miércoles, 10 de mayo de 2023

Memorial de los Juicios de Núremberg I: la Sala 600

Pasé la Semana Santa de 2022 recorriendo una pequeña parte de Alemania con un amigo, y Núremberg fue uno de nuestros destinos. Es bien conocida la vinculación de esta ciudad – que quedó completamente arrasada por los bombardeos de la II Guerra Mundial y podemos ver hoy reconstruida – con el Nacionalsocialismo, hasta el punto de que me va a dar pie para varias entradas. La primera de ellas la voy a dedicar al lugar donde se celebraron los Juicios de Núremberg, la Sala 600, sita en el Palacio de Justicia y que todavía hoy sigue en uso. Se trata de un enorme edificio, construido entre 1909 y 1916 que se encuentra al sur del río Pegnitz, fuera de la ciudad antigua.




Por primera vez en la historia, entre 1945 y 1946, representantes de un Estado tuvieron que responder ante un tribunal por crímenes de guerra y crímenes contra la Humanidad. Puede que hoy ya lo tengamos interiorizado, pero en aquél entonces era una novedad.



No sé si habéis visto la película ¿Vencedores o vencidos? (Judgment at Nuremberg, 1961) dirigida por Stanley Kramer. Pienso referirme a ella en otra entrada, pero ya os adelanto que fue rodada en la propia sala 600 y que me parece magnífica. La sala, que ahora es más pequeña, fue renovada, girándose su disposición noventa grados. Si veis la cinta, o alguna foto de la exposición os daréis cuenta al compararlas con las mías.




El 21 de noviembre de 1945, antes de que hubiera pasado un año del final de la Segunda Guerra Mundial, se constituyó el único tribunal militar que involucraba a todos los Aliados. En la declaración de apertura del juicio, hecha por Robert H. Jackson, el fiscal jefe americano nombrado por Harry S. Truman, ya hizo referencia a la importancia de lo que allí se dirimía: “la forma en la cual juzgamos a estos acusados hoy será el registro sobre el cual la historia nos juzgará mañana”. Darles de beber un cáliz envenenado supondría acercarlo también a los labios de los Aliados, por lo que el juicio debía ser recordado en la posteridad no como una venganza, sino como el cumplimiento de las aspiraciones de la Humanidad de hacer justicia. A pesar de ello, no conseguirían evitar todas las polémicas que terminaron por crearse.




No en vano, eran muchas las voces que exigían la muerte de los imputados inmediatamente tras el arresto y sin necesidad de juicio, pero afortunadamente se impuso la cordura. Por otro lado, hay quien duda de la legalidad de estos juicios. El Tribunal Militar tenía representantes de los cuatro aliados principales: EEUU, Rusia, Inglaterra y Francia, pero otros 19 países ratificaron la Carta de Londres, que, entre otras cosas, regulaba las leyes y los procedimientos del juicio.




Es cierto que las Convenciones de Ginebra de 1964 y 1906 ya pretendían someter las guerras a ciertas normas “humanitarias”. Algún día os hablaré de Henri Dunant, que siendo anterior a todo esto, no deja de estar relacionado. También lo es que durante las Conferencias de La Haya en 1899 y 1907, los representantes de 44 estados desarrollaron un programa para promover la paz, estableciendo códigos de conducta en caso de conflicto, así como normas para la guerra por tierra y por mar. Lo que es más, tras la Primera Guerra Mundial se creó la Liga de Naciones en Ginebra, en 1920, la predecesora de la ONU, pero faltaba un esfuerzo común para lidiar con las personas y las organizaciones que cometieran crímenes de guerra. De ahí la importancia de estos Juicios de Núremberg.




21 individuos, dirigentes del régimen nacionalsocialista, junto con algunos empresarios, políticos y militares, se sentaron en un par de bancos durante el juicio y debieron responder por sus supuestos crímenes. Durante 218 días, el tribunal escuchó a 240 testigos y evaluó más de 300.000 declaraciones juradas. Once meses más tarde, en octubre de 1946, el Tribunal Militar Internacional alcanzaría un histórico veredicto que incluía 11 sentencias de muerte, 3 sentencias a cadena perpetua, 4 sentenciados a entre 10 y 20 años de prisión y 3 absoluciones.




En realidad, eran 24 personas las juzgadas, así como 7 grupos y organizaciones: Leadership Corps del NSDAP, Gestapo, SD, SS, SA, el Gabinete de Hitler y algunos integrantes del Alto Mando de la Fuerza de Defensa (OKW). Recordemos que Hitler, Himmler y Goebbels se habían suicidado al final de la guerra en Europa. Tres acusados no estuvieron presentes en el juicio, de ahí los 21 que sí comparecieron. Robert Ley se había suicidado antes; Gustav Krupp von Bohlen und Halbach fue acusado por error porque en realidad buscaban a su hijo Alfred y su caso hubo de ser suspendido; Martin Bormann, desaparecido desde mayo de 1945 fue formalmente declarado como fallecido ese mismo año en 1972.




He de decir en favor de los alemanes que son muy valientes al enfrentar públicamente esta parte tan negra de su historia. Me consta cómo les afecta personalmente, y eso le da más valor. Mientras, otros regímenes, más actuales, censuran, ocultan y acallan sus crímenes, que no son menores. Pero de eso ya tendremos tiempo de hablar en otra ocasión.

7 comentarios:

Senior Citizen dijo...

Nada más leer el título de esta entrada, me he acordado de la película, que vi varias veces porque era muy buena. Había algunas interpretaciones extraordinarias, como la de Montgomery Clift y la del juez, representado por Spencer Tracy.

lola dijo...

Hola Javier,
He visto la película que nombras y también vi una serie donde se narraban los juicios verdaderos, muy interesante ambas.
Desgraciadamente sobran personas a las que habría que sentar en un banquillo así.
Un abrazo.

unjubilado dijo...

Cuando el tribunal entró en la sala, las luces se atenuaron para que la prensa no pudiera fotografiar a los acusados a la hora de oír la sentencia.
Éstos, a pesar de que sabían que el tribunal había aceptado por completo los argumentos de la fiscalía, albergaban la esperanza de una condena asumible.
Situados uno junto al otro, y con los auriculares obligatoriamente colocados, los acusados fueron oyendo el veredicto, cuya lectura duró cuatro minutos.
Tras conocer cuál había sido su suerte, los condenados volvieron a ser conducidos a su celda, a excepción de los que habían sido absueltos, que se quedaron en la sala.

Tawaki dijo...

Senior Citizen, yo no me canso de ver a esos magníficos actores tan sabiamente dirigidos. A veces la realidad, sin embargo, supera a la ficción.

Lola, la lista es larga, pero la voluntad, escasa. Principalmente porque hay mucho "demócrata" de boquilla que solo denuncia lo que le conviene.

Un jubilado, imagino que esos cuatro minutos fueron demoledores para aquellos que una vez se sintieron los amos del mundo mientras que veían ahora cómo eran condenados, en su mayoría, por sus muchos crímenes.

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

Bloudit dijo...

La primera vez que estuve en Alemania me sorprendió esto que dices al final: lo abiertos y responsables que son para enfrentarse a las aberraciones que tuvieron lugar en ese punto de su historia. No solo me dio mucho que pensar, sino que me dio vergüenza ajena por muchos otros países, en teoría desarrollados, que siguen sin hacerse responsables de actos de similares mucho más cercanos en la historia (y hasta hay quienes todavía los defienten... pufff). Un saludo!

Una mirada... dijo...

Conozco la película y he leído lo suficiente sobre los intervinientes y acusados y el intento, precisamente, de alejar la palabra "venganza" de lo que allí se dirimió. Mi única objeción es que el concepto "crimen de guerra" de entonces se aplicara exclusivamente a los perdedores de la guerra y no se ampliara a quienes, en el bando Aliado, tuvieron igualmente un comportamiento criminal. Crímenes de guerra también fueron las actuaciones del Ejército Rojo contra la población civil en su camino a Berlín; crímenes de guerra fueron los bombardeos contra la población civil de Alemania (pienso en Dresde, por ejemplo), sin olvidar que, apenas tres meses antes de celebrarse estos juicios, EEUU cometió la atrocidad de las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki.

Tawaki dijo...

Bloudit, y eso que los alemanes lo llevan fatal por su forma de ser. En mi opinión eso le da todavía más valor. Un gran descubrimiento vuestro blog. Sefuro que me veis por allí

Una mirada, poco se habla de Dresde, donde murieron muchos más que en Hiroshima. De quienes dirigían el Ejército Rojo ya te puedes imaginar qué opinión tengo... Tienes toda la razón. Lo de las bombas atómicas da para más de una discusión de café. La prueba es que tuvieron que lanzar dos para convencer a unos japoneses dispuestos a inmolarse por su emperador. También es verdad que de no haberlas tirado, habrían muerto más personas, aunque había otra opción que era haberlas lanzado donde no viviese nadie. Es evidente que los EEUU querían probar su resultado y su nuevo juguete y que cometieron una atrocidad. Los Aliados tienen a su favor, por hacer de abogado del diablo, que ellos no iniciaron la guerra.

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.