Excursión por El Escorial

Qué mejor forma de empezar el año que moviendo un poco las piernas. Me daba una pereza tremenda, así que dije que sí sin pensar, para no tener la oportunidad de echarme atrás, y nos hizo un día estupendo, con menos frío que en Madrid capital.

Si notáis algo “raro” con las fotos no es culpa de vuestro ordenador, es que estoy experimentando con el HDR y he subido alguna. No sé si me convencen los resultados; se ve que me lo tengo que currar más.

Estamos en El Escorial. Os dejo este enlace para los que no conozcan su famoso monasterio, Patrimonio de la Humanidad.

Tantas veces que fui por allí y nunca se me ocurrió darle la vuelta al edificio. Los árboles están más desnudos que nunca. Se diría que ni siquiera les queda la corteza.

La subida a la Silla de Felipe II, una gran roca desde la que se divisa el Monasterio y en la que, según la leyenda, se sentaba Felipe II para seguir el desarrollo de las obras, es muy suave y puede hacerse siguiendo una carretera poco transitada o por una senda. Ni que decir tiene que abandonamos el asfalto a la primera oportunidad.

La senda estaba casi oculta por las hojas.

Las nubes se levantaron mientras ascendíamos hacia el collado. Estos árboles sin hojas, recortados contra el cielo siempre me han gustado.

El camino de vuelta, por una antigua calzada romana era mucho más sencillo; completamente llano y sin demasiada agua.

Aquí nos encontramos cara a cara con un zorro bastante grande, pero salió huyendo antes de que pudiera desenfundar la cámara. Las vacas son objetivos más fáciles, pero dan menos puntos.

Estas flores blancas al borde del camino nos llamaron la atención. No tengo ni idea de cómo se llaman.

De vez en cuando aparecía algún que otro charco, para jugar con los reflejos.