lunes, 28 de octubre de 2013

44 otoños


Se me han caído 44 años al suelo y no los encuentro.


Fin de semana muy tranquilo. El sábado hizo algo de sol y con mi ordenador bajo el brazo me dirigí a la terraza de un hotel que tengo al lado para enredar con algunos blogs. Wifi gratis, pero con demasiado fresco, porque el sol apenas si daba calor. Aquí el otoño está bien avanzado.




El domingo amaneció cubierto y con una lluvia persistente, pero lejos de arredrarme me encaminé hacia el lago, que estaba desierto.






Mi banco de lectura no invitaba a sentarse.





Las montañas estaban “missing”



El embarcadero sin los puestos ni la algarabía habituales.



De vuelta a la zona donde vivo, el paisaje ha cambiado un poco respecto al sábado, pero no demasiado. Los días de calor han quedado definitivamente atrás.


Los árboles junto al hotel están bonitos.





Camino por estas calles, aprovecho lo que puedo, disfruto al máximo porque sé que esta es una etapa más y que dentro de unos años me diré: ahí vivía yo.

No hago balance en mis cumpleaños porque por lo general estoy demasiado ocupado exprimiendo el momento y porque soy más de pensar en el futuro. Noviembre y su niebla se acercan pero no me asusto porque ya estoy vacunado; luego vendrá diciembre, con más frío pero con más sol, al menos eso me han dicho, y poco a poco, sin apenas darme cuenta llevaré aquí seis meses.

Carpe diem.