Se
me han caído 44 años al suelo y no los encuentro.
Fin
de semana muy tranquilo. El sábado hizo algo de sol y con mi ordenador bajo el
brazo me dirigí a la terraza de un hotel que tengo al lado para enredar con
algunos blogs. Wifi gratis, pero con demasiado fresco, porque el sol apenas si
daba calor. Aquí el otoño está bien avanzado.
El
domingo amaneció cubierto y con una lluvia persistente, pero lejos de
arredrarme me encaminé hacia el lago, que estaba desierto.
Mi
banco de lectura no invitaba a sentarse.
Las
montañas estaban “missing”
El
embarcadero sin los puestos ni la algarabía habituales.
De
vuelta a la zona donde vivo, el paisaje ha cambiado un poco respecto al sábado,
pero no demasiado. Los días de calor han quedado definitivamente atrás.
Los
árboles junto al hotel están bonitos.
No
hago balance en mis cumpleaños porque por lo general estoy demasiado ocupado
exprimiendo el momento y porque soy más de pensar en el futuro. Noviembre y su
niebla se acercan pero no me asusto porque ya estoy vacunado; luego vendrá
diciembre, con más frío pero con más sol, al menos eso me han dicho, y poco a
poco, sin apenas darme cuenta llevaré aquí seis meses.
Carpe
diem.