miércoles, 28 de octubre de 2020

Cumpleaños

Hoy cumplo cincuenta y uno, y los primeros pensamientos que me vienen están ligados a la preocupante situación en España y a la consabida pandemia, pero me niego a hablar de política (de momento) o de enfermedades.





Prefiero en cambio, traeros unas fotos del otoño en Zug, pues ya sabéis que en estos últimos meses apenas me he movido de la ciudad en la que vivo desde hace siete años. Domingo a domingo, unas veces con sol, otras con lluvia, he asistido al cambio de color de las hojas de los árboles, y son tantas las fotos que las últimas las guardo para otra entrada que publicaré Dios sabe cuándo.








Ese cuarto de hora caminando que separa mi piso del lugar donde trabajo, da para mucho. Edificios de viviendas, colegios, casas unifamiliares con pequeños jardines y oficinas, conviven con infinidad de árboles que lucen sus mejores galas poco antes de que llegue el inverno. Las flores de los jardines se asoman a la calle para satisfacer su curiosidad y la mía.








Aquí soy feliz, pues si bien echo de menos algunas cosas, disfruto de aquellas que tengo al alcance de la mano, que no son pocas. Empezando por esta Augustiner, una cerveza muniquesa que se encuentra entre mis favoritas.







El tiempo vuela y este año maldito se acerca a su fin. No hubo viajes, pero mientras escribo esto, el hombre acaba de tocar el asteroide Bennu con la sonda OSIRIS-REX y traerá a la Tierra hasta un par de kilos de materia extraterrestre allá por el 2023 para su análisis y estudio. ¿No os parece espectacular?

sábado, 10 de octubre de 2020

Se han pasado tres montañas

No soy monárquico por convicción, sino por necesidad, pues si bien comprendo y respeto a los republicanos de toda la vida, sus ideas están tan lejos de las mías que me obligan a preferir la monarquía parlamentaria.


Pero lo de ahora es muy diferente. Se trata de eliminar como sea a un Rey que estorba por mucho que tenga reducidas sus funciones constitucionales. Maniatados los medios de (des)información a base de subvenciones encubiertas e ilegales, con unos jueces dependientes, cuando no abiertamente afines, y un Parlamento secuestrado desde hace décadas por los chantajistas de siempre, el Rey sobra en ese jugo por controlar todos los poderes.

Sufrimos un acoso y derribo continuo de las instituciones que deberían protegernos. Porque se puede ser monárquico, republicano o medio pensionista, pero nunca tan rastrero como los que ahora asoman la cabeza para denostar lo que habían jurado respetar y defender. Ahí están, desmontando el estado de derecho, borrando la palabra bienestar de nuestras vidas mientras la mayoría calla. Quizás lo hagan con tu connivencia; desde luego, no con la mía.

¡Viva el Rey!