Esta historia me la contaron hace ya algún tiempo, por lo que no recuerdo todos los detalles con exactitud. No obstante, lo importante no es tanto cómo está escrita, sino la anécdota en sí.
Un pueblo de Marruecos, en los años ochenta, y tened en cuenta que este país ha cambiado mucho en los últimos años. Nuestro protagonista es un español que viaja por negocios. Es su primera visita, no tiene experiencia, y habla muy poco francés. Está solo, en un país extranjero que no conoce.
Anochece, y las calles del pueblo, antes rebosantes de vida, se quedan vacías. Él se refugia en la habitación de su hotel, un lugar bastante desagradable pero que tiene buenas vistas a la plaza del pueblo.
Las pareces están desconchadas, con humedades aquí y allá, de un color ligeramente verdoso. Ha mirado con temor entre las sábanas y por lo menos no hay chinches. El suelo parece recién barrido y brilla con la última luz de la tarde. Junto a la ventana hay una mesa y un par de sillas. El baño está fuera, en mitad del pasillo.
Aburrido, se acerca a la ventana y descubre al otro lado de la plaza un edificio bastante grande que se alza sobre el resto de casuchas del pueblo. Hôtel de Ville. Se lee con dificultad porque ya casi no hay luz, pero sí, es eso lo que pone. Nuestro hombre lamenta no haberse fijado antes, cuando bajó precipitadamente del taxi. Sin duda fueron los nervios del primer viaje de trabajo. Ahora entiende las prisas del recepcionista por darle una habitación.
El edificio de enfrente tiene buena pinta, nada que ver con ese hotel cochambroso en el que está alojado. Incluso hay alguien que pasea junto a la puerta. Lo piensa un momento y se decide a hacer la maleta. Baja a recepción, y en su torpe francés pide la cuenta, sin entender lo que le dicen desde el otro lado del mostrador. La cuenta, insiste; no piensa quedarse ni un minuto más.
La plaza está oscura y se ha levantado un poco de viento. Cruza hasta la pequeña escalinata mientras el otro hombre le observa desde arriba con cara de extrañeza. Sube los escalones y se da cuenta de que el edificio parece estar cerrado. Es entonces cuando descubre que Hôtel de Ville no significa hotel de la ciudad, como había creído, sino ayuntamiento. Tampoco es un portero el hombre que le hace señas para que se marche, sino un soldado.
Apesadumbrado y cabizbajo, coge la maleta y vuelve a su hotel, el único que hay en el pueblo. Sólo espera que la habitación que acaba de dejar siga libre.
Un pueblo de Marruecos, en los años ochenta, y tened en cuenta que este país ha cambiado mucho en los últimos años. Nuestro protagonista es un español que viaja por negocios. Es su primera visita, no tiene experiencia, y habla muy poco francés. Está solo, en un país extranjero que no conoce.
Anochece, y las calles del pueblo, antes rebosantes de vida, se quedan vacías. Él se refugia en la habitación de su hotel, un lugar bastante desagradable pero que tiene buenas vistas a la plaza del pueblo.
Las pareces están desconchadas, con humedades aquí y allá, de un color ligeramente verdoso. Ha mirado con temor entre las sábanas y por lo menos no hay chinches. El suelo parece recién barrido y brilla con la última luz de la tarde. Junto a la ventana hay una mesa y un par de sillas. El baño está fuera, en mitad del pasillo.
Aburrido, se acerca a la ventana y descubre al otro lado de la plaza un edificio bastante grande que se alza sobre el resto de casuchas del pueblo. Hôtel de Ville. Se lee con dificultad porque ya casi no hay luz, pero sí, es eso lo que pone. Nuestro hombre lamenta no haberse fijado antes, cuando bajó precipitadamente del taxi. Sin duda fueron los nervios del primer viaje de trabajo. Ahora entiende las prisas del recepcionista por darle una habitación.
El edificio de enfrente tiene buena pinta, nada que ver con ese hotel cochambroso en el que está alojado. Incluso hay alguien que pasea junto a la puerta. Lo piensa un momento y se decide a hacer la maleta. Baja a recepción, y en su torpe francés pide la cuenta, sin entender lo que le dicen desde el otro lado del mostrador. La cuenta, insiste; no piensa quedarse ni un minuto más.
La plaza está oscura y se ha levantado un poco de viento. Cruza hasta la pequeña escalinata mientras el otro hombre le observa desde arriba con cara de extrañeza. Sube los escalones y se da cuenta de que el edificio parece estar cerrado. Es entonces cuando descubre que Hôtel de Ville no significa hotel de la ciudad, como había creído, sino ayuntamiento. Tampoco es un portero el hombre que le hace señas para que se marche, sino un soldado.
Apesadumbrado y cabizbajo, coge la maleta y vuelve a su hotel, el único que hay en el pueblo. Sólo espera que la habitación que acaba de dejar siga libre.
43 comentarios:
Recuerdame que empiece con el francés ya por favor...
besos!
Pobre viajero..No hay nada peor que un único destino sin opciones. Por suerte la mayor parte del tiempo podemos elegir.
Un abrazo
Es que en ese tiempo a lo mejor no existían las traductoras de bolsillo, aunque sí
esos libritos de frases hechas, pudo haberle sido útil.
Aquí en Canarias le llamamos guagua al bus, bueno hace tiempo tuvimos un cliente que creo que era argentino, eso es lo de menos, pero resulta que el buen hombre se confundió y un día que quiso tomar el autobús, le preguntó a una señora, ¿por aquí pasa el miaumiau?, elmismo nos contaba la anécdota y la vergüenza que pasó.
Saludos!!
Lo que cuentas sucede muchas veces en situaciones que vivimos, es una enseñanza, al menos así lo veo yo, las apariencias engañan...jajaja.
un abrazo tawaki.
Pobre tipo, se comio el amague, pero bueno, a cualquiera, que conozca el idioma le puede pasar. Besos.
A veces no hace falta no hablar el idioma local para meterse en camisa de once varas :)
Un besito, guapetón!
Esto demuestra que toda persona que va a realizar un viaje a un país extranjero debe de informarse al menos de las cosas más elementales y con ello evitará situaciones como la de tu protagonista.
Un saludo
Me ha gustado mucho la anécdota porque este verano estuve en Marruecos y me ha traído recuerdos... hay muchas sensaciones en países así, hay muchos prejuicios. Estando allí te das cuenta de que es bueno aceptar lo poco que tienen y que te dan con respeto y cariño, aunque se te haga tremendo a veces hasta aceptar el lavabo de agujero que te ofrecen. Viajar se debe hacer con la mirada limpia, con tolerancia máxima y con el agrado de quien va a aprender más de lo que se imagina. Besos.
El comentario de Isabel aclara el cuento oportunamente.
De todas maneras...pobre hombre! Con el cansancio que tenía es fácil tomar decisiones rápidas.. y errar.
Concluyo:
No llegues cansado a Marruecos :)
Un beso!
Y como eso aun sucede, y en todos lados, pero así es la vida!!!!
Hola Tawaki
Siempre creemos ver el arco iris en el jardin del vecino!
besos desde Argentina
Belén, yo ya empecé, por si acaso... Besos.
Katty, ahora es un país mucho más vanzado que entonces. Un abrazo.
Lola, el español da mucho juego, dependiendo del país en el que estés. Un saludo.
Rajo de luz, hay que tener cuidado con lo que se desea, es cierto. Un abrazo.
Marce, pues sí, hay cantidad de anécdotas como ésta. Un beso.
Azul, yo diría que hay gente con un don especial para los líos. Besotes.
Leodegundia, estoy de acuerdo, y hablar un poco del idioma local, que también ayuda. Un saludo.
Isabel, yo he estado en Marruecos dos veces y nunca tuve ningún problema. Aprovecho tu comentario para decir que es un país que merece ser visitado. Besos.
Ferípula, sobre todo no dejes una habitación sin tener garantizada otra. Un beso.
Mari Carmen, incluso los ingleses están cambiando, pero les queda un mundo todavía. Yo recibo clases de francés, pero como no estudio, no avanzo. Coincido contigo en que es un idioma precioso. Un beso.
Viole, seguro que a más de uno le ha pasado algo parecido.
Brisa de Amor, ciertamente, en la historia hay también algo de eso. Besos.
Gracias a todos por sus comentarios. Entre todos habéis mejorado la anécdota.
et oui, mon ami....:)))
Hace 2 años con unos amigos en Londres, diciembre, frente a los almacenes Harrold, nos detuvimos en una cafetería....No había sitio dentro y nos empeñamos en quedarnos afuera...me pido mi capuccino...calentito, ellos (no saben inglés pero lo entienden,dicen...ok ..digo)...5 minutos después los veo a los 2 con unos cafés helados a mi lado..."No comentes nada" me dijeron. Pero imagina las caras de los transehuntes.
Me ha gustado tu anécdota...bsos
jajaj, eso me paso a mi en París, que veia hoteles por todos sitios.
saludos
ohhh, pobre hombre. Seguía libre????
Ni te imaginas lo que me reconozco en el protagonista de tu historia!!!!, jajajajjajaa, soy un tanto "imán" para situaciones de este tipo. Lo mio no es por trabajo, pienso que puede ser pq me encanta viajar en plan "vagabundeo" para conocer realmente los lugares, sus aromas, sus texturas, sus gentes, sus colores... y claro, así tampoco es tan difícil encontrarte en situaciones un tanto "raras".
Un beso
Me alegro que tehayas reido tanto como yo al leer el post de hoy... ahora te reiste como yo al verte reflejado ? glup! ...
yo siiiiii!!!! jajajajaja
besitos desde Argentina
Tawaki, que bueno! ahora cundo viaje seré más tolerante, a veces soy tan torpe.
Un beso
Pd: espero tu foto jajaja
Jo menuda situación, que lástima!!!
Un beso.
jajajaja suelo ir a mesa puesta,pero tengo claro que no elijo nada que luego me luzco, tres camas en una habitación, salgo corriendo a por una , me tiro y me escupe, habían puesto el colchón en la repisa de la ventana!!!!!!!!! y como esa unas cuantas, desde entonces cojo lo que me dejan.
Qué anécdota tan simpática, pero fijo que con lo patosa que soy yo para todo, me pasa lo mismo! Si es que ..la vida nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida...
Un abrazo muy grande amigo!
De todas formas, las apariencias engañan. Aunque hubiera sido un hotel ¿quién le dice que no está todo bien por fuera y por dentro no es una cochambrera? Hay que cuidar esos nervios.
Estoy deacuerdo con brisa de amor
y la anecdota me ha gustado mucho. es corta y muy buena.
Hace un tiempo puse un link sobre anecdotas de la cadena nh hoteles , parece que ya no han colgado desde entonces ninguna mas.
Por si te hace gracia http://www.historiasenhoteles.com/
recomiendo la que se llama Hot water.
En ocasiones nos dejamos deslumbrar por lo que tenemos en frente, y no somos capaces de apreciar lo que tenemos...besos de luna, y gracias por todo. muakkkkkkkkk espero no pegarte la gripe ;-)
Juaaaaaaaaa. Más vale habitación cochambrosa en mano que cien hoteles de lujo volando. Que cosas.
Jajaja!! Al principio pensaba que ser trataba de una leyenda urbana de miedo (bueno, miedo daría ver el hotel cochambroso).
Realmente, siempre nos parece que hay muchísimas cosas mejores que las que tenemos y, hasta que no conseguimos cambiar, no paramos (muchas veces sin meditar, como tu viajero).
Saludos!
Me gustó la historia.Saludos y agradecida de la visita a mi blog.
Tawaki te he propuesto para un jueguecito en mi blog.
Un beso
Carmen, ja,ja la que cuentas también es buenísima. Es que esto de los idiomas da mucho juego. Besos.
Paco, sí, pero es que París es diferente. :) Un abrazo.
Bahhia, seguro que sí, aunque imagino que había subido el precio. Tengo que preguntárselo.
Nieve, es cierto, cualquiera que haya viajado aprende enseguida que surgen situaciones atípicas por todos lados. Un beso.
Brisa de Amor, estoy seguro de que si soy objetivo, me veo reflejado, ja,ja. Besos.
Blau, somos tolerantes hasta que nos hinchan las... Besos.
Patry, antes de soltar una habitación hay que tener la otra bien amarrada. Un beso.
Muchas gracias a vosotros, y a los anteriores, por vuestros comentarios.
Isobel, no te dejes avasallar. La venganza es un plato que se sirve frío. Bienvenida.
Iris, me estuve riendo un buen rato cuando me la contaron. Ahora esa misma persona conoce África como la palma de su mano. Un beso muy grande.
Juan Rafael, cierto, conviene asegurarse primero. Un abrazo.
Montse, conozco el link porque lo visité cuando conocí tu blog. Pasaré de nuevo.
Luna Llena, tienes toda la razón. Espero que te mejores pronto. Besos grandes y sanadores.
Cyllan, ese refrán me suena a algo, ja,ja.
Keros, cuanta razón tienes. Para al final volver a lo que ya teníamos. Saludos.
Isol, de nada, fue un placer. Me alegro de que te haya gustado.
Montse, pasaré a ver. Un beso.
No me quiero imaginar la cara que se tuvo que quedar (ni la del recepcionista del hotel :)
SIEMPRE VIAJO ILISIONADÍSIMA, PERO ES UNA SENSACIÓN DE ALIVIO AL LLEGAR A CASA!
ESTE AÑO,COMO PROPÓSITO DE AÑO NUEVO,HE DICIDIDO PRACTICAR INGLÉS,QUE ES EL IDIOMA OFICIAL DEL MUNDO. ¡DESCARADOS!
UN BESO TAWAKI
Hola tawaki!!!
me encanto escuchar tu risa con el bebito que regala un besito!
Otro para vos de mi parte y desde Argentina!
Leo, mientras nos contaba la anécdota se reía, pero dudo que hiciera lo mismo cuando le sucedió. Un beso.
En busqueda, llegar a casa después de un viaje largo es una bendición. El español va ganando fuerza, pero el inglés aúnes necesario. Ánimo, que no es tan difícil. Un beso.
Brisa de Amor, es que me imaginaba tu cara y no podía contenerme. Un beso.
Muchas gracias a las tres por vuestros comentarios.
Muy gráfico y divertido.
Hombre de barro, muchas gracias por el cumplido. Un abrazo.
Espero que siguiera libre la habitación, porque dormir a la interperie en tierra extraña ha de ser traumatico:):)
Un abrazo
Qué putada... YA mismo me matriculo en la escuela de idiomas...
Trini, tendré que preguntárselo la próxima vez que lo vea. Un abrazo.
Izel, YA estás tardando, ja,ja.
Gracias a las dos por la visita.
Es curioso el inconformismo que nos caracteriza a los humanos. Siempre anhelamos aquello de lo que no disponemos, aquello que vislumbramos a lo lejos y que curiosamente, sin conocerlo, nos parece mejor que aquello ya conocido...
!Ayyyy! La insatisfación nos pierde... :)))
Besos mil.
Odiseas, creo que has resumido la moraleja de esta historia real. Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.
si, después de esto creo que un buen diccionario de francés será lo que necesito.
saludos, marruecos2008.
Marruecos 2008, espero que lo paséis muy bien en el viaje y que nos contéis luego muchas historias interesantes. Gracias por vuestro comentario.
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