Esta entrada es continuación de esta otra. Lo descubrí por Instagram y me faltó tiempo para buscar un día soleado a finales de mayo del año pasado para visitarlo; justo cuando los iris están en su mejor momento.
El castillo se encuentra muy cerca de Morges y, por lo tanto, del lago Lemán. Está considerado como un perfecto ejemplo de la arquitectura suiza de principios del siglo XVII, y se erige sobre los cimientos de un castillo-fortaleza del siglo XIII. El terreno, de 100 hectáreas, ha pertenecido a la misma familia durante 700 años. (Fuente: mywitzerland.com).
En la entrada anterior vimos fotos centradas fundamentalmente en uno de los nueve jardines que acogen alrededor de 50.000 flores entre mayo y julio de cada año. Hoy sigo con mi desorden habitual, mezclando imágenes de mis dos primeras visitas, y lo hago acercándome al interior del recinto en el Jardín de Dorianne.
Fue creado en 2006 en la terraza del palacio en honor de Dorianne Bovet, la madre del actual dueño, y su diseño geométrico acoge rosales de color rojo y amarillo.
Venir aquí un día soleado, de esos en los que todavía no aprieta el calor, es una delicia. Las flores, las esculturas, el paisaje y los bancos; todo se conjuga para transmitir belleza y sosiego.
El edificio principal está cerrado al público, y es en este jardín donde podemos acercarnos más para admirar su arquitectura.
Ya en la salida, nos espera el Jardín Secreto, un pequeño rincón lleno de paz y tranquilidad inspirado en el libro del mismo nombre el escritor Frances Hodgson Burnett.
Un arroyo discurre por el punto más bajo del jardín, no muy lejos del puente levadizo que daba acceso al castillo medieval.
Otro día volvemos con la historia del castillo, de las personas que lo embellecieron, así como con más flores y jardines.