Rosa María se hace eco en sus dos blogs, aquí y aquí, de los incendios que asolan una gran región de Argentina. Es algo que por desgracia vivimos demasiado a menudo también en otros países; incendios provocados que benefician solo a unos pocos y que nos perjudican a todos mientras los políticos fingen mirar para otro lado y legislan a favor de los pirómanos.
Los que me seguís desde hace tiempo conocéis mi fascinación por Argentina, viaje al que le dediqué un blog en exclusiva, Ruta 40, así como mi gusto por la Naturaleza en general, de modo que entenderéis mi doble disgusto.
Da la casualidad de que a finales de 2008 estuve conduciendo por aquellas latitudes, pasando muy cerca de las zonas que ahora han ardido. Junto aquí algunas fotos rescatadas de entradas de hace una decena larga de años, para ilustrar la belleza de la región y recordar a todos un mensaje que encontré precisamente por allí cerca.
Todavía recuerdo esas carreteras interminables que cruzan la Patagonia en línea recta, a veces asfaltadas, a menudo de ripio, atravesando bosques cuando no al borde de lagos inmensos.
Era el final de la primavera, y había flores por todas partes.
Las injusticias se van a seguir produciendo, y nosotros elegimos si callamos o alzamos la voz para protestar. Quizás pensemos que no podemos hacer nada, pero si algo me ha enseñado vivir en Suiza es que la fuerza de los ciudadanos de a pie es mucho mayor de lo que creemos.