Un amigo me recomendó una colección privada de pintura y escultura, compuesta en gran parte por impresionistas. Una parte de ella, unas 170 obras de las casi 600, se expone como un préstamo a largo plazo en la Kunsthaus de Zúrich, concretamente en el edificio de la ampliación, diseñado por David Chipperfield, un arquitecto británico al que han concedido el premio Pritzker recientemente.
Encontramos impresionistas franceses, pero también cuadros modernistas y de antiguos maestros, así como varias esculturas medievales. Me gustó tanto, que me saqué el pase anual y ya la he visto tres veces.
Emil Bührle (1890 – 1956) era un joven estudiante de filología e historia del arte cuando quedó gratamente sorprendido por el impresionismo francés durante una exposición celebrada en 1913 en la Nationalgalerie de Berlín.
Alemán de nacimiento, sirvió como oficial de caballería durante la Primera Guerra Mundial en ambos frentes. Hacia el final de la guerra, fue transferido primero a Berlín, luego a Magdeburg, donde conocería a Charlotte Schalk, con quien se casaría en 1920. Poco antes, en 1919 entró a trabajar en la Magdeburg Werkzeugmaschinenfabrik, que compraría la mayor fábrica de armas suiza, sita en Oerlikon, un barrio de Zúrich. Emil se trasladó a Suiza, fue presidente de la empresa y terminó convirtiéndose en su único propietario.
El advenimiento de los nazis al poder catapultó la fortuna del industrial, con pedidos de armas provenientes no solo de la Alemania nazi, sino también de Francia y el Reino Unido. Antes, había suministrado armamento al bando republicano en la Guerra Civil española, además de a Abisinia, Checoslovaquia, los Países Bajos, Grecia, China, Turquía, etc.
La colección incluye esculturas medievales junto a grandes maestros del impresionismo y el modernismo clásico. En la Antigüedad, la aristocracia adquiría obras y tesoros como una señal de estatus, pero a partir del Renacimiento, primero en Italia y más tarde en Francia y en el Reino Unido, coleccionar pinturas y esculturas se relacionó más con el placer de poseer objetos bonitos, fruto de un mayor conocimiento.
Si antes de la Primera Guerra Mundial, los “Viejos Maestros” estaban de moda, en el periodo de entreguerras, el coleccionismo derivó hacia los impresionistas, para seguir luego con el arte abstracto internacional. La colección de Emil Bührle contiene representantes de estos tres periodos.
Hablamos de una época en la que los grandes museos escondían un paisaje de Van Gogh, comprado entre grandes polémicas, en una sala cerrada, mostrándolo únicamente bajo petición.
Los coleccionistas particulares, europeos y estadounidenses, se convirtieron entonces en el principal impulso a este tipo de arte que los nazis consideraban degenerado.
Bührle era un hombre de negocios que pasaba mucho tiempo bien en su oficina, bien de viaje, de modo que encontrar un lugar en el que exponer su colección de una forma adecuada no fue una prioridad. De esta forma, las obras se amontonaban en su residencia o en la galería improvisada de Zollikerstrasse, 172, muy cerca de donde vivía.
En 1937, habiendo tomado la nacionalidad suiza, adquirió un dibujo y tres cuadros que serían la primera piedra de esta impresionante reunión de obras. No obstante, dos tercios de la misma no serían comprados hasta sus últimos años de vida.
El proceso es fascinante, con cuadros mal atribuidos, obras cuyo origen no estaba claro, devoluciones a sus legítimos dueños y recompras que hacían crecer y menguar la colección. Pero eso lo dejamos para otra entrada futura. De momento, espero que disfrutéis del verano y de algunas pinturas que he ido repartiendo a diestro y siniestro como quien siembra a voleo.
11 comentarios:
Hola, Javier
Una exposición impresionante, me gustaría visitarla pero lo veo complicado. El edificio por fuera me da la impresión de una pajarera o una caja de zapatos pero guarda un verdadero tesoro.
El caballero fue un verdadero hombre de negocios y lo mismo le vendía a Juana que a su hermana.
Un abrazo.
Hola amigo!! Qué lugar tan fascinante! estaría ahi como un perro con dos colas...Gracias por compartir esa exposición!! Abrazo!!
Tiene mérito la colección, pero también el fotógrafo, pues hacer fotos de cuadros es complicado. Por muy buena que sea la iluminación, siempre hay brillos del barniz.¿Sabes de quien es el 24?
Buafff, qué bonitas, hay verdaderas obras preciosas, qué arte, gracias por compartir, a través de tus fotografías es como si pudiésemos haber estado allí.
Mi abrazotedecisivo
Lola, el edificio es bastante feo, algo muy común en Suiza en mi modesta opinión, pero por dentro está muy bien aprovechado. Supongo que para tener éxito en los negocios hay que trabajar mucho y buscar todo tipo de clientes.
Silvia, seguro que podrías tomar ideas para tus cuadros. Porque seguirás pintando, ¿no? Esta exposición te iba a encantar.
Senior Citizen, me los sé todos, pero era largo poner los autores. El 24 son unos nenúfares de Claude Monet. Water Lilies Pond, Green Reflection (1920/26)
Sara, considero un milagro que cuadros tan bonitos se hayan salvado para que ahora, sea en directo o a través de un blog, podamos disfrutarlos. La colección es impresionante, y en Internet se pueden ver más cuadros de los que pongo.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Me ha encantado la colección de cuadros y esculturas, pero lo que más me ha sorprendido es que se pueda fotografiar todas las obras aunque por supuesto sea sin flash, cuando estuve en el Museo Van Gogh de Ámsterdam, no dejaban hacer ninguna foto excepto en grandes murales donde había personas que guardaban cola para hacerse una foto.
Muchas gracias por la información. Es un cuadro que me gusta mucho y que creo que lo he visto en Internet, pero no recordaba de quien es.
Por fuera, el diseño del museo, tipo contenedor, es bastante anodino y nadie diría la cantidad de joyas pictóricas que guarda en su interior.
Los tiempos convulsos que vivió Europa hicieron posible el trapicheo de obras de arte, así que no es extraño que varias obras de este coleccionista fueran de procedencia sospechosa, lo cual no desmerece aquellas obtenidas de manera legítima que seguramente se salvaron del ostracismo.
Una buena colección, sin duda.
Un jubilado, me quedó una entrada larga, pero creo que merecía la pena. Aquí en Suiza es bastante raro que te prohíban fotografiar en los museos, aunque a veces pasa, como en el de Giger. También es verdad que no sufre de la avalancha de turistas que hay en otras partes. Aquí los turistas van más a las montañas que a los museos.
Senior Citizen, un placer. Si necesitas más, no dudes en preguntar. Es que la entrada ya era larga, y por eso decidí no poner los autores.
Una mirada, me gusta mucho más la Fundación Beyeler. En este edificio la luz entra por los laterales y estropea la visión de los cuadros por los continuos reflejos. Algún día, cuando consiga terminar el catálogo, contaré alguna historia, porque me parecen fascinantes. Esta colección creció, menguó luego por devoluciones y volvió a crecer con algunas de esas obras devueltas que se volvieron a comprar. Toda Europa era un caos y Suiza se aprovechó de su condición de neutral. De hecho, el país cambió de arriba a abajo.
Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.
Cuánta belleza y arte. Gracias, a cual más interesante! Estupendos detalles que captaste con maestría. Un gran abrazo
Rosa María, ya he visitado la colección un par de veces, pero es que no me canso de verla. Estoy empezando a considerarla como si fuese mía, ja,ja,ja. Abrazote.
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