Ahora con el buen tiempo camino todas las mañanas a la
oficina. No tengo horario fijo, pero suelo cruzarme con la misma gente; con los
chicos que van al colegio, con las ciclistas que bajan desde la colina –son
todas mujeres– o con una anciana que camina arrastrada más bien por un bolso
que se me antoja pesado. La ves venir desde lejos y por la forma de mirarte sabes
que te dará los buenos días. En cambio, la chica que pasea a su perro todas las
mañanas pasa de largo sin decir nada.
Baar y Zug han cambiado mucho desde mi primera visita,
en diciembre de 1997. Entonces, cuando no sabía que terminaría viviendo aquí,
me parecieron un par de pueblos pequeños y sin ningún atractivo. Hoy, con las
más de seiscientas multinacionales aquí establecidas (12.000 empresas en total),
con todos los expatriados y el horizonte plagado de grúas y edificios en
construcción, el paisaje ha cambiado mucho y la forma de vida de la gente
también.
Pero las personas mayores, que temen a los extranjeros
igual o más que los jóvenes, aún te saludan con un grüezi (hola formal en
suizo-alemán) supongo que porque recuerdan que éste era un pueblo minúsculo en
el que no hace mucho todos se conocían. No en vano, a pesar de sus veinticinco
mil habitantes no deja de oler a abono.
Los bajos impuestos atrajeron multinacionales y
extranjeros, alterando la tranquila vida de los autóctonos. Los precios han
subido, pero hay más trabajo y mejores oportunidades. Retamos sus costumbres,
pero en cierto modo viven de nosotros, aprueban leyes que restringen la
inmigración sin darse cuenta de que es como poner puertas al campo, a ese mismo
campo que el verano pasado estaba plantado de maíz.
En general les
cuesta relacionarse, pero hay un poco de todo; personas que te contestan mal
porque no hablan otra cosa que su incomprensible idioma y otros capaces de
revolucionar medio supermercado en busca de alguien que sepa inglés porque no
encuentras ajos y se te ha olvidado cómo se dice en alemán. Cuatro dependientes
me ayudaron a buscarlos hasta que una cliente hizo de traductora.
Knoblauch, ya no se
me olvida.
20 comentarios:
Lo de la anciana arrastrada por el bolso me ha hecho mucha gracia. Hay mucho verdor en Zug. Abrazos
Pienso en lo que habrá cambiado la vida en Zug, en lo extraños que pueden sentirse sus habitantes ante ese cambio y si echarán de menos como era su pueblo anteriormente a esta "invasión" de multinacionales. Habrá trabajo y más riqueza, pero ¿les compensará de otras cosas que habrán perdido?
Tawa, guten morgen....& dass Verzicht.
Muy bonito caminin! se puede ir en cohete? jajaja no me hagas mucho caso toy pachuchi, llevo 2 días con dolor de cabeza :-(
Kusse
Oye, dile a la chica del perro que no sea maleducada y diga algo, que ya son muchos días cruzándoos por ese camino.
Un beso Tawaki.
Nunca sabemos dónde nos llevará la vida ni quiénes se cruzarán en nuestro camino, nos sonreirán sin conocernos o nos ayudarán a encontrar lo que buscamos, verdad?.
A veces todo es muy raro.
Yo me preguntó que llevará la anciana en su bolso (llámame cotilla si quieres, que tendrás razón).
Beso gordo
M.
P.S.:Voy a hacerme una lista de todo lo que voy a llevar yo en el mío cuando sea una ancianita de pelo blanco
Qué difícil el tema de la inmigración. Y lo digo porque siendo la argentina un país que recibió a inmigrantes de muchas partes del mundo, cuesta ver, como mi ciudad va creciendo, porque desde las grandes capitales, la gente se viene a pequeñas ciudades como la nuestra buscando tranquilidad, pero a la vez protestando porque somos muy tranquilos, o lentos, o dormimos la siesta. Lo loco de ésto, es que, también hoy se instalan franceses, españoles y alemanes, y son los que menos se quejan en comparación con los coterráneos que han emigrado de las capitales. Todo un tema.
Me encantó la anécdota del ajo. Se me quedó dibujada la sonrisa.
beso
Hay que entenderles también. En general, a todo el mundo, no le gustan los cambios, son incómodos, te rompen la rutina, el paisaje, las costumbres.
Sienten como que son dueños de ese espacio y alguien viene a irrumpir en ello.
Pero luego con el tiempo, se adaptan y terminaban viendo que estos cambios son buenos y que la inmigración ha traído consigo riqueza al lugar, sin olvidar la calidad humana.
Las fotos, como siempre en Suiza, preciosas.
Amanece soleado en tu paseo.......ducen que algunos no tienen que madrugar tanto para ir a la oficina :-)
Un abrazo, Tawaki. Gracias.
Knoblauch, jajaja lo recordé cuando te leí.
Por lo que comentas, ahí está sucediendo como aquí hace ya muchos años, el sur de G.C. eran pueblos muy pequeños, había uno, Vecindario, que era simplemente una calle, ahora está lleno de cemento por todas partes.
Saludos y buen fin de semana.
P.D. Me di cuenta que había escrito mal la palabra y por eso eliminé el otro comentario.
Em português, ALHO.
Aqui também acontece o mesmo.
Quando vim do Rio de Janeiro, a região das Agulhas era uma tranquilidade e pouco habitada. Agora... agora é crescimento e indústrias que se esbarram uma na outra... muita gente, muito carro... mas ainda melhor que nas grandes cidades...
Pelas fotos, aí onde você está, ainda se parece gostoso de se viver... e tão bonito!!!!
Beijo.
P.S. - Nunca perguntei: você consegue ler o que eu escrevo?
Las fotos son idílicas, pero eso de knoblauch... es más fácil dibujar una cabeza de ajos que aprenderse esa palabreja.
Los ajos en Lepe, los plantan en las calles, dicen que son buenos para la circulación.
Al menos saludan al cruzarse. Algo que poco a poco se pierde en los pueblos que hemos ido construyendo con el principal objetivo del beneficio económico.
Saludos!
Ligia, tenías que verla, lo deprisa que camina.
Senior Citizen, pienso que les debe compensar, ya que a todos nos gusta vivir bien, y para eso hace falta trabajar. La vida idílica sólo la pueden llevar unos pocos y al final es mejor que tu hijo trabaje en una ciudad a que lo haga en una granja.
Blau, puedes usar el cohete siempre que no haga ruido. Aquí tienen medidos los decibelios.
Elena, yo con que no me azuce al perro me conformo.
Muchas gracias a todas por vuestros comentarios.
Zulú & Co, no te preocupes que la próxima vez que nos crucemos se lo pregunto. En cuanto a la gente con la que te cruzas en la vida yo me quedo con los que sonríen.
Nélida, yo creo que si llegas como emigrante a un lugar eres tú quien debe adaptarse, y no al revés.
Nélida G.A., lo has descrito muy bien. Algo parecido nos sucede a los que llegamos, que a veces vemos el vaso más o menos lleno que otras.
Lola, el cemento va ganando la partida. Lo vemos como algo feo, pero al final todos queremos vivir más cómodos.
Muchas gracias a todas por vuestros comentarios.
Teca, entiendo casi todo lo que escribes; nuestros idiomas son muy parecidos, aunque a veces me cuesta un poco más. Así es el progreso, dejar unas cosas muy preciadas a cambio de tomar otras mejores.
Unjubilado, más de una vez he buscado una foto en internet para enseñarla y conseguir algo. Es un truco muy útil cuando no se conoce el idioma.
José Núñez de Cela, aquí la gente es muy educada y es raro toparse con alguien que no te sonría, pero claro, hay de todo.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
No seria que estabas un poco despistaillo y no te acordabas de su hechura? Cuando uno se va a un país que no es el tuyo, quieras que no, te encuentras desorientadillo, aunque no creo que a ti te ocurra eso ¡con lo que llevas recorrido!
En cuanto a la chica no será ¿que es muy tímida?
Yo si lo pasaría mal por el despiste tan fenomenal que me gasto.
Las fotos magníficas pero ¿no falta algo? y no es el ajo. abrazos Guille
Coincido con vos, es más, es lo que quise decir. tal vez me expresé mal.
Nélida, así lo entendí yo.
Guille, si te refieres a la gente no suelo sacarla en las fotos. Salvo que sean retratos suelen "estorbarme". Al principio cuesta adaptares a un país nuevo, pero estamos en Europa y no son tan distintos. Enseguida te haces con ello.
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