Lo de comer el
cocido maragato se ha convertido ya en una tradición anual a la que procuro no
faltar. Igual que otros se hacen análisis o pruebas físicas, para nosotros es
una forma de averiguar si aún estamos en forma, y parece que hemos vuelto a
sobrevivir.
Este cocido se
sirve en tres vuelcos y tiene la particularidad de comerse al revés, es decir,
se empieza por la carne, se continúa por los garbanzos y se termina con la
sopa. No está claro el por qué se hace así, pero parece ser que el objetivo era
evitar que la carne se enfriase.
Castrillo de los
Polvazares es un pueblo de apenas dos calles conocido por sus buenos
restaurantes. Nuestro favorito es Casa Juan Andrés aunque el más conocido es el
de Maruja.
Hasta ahora siempre
nos habíamos quedado a dormir en León, pero este año decidimos cambiar y
quedarnos en Astorga, en un lugar estupendo que se llama Casa Tepa. Es una
posada real de finales del siglo XVIII y se supone que Napoleón, que había
acudido para apoyar a las tropas que asediaban Astorga, durmió en la misma
habitación ocupada por mí.
La noche del sábado
estuvo divertida, ya que se celebraba el carnaval y absolutamente todo el mundo
iba disfrazado. Astorga se llenó de gentes de los pueblos vecinos y había
marcha por doquier.
El
domingo llegó la segunda parte de este tour gastronómico y nos acercamos a La
Bañeza para dar cuenta de un “pequeño” chuletón de buey. El restaurante está en
una cueva, que es como llaman allí a las bodegas, pero nos decepcionó. Se come
mejor carne en Madrid por el mismo precio, y no digamos en el País Vasco.
Ahora sólo queda organizar el cocido del año próximo.