Os pido disculpas por haber abandonado el blog sin avisar cuando suelo publicar con la precisión de un reloj suizo. Aunque las entradas están escritas desde hace mucho tiempo, entiendo este mundo como una relación biunívoca en el que visitas y comentarios se entrecruzan cabalgando las olas del interés mutuo.
No es, entonces, por falta de material o de ideas, sino por un repentino exceso de trabajo que me ata a las pantallas de un ordenador más tiempo del que me gustaría, lo que me impele a buscar mis ratos de ocio en otras partes alejadas de los pixeles.
Las semanas pasan sin que, de momento, vea un final, porque se avecina un otoño calentito que puede extenderse al primer trimestre de 2022, pero lo cierto es que os echo de menos y confío en regresar lo antes posible. El cuándo es algo que desconozco, por lo que prefiero dejaros avisados para justificar mi ausencia.