Productos españoles

Nos piden ahora que consumamos productos españoles porque les da miedo perder votos (quiero decir puestos de trabajo, en qué estaré pensando) pero a mí me parece que como de costumbre llegan tarde.

Los empleos no se conservan por el lado de la demanda, esa es una política a corto plazo que nunca funciona, sino por la calidad de la oferta. Yo no me planteo si vuelo con una compañía española o extranjera, sino si llego puntual o con diez horas de retraso como me pasó en mi último viaje con Iberia. No me fijo en si el camarero es nacional o extranjero, sino en si me trae la sopa caliente o en cambio hace como que no me ve.

Llegan tarde, digo. Tendrían que haber exigido más responsabilidad y más compromiso a empresarios y trabajadores cuando era época de vacas gordas, porque cuando te cobran diez euros por una copa de matarratas en un tugurio maloliente y sin medidas de seguridad, uno termina por tomarla en casa, de buena calidad, sin humos y por una fracción del precio.

Hace tres años era materialmente imposible encontrar un taxi en Madrid y sólo te llevaban si les convenía a ellos. La cantidad de veces que han pasado delante de mis narices sin detenerse, mientras que ahora parecen salir de debajo de las piedras. Lo siento, ya me acostumbré a caminar, o a salir cerca de mi casa.

Hace tiempo que dejé de pagar sesenta y más euros por una tortilla de patatas desestructurada, servida con desgana, mala educación y gesto torcido en un restaurante repleto de gente guay que cobraba por dejarse ver y en el que era imposible reservar. Cada vez salgo menos y suelo hacerlo a donde siempre me han tratado bien, sean de españoles o no.

Si queremos conservar los puestos de trabajo lo mejor que podemos hacer es trabajar más, destacar sobre el resto, ofrecer lo mejor de lo mejor y ya verán como se vuelve a consumir sin necesidad de que nos lo pidan. Si seguimos echando la culpa a los demás, a la sociedad y a la crisis, estaremos aún peor dentro de un año.