No era la primera vez que me acercaba por esta localidad del sur de Suiza. Entonces, allá por el 2017 apenas habíamos pasado un par de horas, mientras que en esta ocasión nos quedaríamos un fin de semana.
Ascona es el lugar ubicado a menor altura de Suiza, a 196 msnm, en la orilla norte del lago Maggiore y es conocida por su caso antiguo y su paseo lacustre.
En el centro encontramos la iglesia de San Pedro y San Pablo, una basílica del siglo XVI con un campanario de gran altura.
Fuera de la ciudad está el Monte de la Veritá, que sirvió de refugio a varios artistas al principio del siglo XX. Un museo nos cuenta la historia de esta colonia alternativa, pero nos entretuvimos con otras cosas y no llegamos a visitarlo.
Para los que vivimos en la parte alemana de Suiza, Ascona ofrece dos grandes atractivos: un clima mucho más benigno y una gastronomía más parecida a la mediterránea. Acercarse por allí es como cambiar de país.
Los resultados trajeron cal y arena. Uno de los museos que quería ver estaba cerrado, y otro tenía horarios tan limitados que no me convenían. Alguna iglesia estaba en obras. Pero a cambio, disfruté mucho del jardín botánico, que merece entrada aparte, y de las terrazas que se desparraman a orillas del lago Maggiore.
En junio, la ciudad acoge conciertos callejeros de jazz que abarrotan sus calles de gente y buena música. Fue una casualidad, pero los disfrutamos, mientras que en agosto se celebra el conocido festival de cine de Locarno, localidad que dista muy pocos kilómetros.
Termina la música y la fiesta, y no hay un solo papel en el suelo. Por muchos años que pase aquí nunca dejo de sorprenderme. Eso sí, tuve que compartir el desayuno con estos gorriones. La tranquilidad es tal, que ni siquiera esperan a que te levantes de la mesa para abalanzarse sobre la comida.
Un año más tarde conseguí volver y visitar ese museo al que tantas ganas tenía, pero eso será objeto de otra entrada.
6 comentarios:
SOY ROSA MARIA... me encantò. otra vez anduve por los suelos. abrazo cariñoso
Qué ciudad tan coqueta con ese lago de ensueño que es la marca suiza por excelencia junto a la profusión de zonas floridas. Los gorriones dan calidez, infatigables compañeros tragoncetes de las zonas habitadas.
¡Qué maravilla, Javier! Me encantan tus fotos y la forma en que lo describes todo. Aquí las palomas son las que no esperan a que te levantes de la terraza para "atacar" la comida que haya quedado; gorriones hay también pero no causan tanto alboroto.
Un abrazo,
Lola
Eso me han contado siempre mi familia suiza de esta bella localidad, ellos viven en el norte, norte y dicen que cuando quieren más calorcito y cambiar de gastronomía se van hasta esa zona y como tú dices pareciese que estuvieran fuera de Suiza. Cada día tengo más ganas de conocer ese precioso país. Desde luego tú has conseguido con tus imágenes que crea que por un ratito estoy allí, a la orilla de ese lago precioso , qué imágenes bonitas. Mi abrazotedecisivo
Rosa maría, espero que te mejores muy pronto y que pierdas esa costumbre de caerte...
Una mirada, no me canso de visitarla. Siempre tiene el encanto de otra época, mezclando lo mejor de Italia con lo mejor de Suiza.
Lola, los gorriones son unos gorrones ;)) Me alegro de que te guste. Esa es la idea, compartir.
Sara, siempre te digo que ya estástardando en hacer las maletas. Espero que te decidas pronto, aunque quizás sea mejor cuando pase el invierno.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Sí que es verdad que por las fotos, podrías estar en cualquier ciudad mediterránea. Italia, Francia, España... pero más limpias y los jardines más cuidados.
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