viernes, 4 de septiembre de 2020

Neuronas de vacaciones

La mayoría de los que han accedido a este blog no terminarán de leer esta frase, mientras que muchos otros muchos no pasarán del segundo párrafo.

Escribo esto cuando acabo de concluir mi primer libro de Leonardo Padura, un autor que tenía en la recámara desde hace tiempo, y al que sin embargo me costaba darle una oportunidad. Me ha gustado, escribe muy bien y se aleja de la típica novela policiaca actual.



Pero no he venido a hablaros del libro, sino de lo que me ha costado terminar esas doscientas y pico páginas. A menudo llegaba al final de una de ellas sin enterarme de nada, con la mente en otro sitio y las neuronas derretidas bajo el esfuerzo de leer frases que superaban el renglón. Hacia adelante y hacia atrás, soltando el libro cada poco, fruto de un agotamiento que tampoco viene de ahora. Los escritores contemporáneos lo saben bien y distribuyen los puntos y seguido como quien siembra a voleo. Cuatro palabras, punto, cinco palabras, punto, Tres palabras, punto. Vaya, se terminó el libro. ¡Cuánto me ha gustado!

Éramos tontos y nos estamos volviendo gilipollas. No somos capaces de mantener la atención más allá del minuto y picoteamos de una cosa a otra sin que nos cunda el tiempo, absortos por una forma de vida cada vez más banal y estúpida. Me resisto, pero sucumbo, y por lo que veo a mi alrededor parece que no soy el único.

Lees la prensa y ya no hay artículos, sino vídeos. Miras los comentarios y la mayoría sueltan lo que les parece, en un lenguaje infame, sin que tenga relación con la noticia. Vas al cine y parpadean las pantallas de los móviles, por no hablar de que los cafés y restaurantes pronto tendrán mesas unipersonales, más parecidas a los cubículos de una empresa que al comedor de una casa antigua. De la televisión mejor no hablo.

Le echamos la culpa al estrés, a que llegamos reventados del trabajo, aduciendo que nos merecemos desconectar, un descanso, un alto en el camino, y no nos damos cuenta de que nos estamos idiotizando. Lo que es peor, somos conscientes de ello y no nos importa.

Leo un libro a la semana, pero son de usar y tirar. Los gordos, los densos, los que de verdad te cuentan algo interesante se apilan en la estantería en precario equilibrio, acumulando polvo. Youtube, pues no veo televisión ni series, es el chupete perfecto para pasar el rato mientras llega la hora de acostarse. Ideas de otros bien masticaditas.

Leo en papel, huyo de los likes y de las redes sociales, guardo el teléfono mientras almuerzo y mantengo curiosidad e ilusiones. Discuto hasta con mi sombra, pero siento que no voy por el camino correcto. Y ese soy yo, con cincuenta años; no quiero ni imaginar un futuro, hecho ya presente, en el que la gente no sepa argumentar porque sus cerebros reblandecidos estén llenos de ideas prestadas, de consignas fácilmente reciclables y sencillas de entender. Cuatro palabras, punto, cinco palabras, punto, Tres palabras, punto. Repítase.

Entrada escrita en noviembre del año pasado, cuya publicación se ha ido retrasando.

12 comentarios:

RosaMaría dijo...

Pues no se adelantó mucho de noviembre hasta ahora, vivimos en tiempos "apurados", porqué no se sabe, pero la prisa es la otra pandemia que no vemos. El aquietarnos vendrá bien a algunos pocos pues el virus de la modernización ya está instalado. Convengamos que adelantamos mucho, pero mejorado en poco. Abrazo grandote.

Senior Citizen dijo...

Yo no creo que porque un libro sea "gordo y denso", vaya a ser mejor que uno corto y ligero. Al contrario, admiro a los escritores de prosa fluida, que se leen sin esfuerzo, y rechazo aquellos en los que te atascas en la lectura o te ahogas con las frases demasiado largas. Y eso no es de ahora, que leo poca o ninguna narrativa, sino de siempre.

Mari-Pi-R dijo...

A mi el verano me ha dejado apática, Septiembre con algunos días más frescos me ha dado otra vez las ganas de volver a las rutinas sociales de los blogger, así que voy aprovechar para soltar mis ultimas salidas de viajes de antes de la pandemía.
No soy una devoradora de libros, pero me va bien leer unas paginas cada mañana antes de empezar mi jornada.
Un abrazo esperanto que todo vaya bien para ti.

lola dijo...

Hola, Javier.
De mi paisano no he leído nada, a varias de mis amigas les entusiasma, pero yo no acabo de decidirme, comprendo que es algo personal pero es superior a mí.
En cuanto a lo que comentas, creo que esta sociedad en la que vivimos se parece cada vez más a esos novelas de futuros distópicos que a lo mejor hace años nos parecía cosa imposible.
Saludos,

Alí Reyes dijo...

Para mí, que soy escritor, lograr que alguien lea lo que escribo ¡Me cuesta un mundo! Lo único que me consuela es que los pocos que me han leído dicen que les ha gustado ¿por quedar bien conmigo o porque escribo corto y fluido? Eso es algo que debes experimentar tú mismo.

Una mirada... dijo...

Las lecturas son una elección personal; cada cual ya sabe qué le gusta y de qué textos huye, independientemente de la extensión de las oraciones. Y luego están los momentos precisos, claro, donde encaja un tipo de lectura u otra. Para mí los libros forman parte de mi vida cotidiana; siempre ando entre lecturas, que no necesariamente coinciden con las últimas novedades y tendencias.

¿Que la gente se deja llevar por lo que dicen/hacen otros...? Habrá gente así, por supuesto, pero también la hay, y mucha, que defiende sus peculiaridades, que opta según sus convicciones y actúa sin pisotear sus principios.
Siempre resulta más sencillo -dentro de la complejidad humana- actuar según se piensa y se es; ponerse disfraces ajenos y consultar al gurú de referencia genera mayor esfuerzo y más tiempo, y con los equilibrios que ha de hacerse para sacar momentos para uno mismo, ya solo faltaría perderlo en servilismos.

Un buen masaje a las neuronas y... ¡¡adelante!!

Contadora de Libros. dijo...

Estoy tan de acuerdo con lo que ha escrito Una mirada, que con su permiso y el tuyo, suscribo en mi comentario todas sus palabras.
Añado sólo dos cosas:
- En ocasiones simplemente no funciona una lectura porque no es su momento, ni el del libro ni el del lector. Hallando en la mayoría de esos casos un encuentro posterior donde todo confluye y disfrutamos de esa lectura que a prioi nos había provocado rechazo, desconcierto, agotamiento, ganas de no empezarlo, o de abandonarlo.
- Y lo otro es que al menos para mi, un libro denso de muchas páginas no es sinónimo de buen libro, así como tampoco uno ligero de pocas páginas es sinónimo de mal libro. Mi experiencia me lleva a tener otros raseros para medir la calidad de un libro.

Y ya sabes, porque coincidimos en eso, que siempre se aprende de un libro, incluso de los que no nos gustan o convencen. Y con la idea de que hay tantos libros buenos por descubrir, que cada uno ya sabe en qué libro no pararse para no perder el tiempo.
¡Felices lecturas, Tawaki! Desperezando neuronas. Siempre.
Un abrazo.

Ligia dijo...

De noviembre hasta ahora han pasado tantas cosas!! y ya ves, el escrito está de plena actualidad, y muchos de nosotros lo firmaríamos sin problemas... Ay las neuronas! Abrazos

Tawaki dijo...

Rosa María, en cierto modo, la entrada parece predecir los hechos, aunque ya te digo yo que no era esa la intención; ha sido una casualidad. Sí, más nos vale bajar el ritmo, porque la vida moderna nos está derritiendo el cerebro.

Senior Citizen, a mí tampoco me gusta la prosa rebuscada, pero hay escritores muy buenos a los que no puedo hacer frente porque llego a casa con las neuronas derretidas, y me tengo que conformar con una literatura barata y cutre, de usar y tirar. Lo mismo aplica a las noticias de un periódico. La imagen, más sencilla de digerir, se está comiendo a la escritura, y eso nos hace más tontos, porque nos esforzamos menos.

Mari-Pi-R, es que no se trata solo de libros, sino de la prensa, de la televisión, etc. Los que volvemos a casa después de una jornada laboral no estamos para grandes esfuerzos, y la vida moderna se aprovecha de ello, nos pone delante el caramelito de lo fácil, de lo ya mascado, y eso hace que penemos menos cada día.

Lola, completamente de acuerdo, cada vez estamos más alienados, y, por lo que veo, hay gente encantada con ello. Dale una oportunidad a tu paisano, a mí me gusta cómo escribe.

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

Tawaki dijo...

Alí Reyes, estamos sometidos a una cantidad de información tremenda, imposible de procesar, y, por desgracia, hay que elegir. Peor todavía es cuando la vida moderna no te permite disfrutar de ciertas experiencias porque exigen demasiado a nuestras neuronas. Este mundo nos está volviendo perezosos.

Una mirada, el problema es cuando te gusta algo y no lo puedes leer porque llegas demasiado cansado a casa. Pero no es solo eso, es que como te digo, muchos no pasan de la primera frase. La gente comenta noticias que no ha leído, y lo hace en función de unas ideas prestadas que han sido muy poco procesadas. No hablo ni de ti ni de mí, sino de esta sociedad que nos obliga a todos a ir más rápido de lo que quisiéramos. Coge un listado de lo que se leía hace veinte años y compáralo con los de ahora. Mira las películas que echan en el cine y es igual. La prensa de antes era mucho mejor que la de ahora, que se limita a poner vídeos para contar clics. Que no todo el mundo es así, por supuesto, pero vamos en esa dirección.

Contadora de Libros, te remito a lo que le he contestado a Una mirada, para no repetirme. Y aclaro, no es que no me haya gustado Padura, todo lo contrario, el problema es que con el estrés y el ritmo al que estamos sometidos, nunca es buen momento para esa lectura compleja, buena y fascinante, y hemos de conformarnos con obras de inferior calidad, entretenidas, pero peores. Lo mismo sucede con gran parte del cine actual, que parece ir dirigido a niños más que a adultos, potenciando el espectáculo visual en detrimento del guion. Por no hablar de las noticias... Nos estamos acomodando demasiado a ese estilo de vida, y no hablo de personas concretas, sino de la humanidad en general.

Ligia, es curioso, porque no podía predecir la Covid y sin embargo ya ves. Estamos siguiendo un camino que hace que nos sintamos cómodos, pero no dedicamos el tiempo suficiente, ni el esfuerzo, a preguntarnos qué merece realmente la pena. Y yo no me quiero dejar llevar, pero es que llego a casa sin ánimos de enfrentarme a un libro complejo por muy bien escrito que esté. Me parece preocupante, la verdad.

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

Senior Citizen dijo...

¿No será que te está llegando la edad en la que deja de interesar la narrativa? Dicen que es a partir de los 50 y que eso demuestra madurez.

Tawaki dijo...

Senior Citizen, lo que comento se aplica a todas las edades. Si me apuras, más a la gente joven. En mi caso, salgo a libro por semana y me parece poco, lo que ocurre es que llego tarde de trabajar, cansado y sin ganas de enfrentarme a algo mínimamente complejo. Por eso me conformo con cosas más sencillas que no son necesariamente de mejor calidad.