miércoles, 12 de septiembre de 2018

Bellinzona III

Ha pasado ya algún tiempo desde que os describiera nuestra excursión a Bellinzona en julio del año pasado. Lo hice en estas dos entradas, I y II. Ahora ha llegado el momento de que demos una vuelta por el tercer castillo, el de Castel Grande y por alguna de las iglesias de la ciudad.


En el centro hay un montículo sobre el que alza el castillo de Castel Grande. De hecho, hasta el siglo XIII, todas las fortificaciones se habían construido únicamente aquí, por ser el lugar de más fácil defensa. Aunque la colina en sí es bastante plana, su lado norte es muy escarpado, imposibilitando cualquier ataque por esa zona.

El castillo ha recibido varios nombres a lo largo del tiempo: el Castillo Antiguo, el Castillo de Uri (uno de los tres cantones fundacionales de Suiza) o el Castillo de San Miguel.




Como sucedió con los otros monumentos de la ciudad, tuvo sus momentos de esplendor, pero también se vio abocado al abandono y el descuido, hasta que las sucesivas reconstrucciones le fueron dando su aspecto actual.

La mayoría de los edificios de la fortaleza original fueron demolidos por los duques de Milán en el siglo XV, con el fin de disponer de más espacio en el que acuartelar las tropas necesarias para defender el acceso a través del valle.




Hoy en día se puede acceder al recinto desde el sur, subiendo por unos escalones, o a través de un ascensor excavado en la roca que nos lleva directamente a la explanada principal.


Las dos torres destacan sobre el resto de edificios. La Torre Negra se remonta a principios del siglo XIV, y la encontramos más o menos hacia la mitad del recinto. La otra, la Torre Blanca, es más antigua y menos pesada. Seguramente fue construida en el XIII, siendo sometida a modificaciones a finales del XV.




Excavaciones arqueológicas han revelado restos de asentamientos prehistóricos, así como ruinas romanas y un pozo medieval. En cualquier caso, es poco lo que queda. También encontramos los restos de una capilla dedicada a san Miguel, que se encontraba entre las dos torres. En uno de los edificios que todavía se conservan, encontramos un museo arqueológico, en otro, un restaurante.




En el siglo XIII la ciudad estaba rodeada de una muralla medieval que hoy, sin embargo, se confunde con los muros de las fortificaciones, que fueron construidos más tarde. Es complicado ver dónde empiezan y terminan unos y otras. De las primeras aún podemos encontrar un 60% en pie, si bien con modificaciones relativamente recientes. Por desgracia, tres puertas de la ciudad fueron demolidas en el siglo XIX, quedando solo una cuarta en el extremo oeste de la muralla sur.

Además de estas murallas encontramos la llamada “murata”, cuya función era bloquear la entrada al valle con el fin de evitar las incursiones enemigas. Se piensa que fue construida en tiempos de los Visconti (1422).


Habiendo visto los tres castillos, caminamos por el centro de la ciudad, pasando junto a la Chiesa di San Biagio. Los frescos de la fachada son bonitos, pero estaba cerrada, así que no nos detuvimos demasiado. Un obelisco de 1903 conmemora los cien años de la adhesión del cantón de Ticino a la Confederación Helvética.







Porque nuestro verdadero objetivo era la Iglesia de Santa Maria delle Grazie. Su arquitectura es sencilla, pero los frescos del interior no tienen desperdicio. La iglesia, al igual que al adjunto monasterio franciscano, data de finales del siglo XV.



Los frescos y estucos del interior son de los siglos XVI-XVIII. El principal es renacentista, de la escuela lombarda.








Aún tuvimos tiempo de echar un vistazo al claustro del monasterio.


En principio, esta entrada es la última que dedico a Bellinzona, un enclave de una importancia estratégica excepcional, tanto desde un punto de vista militar como comercial. Era y es, la llave a uno de los pocos pasos alpinos. Su larga historia, en la que se alternan los periodos de paz con las luchas más enconadas, dan fe de esa importancia. En la actualidad nos queda un conjunto extraordinario de edificios que podemos admirar a pesar de que algunas reconstrucciones no hayan sido del todo fieles al original. Es complicado cuando se superponen tantos asentamientos a lo largo de periodos tan extensos.

11 comentarios:

RosaMaría dijo...

Qué fotos hermosas! Te diste el gusto de jugar con las perspectivas de la 5 a la 14, La 15 me encantó y el interior de la Iglesia una belleza muy bien plasmada en las fotos. Un paseo que me recordó a la fortificación de Ferrol, aunque ésta mucho más pequeña, recuerdo que allí asistí a un concierto coral y todo fue muy impresionante para mí. Me fui del tema. Me encantó el paseo contigo una aprende muchísimo. Gracias y abrazo.

Mari-Pi-R dijo...

Con lo sencilla que es la iglesia de Santa Maria delle Grazie y en cambio la gran riqueza que tiene con sus pinturas, son preciosas.
Un abrazo.

Contadora de Libros. dijo...

De nuevo Bellinzona, qué pena que se acabe, me gusta mucho.
Con tus entradas (las otras dos y ésta) he aprendido muchas cosas que no conocía.
Es agradable cuando uno conoce la Historia de una manera tan amena e ilustrada. Me ha hecho querer saber más sobre el lugar y he ido a descubrirlo tanto ahora como en las otras dos ocasiones anteriores.
Entre lo tuyo y lo que uno va pescando, sin duda Bellinzona se ha ganado un lugar especial en mi memoria.

Las fortalezas, los castillos, los edificios antiguos....todo eso despierta mi imaginación y mi sensibilidad. Me invade una envidia sana por saber qué dirían esas paredes si hablaran, cómo es la otra Historia, la humana, la que se contaría en primera persona y que estaría llena de anécdotas, vivencias, sentimientos, miedos, alegrías, conversaciones, secretos, complicidad, hilos conductores e invisibles entre un lugar y las personas que estuvieron allí en la época que lo vio nacer.

Gracias por compartir, Tawaki.
La iglesia es preciosa y los frescos también. Has repetido dos imágenes (mi memoria fotográfica me decía que ya las había visto antes y he ido a corroborarlo) pero ha sido genial verlas de nuevo, y que añadieras más fotos de ese interior de la iglesia. Y el claustro, precioso. Me encantó.

El Guisante Verde Project dijo...

Seguro que ya lo habremos comentado antes pero... ¿como nos pudimos dejar Bellinzona? En fin, siempre se quedan lugares fuera de ruta que luego se echan de menos al hacer repaso de lo visto en un país. Es lo que tiene elegir y tener fecha de vuelta, jejeje. Bueno, en cualquier caso, un lugar anotado para la próxima vez. ¡Gracias por compartirlo!
Saludos!

Senior Citizen dijo...

Los frescos de la iglesia son magníficos. Vale la pena la visita aunque sea solo por eso.

unjubilado dijo...

De momento he visitado el Castillo Grande de Bellinzona, pero como me he cansado de dar vueltas te he esperado en el restaurante que estaba poco concurrido.
Te he dejado una ciclomotor eléctrico por si quieres dar una vuelta para recordar todo lo visto y por supuesto no cansarte.

Una mirada... dijo...

Nunca se agota la vista de estos paseos amenamente ilustrados. Da la impresión de estar allí físicamente, con los pies descalzos, notando la hierba, ylas yemas de los dedos acariciando las históricas piedras.

nella dijo...

Los frescos de la Iglesia de Santa Maria delle Grazi, se ven preciosos.
He quedado impresionada por el tamaño de la fortaleza, el espacio y la distribución. Amén de sus muros de protección. Cuánta historia por allí. A portarse bien, que si quieren les cierran el paso.
Beso

Ela dijo...

Wow ! Such a beautiful place to visit ! This castle and church look wonderful! I admire the frescoes inside the church!
Greetings

Tawaki dijo...

Rosa María, muchas gracias, recuerdo los fuertes de El Ferrol como unas fortificaciones masivas en las que daba gusto perderse, no solo en el espacio, sino también en el tiempo y en la historia. Bellinzona es una maravilla en ese sentido, porque también atesora muchos años siendo frontera y cambiando de manos. Eso se nota.

Mari-Pi-R, a veces, los monumentos más sencillos son los que atesoran más belleza interior. Esta vez publiqué sobre monumentos, en vez de animales, je,je...

Nélida G.a:, el lugar da para varias visitas y para muchas entradas. No en vano, guarda mucha historia tras esos muros. Es verdad, hay dos fotos repetidas (y una tercera muy parecida) pero es que en la primera entrada hice un acercamiento general, mientras que en las otras fui profundizando. Es tanto lo que se puede contar de esta ciudad que hacerlo todo de golpe habría resultado aburrido. Me algro de que te hayan gustado.

El Guisante verde Project, es que Suiza es un país pequeño, pero matón, con tantas cosas que ver que es imposible incluirlas todas en un viaje. Así tenéis excusa para volver.

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

Tawaki dijo...

Senior Citizen, fueron el colofón perfecto a un día de excursión en el que todo salió bien. En sitios así, que han visto pasar tantos acontecimientos es fácil encontrar cómo entretenerse. Basta con tener un poco de curiosidad o interés.

Un jubilado, es curioso, pero la primera vez que entré en ese restaurante fue en 2006, cuando aún no era consciente de que mi vida me traería a vivir a Suiza. Las vueltas que da el mundo...

Una mirada, y que lo digas, porque la hierba puede ser de antesdeayer, pero esas piedras han visto muchas cosas. Es fácil perderse en este lugar tan intrincado que guarda los secretos detrás de unas murallas. Es divertido irlos descubriendo uno a uno.

Nella, no en vano, las estuvieron construyendo durante siglos, mientras la ciudad era un puesto de frontera que había que defender a toda costa. Es parte del encanto del lugar. En cuanto a los frescos, impresionan por su belleza.

Ela, the frescoes were a surprise to us. I was expecting something smaller, but the quality was outstanding. The city itself is very interesting, full of history that dates back several centuries.

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.