Quiero dar las gracias a Thomas, que me recomendó este libro. He aprendido mucho, he coincidido y discrepado con el autor, pero por encima de todo, me ha hecho pensar.
Francis S. Collins es un famoso genetista norteamericano, que ha liderado el Proyecto Genoma Humano durante más de diez años. Un científico eminente sin ideas preconcebidas y de discurso inteligible. El Príncipe de Asturias de 2001 es sólo uno de los muchos premios importantes que ha recibido a lo largo de su dilatada carrera.
Su confesado ateísmo inicial ha pasado a una posición en la que ciencia y fe pueden ir cogidas de la mano. El estudio de los diferentes genomas y la certeza de que todos descendemos de un mismo antepasado común, ha obrado el cambio en su forma de pensar, pero no por eso cierra la puerta a otras opciones.
Francis S. Collins es un famoso genetista norteamericano, que ha liderado el Proyecto Genoma Humano durante más de diez años. Un científico eminente sin ideas preconcebidas y de discurso inteligible. El Príncipe de Asturias de 2001 es sólo uno de los muchos premios importantes que ha recibido a lo largo de su dilatada carrera.
Su confesado ateísmo inicial ha pasado a una posición en la que ciencia y fe pueden ir cogidas de la mano. El estudio de los diferentes genomas y la certeza de que todos descendemos de un mismo antepasado común, ha obrado el cambio en su forma de pensar, pero no por eso cierra la puerta a otras opciones.

Los físicos están de acuerdo en que el universo empezó como un punto de energía infinitamente denso y sin dimensiones, con una gran explosión, conocida como Big Bang, hace aproximadamente 14 mil millones de años. Todavía no está claro si el universo se expandirá eternamente o si habrá una Gran Implosión.
El problema es que la existencia del Big Bang implica la pregunta de qué había antes de eso, o qué o quién era responsable. En opinión del autor, el Big Bang exige una explicación divina.

La foto la tomé de:
http://zaragozame.com/wp-content/uploads/2008/03/bigbang1.jpg
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Por supuesto, cada uno es libre de adoptar la postura que desee, pero hay algunos factores que deberíamos tener en cuenta y que Collins describe con mucha claridad. De esta manera, se ha descubierto que:
1) La materia y la antimateria fueron creadas en cantidades casi iguales. Ese “casi” marca la gran diferencia. Si hubieran sido exactamente iguales, los planetas, las estrellas y las galaxias nunca habrían existido y, por descontado, nosotros tampoco. ¿Casualidad? ¿Suerte?
2) La forma en que el universo se expandió después del Big Bang dependió críticamente de la cantidad de masa y energía total, y también de fuerza de la constante gravitacional. Un cambio ínfimo en estas magnitudes habría impedido nuevamente la formación de planetas, estrellas y galaxias. ¿Casualidad? ¿Suerte?
3) Si la atracción nuclear que mantiene juntos a protones y neutrones hubiera sido más débil, sólo se habría formado hidrógeno en el universo. Si hubiera sido más fuerte sólo existiría el helio. Nosotros dependemos del carbono. ¿Casualidad? ¿Suerte?
No quiero aburriros, pero el libro va desgranando éstas y otras “casualidades” que han permitido que el ser humano forme parte del universo. La probabilidad de que todas hayan ocurrido a la vez es ínfima, prácticamente despreciable, pero lo cierto es que estamos aquí, haciéndonos preguntas.
Hay tres posibilidades:
a. Que haya una cantidad infinita de universos, bien sucesivos en el tiempo, bien coetáneos, y que nosotros vivamos en uno de ellos. Si incrementamos lo suficiente el número de universos aumenta la probabilidad de que se den las circunstancias necesarias.
b. Que exista un sólo universo, el nuestro. Simplemente se dieron las características adecuadas, cosa que como hemos visto, es harto difícil.
c. Sólo existe un universo y es el nuestro. Algo o alguien lo creó de forma consciente, voluntaria.
Con las leyes de probabilidades en la mano, la segunda opción es la menos plausible, lo que nos deja con las otras dos. Cada uno que elija según sus creencias.
En mi opinión, la costumbre que tiene la Religión de poner a Dios en todos los huecos que quedan sin explicar, le hace un flaco favor, porque la Ciencia, antes o después, va rellenando esas lagunas. Si Dios existe no necesita que lo inventemos ni que justifiquemos su presencia en cada acto “sobrenatural”
Por otro lado, confundimos Dios con Religión, e identificamos Religión con los seres humanos que la predican, que al fin y al cabo son eso, personas, con sus virtudes y sus defectos. No sé qué pensaréis vosotros, pero para mí, Dios, Religión e Iglesia son cosas completamente distintas.
Lo que nos dice Collins es que, independientemente de los fundamentalismos religiosos y científicos, de una parte y de otra, de los intereses económicos y de las luchas de poder, Ciencia y Dios no son necesariamente excluyentes como muchos pretenden hacernos creer.
1) La materia y la antimateria fueron creadas en cantidades casi iguales. Ese “casi” marca la gran diferencia. Si hubieran sido exactamente iguales, los planetas, las estrellas y las galaxias nunca habrían existido y, por descontado, nosotros tampoco. ¿Casualidad? ¿Suerte?
2) La forma en que el universo se expandió después del Big Bang dependió críticamente de la cantidad de masa y energía total, y también de fuerza de la constante gravitacional. Un cambio ínfimo en estas magnitudes habría impedido nuevamente la formación de planetas, estrellas y galaxias. ¿Casualidad? ¿Suerte?
3) Si la atracción nuclear que mantiene juntos a protones y neutrones hubiera sido más débil, sólo se habría formado hidrógeno en el universo. Si hubiera sido más fuerte sólo existiría el helio. Nosotros dependemos del carbono. ¿Casualidad? ¿Suerte?
No quiero aburriros, pero el libro va desgranando éstas y otras “casualidades” que han permitido que el ser humano forme parte del universo. La probabilidad de que todas hayan ocurrido a la vez es ínfima, prácticamente despreciable, pero lo cierto es que estamos aquí, haciéndonos preguntas.
Hay tres posibilidades:
a. Que haya una cantidad infinita de universos, bien sucesivos en el tiempo, bien coetáneos, y que nosotros vivamos en uno de ellos. Si incrementamos lo suficiente el número de universos aumenta la probabilidad de que se den las circunstancias necesarias.
b. Que exista un sólo universo, el nuestro. Simplemente se dieron las características adecuadas, cosa que como hemos visto, es harto difícil.
c. Sólo existe un universo y es el nuestro. Algo o alguien lo creó de forma consciente, voluntaria.
Con las leyes de probabilidades en la mano, la segunda opción es la menos plausible, lo que nos deja con las otras dos. Cada uno que elija según sus creencias.
En mi opinión, la costumbre que tiene la Religión de poner a Dios en todos los huecos que quedan sin explicar, le hace un flaco favor, porque la Ciencia, antes o después, va rellenando esas lagunas. Si Dios existe no necesita que lo inventemos ni que justifiquemos su presencia en cada acto “sobrenatural”
Por otro lado, confundimos Dios con Religión, e identificamos Religión con los seres humanos que la predican, que al fin y al cabo son eso, personas, con sus virtudes y sus defectos. No sé qué pensaréis vosotros, pero para mí, Dios, Religión e Iglesia son cosas completamente distintas.
Lo que nos dice Collins es que, independientemente de los fundamentalismos religiosos y científicos, de una parte y de otra, de los intereses económicos y de las luchas de poder, Ciencia y Dios no son necesariamente excluyentes como muchos pretenden hacernos creer.