viernes, 13 de febrero de 2015

Londres – Kew Gardens VI

Estoy mezclando visitas a Kew Gardens, y no quiero que os hagáis un lío.

Fui por primera vez hace más de seis años, tal y como os  he ido mostrando en cuatro entradas, tres de las cuales están en el otro blog, en las que os hablaba de este espléndido jardín botánico. Aún tengo preparada una más que verá la luz dentro de unos meses.

En cambio, esta entrada y la anterior corresponden a una segunda visita, en enero de 2015.





La mañana fue avanzando, al igual que yo, que no me detuve ni un instante, entre otras cosas porque los bancos y el suelo estaban mojados y la mayoría de los cafés cerrados.    



En cualquier caso, no iba a desperdiciar una luz tan bonita. Ya comeré más tarde, pensaba.    






La tranquilidad era absoluta, y los animales están acostumbrados a los visitantes que caminan con ritmo pausado y en silencio. Se acercaban tanto que si me descuido piso a esta focha común que iba despistada.    


Las ardillas, siempre dispuestas a hacer amigos con los que les ofrezcan comida estaban por todas partes. Yo no soy partidario de alimentarlas, y siento lástima cuando me miran con esas caritas de decepción, pero creo que es mejor que busquen su comida sin la intervención de los humanos.    


Estos son patos egipcios (si no me equivoco, que de aves no sé mucho). Los vimos hace unos meses en Botsuana y no esperaba encontrarlos en Londres.


El sol cae sobre el horizonte, pero aún tengo tiempo para acercarme al camino que Xstrata construyó para ver los árboles a la altura de las copas. Desde aquí podemos ver el invernadero que está en obras.    






Los caminos parecen infinitos. Este me lleva hasta otro invernadero, pero la diferencia de temperatura es tan brutal que salgo huyendo antes de que la cámara sufra los efectos del agua condensada.    









Aún me queda un trecho para llegar al hotel, estoy hambriento y cansado de caminar, así que me encamino hacia el metro, que no anda muy lejos y dejo atrás este paraíso.