celos modo ON. ;-)
Yo creo que no podría pasar ese puente, que miedooo!!!
Besos
Ligia, es cuestión de subir despacio, como hago yo. Así da tiempo a hacer fotos y a admirar el paisaje. El puente es toda una experiencia.
Elena, a quien madruga… Suele merecer la pena. No sé si Stendhal estuvo en Suiza, pero yo llevo tiempo sufriendo su síndrome. Cuanto más conozco, más quiero ver.
Unjubilado, no te preocupes, te abrochas el cinturón antes de entrar en Google Maps y ya está. ;))
Blau, celos tú? Imposible. Ve apuntando sitios en la agenda. ;))
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Ohhh que impresionante!! No me hubiese importado que hubiese hacho la entrada mas larga aún,
que casualidad, mañana tenemos previsto ir al teleférico de Puente Dé, después de ver tus maravillosas fotos me apetece más.
Un saludo
Carmen
Magníficas fotos. Yo creo que tan arriba no subiría, pero unos días en esa casita... Ideal.
Un abrazo
Esto ya es turismo de aventura, con esos precipicios y ese puente. ¿Añado que los paisajes son impresionantes y las fotos tan buenas como siempre? Pues sí, lo añado, aunque sea repetido.
Bellísimo. Para recorrerlo tranquilo. disfrutando palmo a palmo cada paisaje.
Tu amiga una valiente, no hay dudas.
besos
Preciosa excursión, con paisajes de ensueño y un poco variados esta vez.
Tengo mucho vértigo, no creo que hubiera podido con el puente. Glub.
Besos y que tengas buenas vacaciones!!!!!
Que contraste tienes en los blogs. Nos vamos de la selva a la montaña en un pis pas ;)
Subir a un sitio así nos hace ver lo pequeños que somos ante la naturaleza.
Es impresionante el paisaje, y el puente una maravilla que tiene que dar miedo atravesar.
Que calma da ver esa foto de tu amiga sentada y comtemplado lo que ve.
Buen lunes.
Un beso
Carmen O, espero que te hayas atrevido a asomarte al mirador cuyo suelo está formado por barras de hierro y que está colgado sobre el vacío. Da un poco de miedo, pero la experiencia merece la pena.
Elvira, poco a poco, sin prisas se llega a todas partes.
Senior Citizen, bueno, no es para tanto, el sendero es muy seguro y el puente también por mucho que las vistas sean excepcionales.
Nélida, habría que hacerle un monumento al valor. Tenías que haber visto su cara, ja,ja.
Nélida G.A. el vértigo se vence, es cuestión de proponérselo y de no soltarse.
Laura M. esa foto me gusta mucho porque da la media de cómo nos planteamos la excursión y de la paz que se respiraba allí arriba. En cuanto a mis blogs, bueno, cada uno va por su lado, uno es más actual, el otro más histórico.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Precioso. Son como paisajes de postal
Raquel, es verdad. Cuando hace sol es muy bonito. Cuando llueve, que es a menudo, ya es otra cosa.
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